La biblia de Maradona

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César Ferrero no se parece a Diego Armando Maradona. Es grandote, humilde y uno más de tantos diestros mediocres con el balón que nunca pasamos de jugar pachangas con los amigos: un humano.
Maradona no conoce a César. César sabe todo de Maradona. Hace ya una década empezó a construir un monográfico sobre la carrera del exfutbolista: Maradona, obras completas. Ha escrito más de 1.000 páginas. Unos meses atrás abrió un crowdfunding para reunir los 40.000 euros que necesitaba para editar 500 ejemplares, pero se quedó en 7.242 euros que aportaron entre 104 personas, como un argentino que posteó: “¡Me sumo a la idea, loco! ¿Si no sale para delante el proyecto me devolvés la guita?”.
Al no cumplirse el objetivo económico, su corpus maradoniano no se ha podido imprimir, la guita ha vuelto a los contribuyentes y César planea ahora sacarlo como e-book. Ignorado por una docena de editoriales españolas, el autor asume que se trataba de un libro caro de hacer y de rentabilidad dudosa “para una época de lectura que tiende más al tuit que a lo enciclopédico”.
César tiene 43 años y es de Lasarte, Gipuzkoa. Su primer recuerdo de infancia es el tomo I, dedicado a África, de la Enciclopedia Salvat de la Fauna. Pensó estudiar Biología, pero al final hizo Periodismo. En 1999 se fue de becario hasta Argentina al diario El Territorio, en la ciudad de Posadas, fronteriza con Paraguay. Ese fin de año Maradona sufrió una sobredosis que lo dejó al borde de la muerte. Durante días, César vio cómo sus compañeros de El Territorio se quedaban mudos cada vez que en la tele se hablaba de su estado. “Ahí comprendí que para ellos era más que un futbolista”.
Regresó a España con el gusanillo de profundizar más en Maradona. El deseo permaneció latente hasta que en 2010 se mudó por trabajo a Madrid. Apenas conocía a nadie y empezó a dedicar su tiempo libre a acumular datos sobre El Pelusa, con el afán de realizar un registro exhaustivo de su trayectoria futbolística. No como un mitómano, aclara, ni curioseando en su vida abigarrada como su abuela Felisa, que, según cuenta César, seguía —y reprobaba— sus malaventuras a través de la revista española Pronto.
Su labor de acopio se volvió febril. Recabó material en España y viajó a bibliotecas de Buenos Aires, de Roma, de Turín y de Milán para fotocopiar, fotografiar o anotar informaciones de prensa sobre cada uno de los 633 partidos de competición oficial que jugó entre 1976 y 1997. Componer a partir de diversas fuentes sus propias reseñas y ordenarlo todo cronológicamente le llevó años, conciliando a Maradona con el cuidado doméstico de sus dos hijos pequeños y sucesivos empleos.
Su esfuerzo aún no se ha plasmado, pero está satisfecho. “No existe ninguna obra así sobre Maradona”, dice. Nunca intentó contactar con él ni con su entorno para buscar apoyo. Consideró que podría comprometer la integridad de su trabajo. Tampoco le haría “especial ilusión” conocerlo. Si le diesen a elegir, César Ferrero siempre preferiría irse a dar un garbeo por el monte.


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