Son lugares de encuentro, de esos pocos rincones que perduran a lo largo de los tiempos, imprescindibles y ciudadanos, desde aquellas ágoras de debate y entendimiento de las antiguas urbes griegas, enclaves de mercado, de intercambio, tan necesarios. Y hoy siguen ahí, arboladas, secretas, discretas, ocupadas por las compras de la mañana, los viejecitos al sol, los niños con sus juegos por la tarde y cuando la noche se cierne sobre ellas son tomadas por los jóvenes —aunque hoy con la prohibición de reunirse más de 10 personas y la obligación de llevar la mascarilla—. Hay muchos tipos de plazas y Barcelona es rica en todos ellos. Existen aquellas por las que todos pasamos pero nunca nos detenemos, las más comerciales que se van despersonalizando con los años, las olvidadas y las secretas, y las que forman parte del día a día de los vecinos. A esas últimas hay que mimarlas pues, aunque son sus espacios más pequeños, son las que hacen la metrópoli más confortable, viva y apetecible.
La capital catalana cuenta con un buen puñado de estas plazas gracias a que a finales del siglo XIX y principios del XX los pueblos aledaños se fueron integrando en ella sin perder buena parte de su carácter. Gràcia, Sants, Les Corts, Horta, Sant Andreu, Sarrià, Poblenou, Poble Sec o la Barceloneta son hoy, como entonces, lugares acogedores que ralentizan el ritmo urbano y le confieren a Barcelona un aire, si no rural, sí de pequeña ciudad.
También el centro depara sorpresas agradables. Hay que dar un paseo por el Born y Ciutat Vella para hallar algunas de las pocas plazas porticadas de la ciudad, como la de la Boquería y la Reial, y un gran número de espacios de origen medieval entre los que destacan la plaza del Pi o la del Rei, y que forman parte de la Barcelona más visitada. La literatura es otra forma de recorrer lugares emblemáticos: la plaza del Diamant en Gràcia, donde la Colometa de Mercè Rodoreda bailaba con su Quimet a la luz de un farolillo; o el cine, con la plaza del Duc de Medinaceli elegida por Pedro Almodóvar como escenario de Todo sobre mi madre (1999). Siete esculturas que forman la palabra Barcino es uno de los legados que el artista multidisciplinario Joan Brossa dio a la ciudad y que se puede contemplar en la plaza Nova, junto a la catedral; y la obra de Joan Miró Dona i Ocell ocupa uno de los extremos del parque que lleva el nombre del artista, una escultura que de forma espontánea ha bautizado la plaza donde se encuentra.
Para conocer bien Barcelona hay que perderse por sus barrios descubriendo sus secretos mejor guardados, y sin duda las plazas son uno de ellos. Estos oasis en la maraña urbana se ofrecen al visitante como pequeños tesoros, por eso hemos elegido 12 espacios en los que la vida en la ciudad se muestra más placentera. Es la Barcelona de sus habitantes, lugares perfectos para disfrutar de las mañanas soleadas y hacer el aperitivo —actualmente con la limitación del 50% del aforo de bares y restaurantes, también en sus terrazas—, rincones en los que la banda sonora son los gritos de los niños, y su decorado, las tiendas de toda la vida y los nuevos bares, restaurantes y comercios que añaden contenido y encanto, los árboles, los bancos y las fuentes.
Plaza d’Osca (Sants)
Plaza del Sortidor (Poble Sec)
Desde el Paral·lel se sube hacia la falda de Montjuïc y en el trayecto aparece este emblemático espacio del Poble Sec que atrae según la hora del día a un público bien dispar. A pesar de que el sortidor (fuente con un chorro de agua) que le da nombre desapareció del lugar en 1929, sigue manteniendo dicha denominación. Quizá será por la contundente presencia del bar-restaurante situado en uno de sus flancos y que lleva el nombre de El Sortidor (+34 690 76 57 21). Es uno de los siete restaurantes más antiguos de la ciudad y forma parte de la lista de 200 establecimientos emblemáticos de Barcelona. Abierto ininterrumpidamente desde 1908, tanto su fachada como el interior conservan su decoración y carácter originales.
En la Plaça d’Eivissa espera el Quimet d’Horta, bodega de presencia impertérrita desde 1927
Plaza de la Concòrdia (Les Corts)
Presidida por el campanario de 40 metros de altura que corona la iglesia de Santa Maria del Remei, la de la Concòrdia es una de las plazas más señoriales. Cerrada al tráfico, está rodeada de edificios novecentistas y conserva algunos comercios antiguos, como una farmacia que data de 1860 y el palacete modernista de Can Deu, que hoy alberga el centro cívico del barrio —reabierto esta semana— y luce una preciosa tribuna de forja. Muy recomendable es la visita al patio interior para tomarse ahí un café y contemplar desde lo alto la réplica de la fuente de Canaletas de la Rambla que luce en uno de los extremos. Restaurantes como El Maravillas y Fragments son sus reclamos gastronómicos.
Plaza de la Barceloneta (Barceloneta)
Con aires de mar y recoleta, está presidida por la iglesia barroca de Sant Miquel del Port (1755), coronada por un imponente arcángel. Es una de las plazas más antiguas del barrio y aquí residió un tiempo el diplomático Ferdinand de Lesseps, como lo confirma una placa situada en el edificio aledaño al templo de Sant Miquel. Tranquila durante el día, a pesar de estar a pocos metros del ajetreado paseo de Joan de Borbó, por la noche atrae por sus tres ofertas gastronómicas recomendables: el renovado Can Ganassa, una antigua bodega centenaria (en el número 6; +34 932 52 84 49); L’Òstia y el Caffè Perfetto (plaza de la Barceloneta, 2).
En Prim se mantienen las casas bajas, blancas y humildes que fueron las viviendas de los pescadores
Plaza de Sant Agustí Vell (Born)
Penetrar en este espacio arbolado en pleno corazón del agitado barrio del Born es entrar en una dimensión calma de la ciudad. A pesar de ser un reclamo turístico de primer orden, Sant Agustí Vell conserva algunos comercios antiguos y se han abierto de nuevos que le aportan autenticidad. Hay quien afirma que tiene un aire parisiense, nostálgico. Será por los porches medievales que se conservan y los edificios de los siglos XVIII y XIX, recuerdo de cuando la zona estaba ocupada por molinos e instalaciones de la pujante manufactura textil catalana. Aquí todavía se puede comer un buen menú del día en el Joanet, en el número 6 (+34 933 19 90 37), o dejarse seducir por las tapas del histórico Mundial Bar (+34 933 19 90 56), que se asoma en uno de los extremos de la plaza desde 1925.
Plaza de Sant Pere (Sant Pere)
A apenas cinco minutos a pie de Sant Agustí Vell, caminando hacia la plaza de Urquinaona, aparece el monasterio de monjas benedictinas de Sant Pere de les Puel·les, con una preciosa portalada gótica que es lo único que se conserva del edificio original. Enfrente se abre un pequeño espacio encantador cuajado de árboles, unos pocos bancos y algunas terrazas para sentarse tranquilamente a leer un libro, admirar el entorno arquitectónico o apreciar la fuente de forja modernista que ocupa uno de los lados de la plaza desde 1896. Por la noche la calma muta para convertirse en uno de los lugares más animados del barrio de Sant Pere, que linda con el del Born. La Candela (plaza de Sant Pere, 12; +34 933 10 62 42) ofrece menús al mediodía y cenas y copas por la noche.
Plaza de Prim (Poblenou)
En el núcleo original del Poblenou destaca la plaza de Prim, rodeada de casas bajas, blancas y humildes que fueron las viviendas de los pescadores cuando este barrio vivía del mar. Aquí uno se sorprende con los tres fantásticos ombúes que literalmente la ocupan; estos árboles magníficos imponen su naturalidad a este espacio que parece vivir ajeno al tumulto cercano de la gran Barcelona. Pequeña y linda, no necesita gran cosa para seducir. Una fuente central, varios bancos que los vecinos disfrutan en las noches de verano y Els Pescadors, un afamado restaurante marinero, dan vida a la plaza.
Plaza de Masadas (Sant Andreu)
Es una de las pocas plazas porticadas de Barcelona, con la curiosidad de que el cuadrado perfecto de arcos se rompe en uno de los lados y crea una rareza arquitectónica. Enclavada en el distrito de Sant Andreu, en el barrio de La Sagrera, suele ser escenario durante todo el año de diversos eventos sociales y culturales, desde música de jazz hasta un concurrido mercado de coleccionistas y juguetes antiguos cada primer domingo de mes (aunque hace dos años este se trasladó a la plaza de l’Assemblea de Catalunya, a tan solo 90 metros). Agradable y con varias terrazas y locales donde elegir, como L’Arrossat (+34 936 39 94 29), un chiringuito de playa desubicado con una buena selección de arroces, y L’Empanat (+34 934 08 48 36), que con sus hamburguesas gourmet atraen clientes de toda Barcelona. Cerca se encuentra la plaza del Mercadal, una réplica a lo grande de Masadas.
Plaza de la Virreina (Gràcia)
Aunque todos los barrios de Barcelona son ricos en plazas, es el de Gràcia el que se lleva la palma por cantidad y popularidad. Junto a la del Sol y la del Diamant se abre la de la Virreina (cerca de los cines Verdi y del Teatre Lliure de Gràcia), que con la iglesia de Sant Joan y un puñado de viviendas obreras conserva el ambiente del pequeño pueblo que fue. Esto mezclado con los bares y comercios modernos que la flanquean la convierten en un lugar más que recomendable, que hasta la llegada de la pandemia a menudo vibraba y bailaba a ritmo de swing. Desde hace años, la Virreina tiene una oferta gastronómica estable con el Virreina Bar, en el número 1 (+34 932 37 98 80); La Cafetera, en el 2 (+34 936 67 79 38), y el Terra Bar, en el 5 (+34 932 18 20 31). Uno de los detalles más característicos de la plaza es la fuente de Ruth, inaugurada el 1949 con una bella escultura de bronce.
Plaza de Sant Vicenç (Sarrià)
Sarrià fue el último de los pueblos anexionados a la ciudad, en 1921; quizá por eso muchos de sus vecinos hablan todavía de ir a Barcelona cuando se desplazan al centro. La de Sant Vicenç es una auténtica plaza de pueblo en la que destaca en uno de sus lados un grupo de casas de colores junto a las cuales, en la esquina, está el bar Can Pau (+34 932 03 10 52), abierto desde 1965 y un lugar ideal para tomar unas tapas con toda la calma. Y en el centro, una fuente de piedra con la escultura de San Vicente, patrón de Sarrià. En otra de las esquinas destaca la ostrería Gouthier (+34 932 05 99 69), perfecta para los amantes de este molusco y el buen vino.
Plaza del Mercat (El Clot)
Está presidida por el mercado modernista del Clot, uno de los pueblos anexionados a Barcelona a finales del siglo XIX. Vibrante y comercial, merece la pena pasar por allí cuando el mercado está en pleno funcionamiento para admirar el edificio de ladrillo obra de Pere Flaqué, con su estructura de forja, inaugurado en 1889 y remodelado en 1995, y disfrutar de una amplia oferta de productos frescos de proximidad. Enfrente se abre la plaza repleta de comercios, bares, restaurantes y terrazas para sentarse y admirar el incesante trasiego. La plaza del Mercat del Clot es casi una desconocida para los foráneos, pero es sin duda un lugar que, si se conoce, se repite.
Plaza d’Eivissa (Horta)
Ocupa el corazón del antiguo pueblo de Horta, centro vital que antaño acogió el mercado y hoy es lugar de celebración y encuentro. Sorprende su forma irregular, que se alarga creando un recoveco donde se halla una de las bodegas más famosas de Barcelona, el Quimet d’Horta, de presencia impertérrita desde 1927 con sus bravas, la “rusa” y unas cañas bien tiradas. La plaza d’Eivissa siempre está animada, sus bancos llenos, un deambular constante de gente que viene y va y quizás se detiene en el café-bar Louise Se Va (+34 931 56 36 98), de inspiración rockera y toda una institución en el barrio, o en el Frankfurt Julia (+34 934 07 01 09), situado cerca de la estatua L’Eivissenca (La ibicenca), del escultor Joan Centelles (1887-1964). La oferta gastronómica se completa con una churrería; la heladería L’Eivissenca, famosa por sus granizados de ginebra y limón (inspirado en la pomada, un preparado alcohólico muy popular en Menorca), y el restaurante La Fonda d’Horta, en el número 8 (+34 930 24 58 37).
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