Tres jornadas, 270 minutos disputados y el Real Madrid que sigue sin dar la sensación de tener hoja de ruta alguna por la que seguir en esta Liga. Ante el Valladolid fue salvado por un destello de Vinicius tras una primera parte que, desde luego, no pasará a la historia del fútbol. Ni con Marcelo como novedad en lateral izquierdo, ni con Isco actuando en un rombo junto a Modric, nada.
El Madrid mostró su versión más rácana y a la vez más efectiva, pues los pucelanos se quedaron sin puntuar cuando bien pudieron hacerlo. Y es que la calidad de las antes mencionadas botas blancas es innegable, pero parecen dejársela olvidada en las taquillas del vestuario cada vez que pisan el tapete. Tan solo Fede Valverde, que le puso más corazón que ganas, fue quien salvó la papeleta en la primera parte. De Benzema no hubo noticias y de Jovic, mejor que no las hubiera. El serbio sigue coleccionando ocasiones y roscos en su casillero personal con la espada de Damocles sobre su cabeza. Ayer las buscó y las tuvo, pero no le salen.
Por su parte, el Valladolid tuvo que hacer memoria para recordarse tan cómodo como lo estuvo en el Di Stéfano, aunque quizás se fustigó durante el viaje de vuelta por no haberlo aprovechado. Y es que los blancos no pudieron dar una versión más espesa de ellos mismos. Sin ideas, sin ritmo y confiados en que el escudo hiciera por ellos lo que ellos no hacían por el escudo. Courtois siguió siendo parte importante de los puntos sumados y cuando el portero es el mejor del equipo, eso dice muchas cosas. Primero del propio portero, pero también casi más del resto de compañeros.
De momento son eso, los resultados, lo que salvan al Real Madrid de la quema, pero lo que es evidente es que cuando se juega con fuego, se corre el riesgo de quemarse. Y si las cosas no mejoran, a este Madrid le pedirá mucho más de lo que da y con razón.
Source link