Nuestro cuerpo se está convirtiendo en contraseñas de acceso. Amazon se ha unido a esta tendencia y ha anunciado este martes un nuevo dispositivo que permite pagar o identificarse con la palma de la mano y sin contacto. Es algo útil en tiempos de pandemia, pero suscita muchas dudas por los riesgos para la privacidad.
¿Por qué la mano? Dilip Kumar, vicepresidente de Tecnología y Venta Minorista Física en Amazon, explica que este rasgo se considera más privado que algunas alternativas biométricas porque no se puede determinar la identidad de una persona solo con ver la imagen de su mano. “En última instancia, el uso de la palma de la mano como identificador biométrico permite a los clientes controlar cuándo y dónde utilizan el servicio”, añade el responsable en la nota de la compañía.
Por ahora los dispositivos están en las entradas de dos tiendas de Amazon Go en Seattle (Estados Unidos), y no se tarda más de un minuto para identificarse y pasar la puerta, según explica la compañía. Desde el gigante industrial están convencidos de que la idea se extenderá a métodos de pago y oficinas y a las tarjetas de fidelidad.
Silvana Churruca, la directora del Payment Innovation Hub, centro de innovación que desarrolla precisamente tecnologías biométricas para pagos, sostiene que el día llegará en que todos los accesos estarán controlados por estas técnicas, que sea para entrar en el coche, en casa, en un supermercado, en un banco o en cualquier otro sitio. En Europa, eso sí, la cosa irá más lenta, pues tienen una regulación de protección de datos mucho más estricta que en Estados Unidos o en Asia. “Pero está claro que la biometría tendrá un papel relevante en los próximos años cuando hablemos de identificación, de experiencias fluidas y seguras y métodos de pago”, subraya. Para Churruca, el anuncio de Amazon está en línea con todos los cambios que se producen en el sector de la digitalización de la tarjeta. “Hay que tener claro que la tarjeta plástica va a desaparecer. Es el escenario futuro hacia el cual vamos desde años y la covid no ha hecho más que acelerarlo”, afirma.
Dudas sobre ese “escenario futuro”
La protección de datos sigue generando dudas. ¿Dónde va mi información? ¿Quién se ocupa de almacenar la palma de mi mano, el iris de mi ojo derecho y mi rostro? ¿Cuál de todos los datos biométricos es el más seguro? ¿Puedo borrar mis datos biométricos para siempre cuando quiera? ¿Y si terminan en manos de hackers? Las preguntas parecen infinitas y Natalia Martos, CEO y fundadora de Legal Army, proveedor alternativo de servicios jurídicos enfocado en privacidad de datos, no tiene las respuestas a todas. La experta muestra alguna reticencia cuando se le comenta este nuevo dispositivo de Amazon y ve en todo este sistema un riesgo muy alto. “Al tener este dato, que solo y únicamente pertenece al usuario, las empresas tienen la llave de acceso a toda su privacidad, al 100%. Si hubiera una brecha de seguridad o cualquier incidente, nos exponemos a manos de cualquiera”, advierte.
En una tarjeta plástica aparece un nombre, un apellido y posiblemente una dirección, ¿pero qué cuenta mi mano de mí? “Todo. Es algo que solo es tuyo y se te reconoce solo a ti gracias a ella”, contesta Martos. La experta explica que sucede lo mismo con el reconocimiento facial y que el reglamento general de protección de datos dice que solo se puede utilizar el dato biométrico, con el acuerdo explícito del usuario y que no exista un método menos invasivo para conseguir dicho objetivo. “Hoy podemos acceder con claves y contraseñas y creo que tal y como funcionamos hoy, el reconocimiento facial, podría excluirse”, precisa.
La clave para utilizar con ética estos dispositivos se resume en varias cosas. Uno, tener muy claro quién asume el riesgo; dos, quién maneja los datos; y tres, analizar con rigor el impacto sobra la privacidad.
Preguntada por la protección de datos, Churruca no ve tantos inconvenientes, e insiste primero en que es importante que el usuario elija a quién deja su información. En general, las personas confían más en instituciones que están habituados a manejar datos sensibles de sus clientes, como pueden ser los bancos o marcas como Visa. En segundo lugar, la experta explica que cada empresa tiene su propio algoritmo. La firma que creará Amazon, no tendrá probablemente nada que ver con la de otra empresa que decida recurrir al mismo dispositivo. “Los dos alojan la información de manera distinta y no eligen los mismos rasgos. La fuente del dato es la misma mano, pero la manera en la que se procesa y se encripta genera un código único y eso fortalece la seguridad”, confía la directora de Payment Innovation Hub.
¿Qué piensan los usuarios?
El 70% de los usuarios españoles ya ha utilizado, de alguna forma, una tecnología biométrica, según una encuesta que ha publicado el propio Payment Innovation Hub. Churruca reconoce que mucha gente siente desconfianza frente a la transformación digital y no siempre entiende lo que pasa dentro de esas máquinas que facilita la vida ni en qué manos o caja acaban sus datos. A pesar de eso, su propia encuesta sostiene que seis de cada 10 españoles utilizarían sus datos biométricos como método de pago, y que este porcentaje se incrementa a ocho si son jóvenes y con estudios superiores.
Bajo el punto de vista de Churruca, las contraseñas son métodos que no están adaptados a las capacidades humanas. “No respetan las características del ser humano que olvida sus claves o que introduce unas muy fáciles de recordar. Hay métodos muchos más seguros dónde no existe la deficiencia del ser humano y ellos son los que ganaran más relevancia en un futuro”, opina.
Para generar más confianza en la sociedad, la solución que dan las dos expertas consultadas suena familiar y parece sencilla: “Las personas necesitan más información y transparencia”. Martos no ve que haya suficiente cultura de la privacidad y que la gente entienda de verdad qué significa poner una mano ahí. “Necesitamos información en ese sentido y que se explique en un lenguaje claro y sencillo”, añade. Por su parte, la directora de Payment Innovation Hub, elige contextualizar. Los seres humanos están en un proceso de transformación hacia un mundo que todavía no conocen ni controlan y por eso es importante que los actores de dicho cambio muestren transparencia. “Esta dinámica permitirá al usuario ser más consciente, analítico y crítico con lo que pasa con sus datos y elegir qué hacer. Estoy segura, sin embargo, que los usuarios que tenemos hoy no serán los mismos que tendremos dentro de 10 años”, concluye.
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