LOS ANGELES, California – Ingrid López lleva cinco meses buscando a su hijo por las calles de Los Ángeles. El joven, de 24 años, sufre de esquizofrenia y su madre teme que algo terrible le pueda haber pasado sin sus medicamentos.
La mujer viaja dos horas en Metro para buscarlo y recorre el vecindario de MacArthur Park cuatro veces por semana en busca de su hijo. A veces reconoce que no duerme pensando y preguntándose “¿En dónde estará?”.
Carlos Jafet Alfaro desapareció en mayo de este año. El joven nunca había abandonado su casa pero, como su madre teme que como otros que padecen esa enfermedad haya tenidi alucinaciones o escuchado una voz que no existe.
Ni el peligro de las calles ni la pandemia detienen a esta madre. Una compañera de su iglesia la acompaña y juntas han ido hasta Skid Row. Siempre hace la misma pregunta.
“¿Ustedes han visto a mi hijo?”, le pregunta a todas las personas que se encuentra en medio de su desesperada búsqueda.
“Tengo miedo de que se haga daño y que en algún momento me digan que ya no se encuentra”, señala la angustiada madre. “Le pido a Dios, donde se encuentre, que me lo cuide, donde sea que se encuentre”, destaca López.
Tres de los jóvenes que desaparecieron durante un entrenamiento cerca de las costas de San Diego tenían raíces en el condado de Los Ángeles.
El Dr. Jorge Partida, jefe de Psicología del Departamento de Salud Mental del Condado de Los Ángeles, dice que las personas que paceden de esquizofrena presentan episodios como si estuvieran “despiertos en un sueño, reaccionando a las imágenes y sonidos en el sueño y no en la realidad”.
Para el cuidado de seres queridos con enfermedades mentales, algunas familias de Los Angeles se apoyan en el programa LA Found, que ofrece pulseras que rastrean la ubicación de las personas con estas dolencias.
Sin embargo, Carlos Jafet Alfaro no cuenta con esta tecnología por lo que su madre seguirá caminando con la esperanza de encontrarlo.
Unas 2,000 personas son reportadas como desaparecidas anualmente en el condado de Los Ángeles.