La NBA ya había sacado a los encargados del confeti para celebrar el título de Los Angeles Lakers, pero Jimmy Butler se dejó el alma sobre la pista para escribir su propia historia. Con otra actuación de héroe homérico, descansando 48 segundos en 48 minutos, dio a los Miami Heat otra vida en unas Finales NBA de traca que se sitúan 3-2. El líder de los floridenses tiró de los más hondo de sus entrañas para liderar el triunfo por 108-111 de los suyos y contestar un partidazo antológico de LeBron James, que en la posesión que podría haber cimentado su legado, decidió delegar el tiro para el título en Danny Green.
El veterano alero falló un triple en solitario desde el centro de la línea de perímetro y, a pesar de que los Lakers cogieron el rebote ofensivo, un pase a la nada de Markieff Morris, al que le quemó el balón, acabó con las esperanzas del alirón de los Lakers, que deberán sufrir otro arreón de unos Heat meritorios e incansables la próxima madrugada del lunes.
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Con 35 puntos, 12 rebotes, 11 asistencias, 5 robos de balón, un tapón y varias defensas asfixiantes sobre James, B
utler aguó la fiesta de púrpura y oro y desarmó el bonito relato de los uniformes en honor a Kobe Bryant, hasta ahora imbatidos. Enfundado su rival en ellos o no, con un voluminoso libro de estadísticas, porcentajes y expertos en su contra, los Heat volvieron a demostrar que les importa un pepino todo lo que se dice de ellos. “Nos importa una M-I-E-R-D-A”, deletreó su entrenador Erik Spoelstra en la previa.
En un partido desesperado, que se disputó hasta el último aliento, el toma y daca entre Butler y LeBron resultó antológico, una exhibición que irá de cabeza a la hemeroteca de la liga bajo la etiqueta ‘mejores de la historia’. El 22 resolvió con cuatro aciertos desde la línea de personal el encuentro, y se exigió tanto que casi se asfixia a sí mismo.
Cada canasta de Butler, y cada escapada de Miami en el marcador, encontró respuesta en las manos del Rey, resuelto a marcharse pitando de la burbuja tras celebrar una cuarta corona que no llegó a pesar de sus 40 puntos, 13 rebotes, 7 asistencias y 3 robos de balón. “Hay que vivir con ello”, dijo tras el partido.
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James hizo lo que de él se esperaba y mantuvo a los Lakers en el partido a toda costa, y es que Miami llegó a gozar de 11 puntos de ventaja en dos tramos opuestos del encuentro: el ecuador del segundo cuarto y el inicio del último. A pesar de ello, los angelinos supieron remar en contra y, después de varias desconexiones en defensa, apretaron el culo en los minutos decisivos.
L.A. recuperó el liderato con un triple de Kentavious Caldwell-Pope (16 puntos) a falta de 6:20 para el final, y pareció retomar la iniciativa después de no haber liderado más allá del arranque de partido. Butler, mirando al suelo, a la nada, parecía completamente roto. LeBron, pletórico con 6 triples de 9 intentos, usó el perímetro como arma para dar la vuelta a la tortilla cuando sus compañeros se lo pidieron con la mirada.
La extraña lesión en el talón de Anthony Davis, que aguantó en pista y terminó con 28 puntos, 12 rebotes en 42 minutos de juego, lastró durante varios tramos del encuentro a la dupla estelar de los angelinos. Eso sí, LeBron no cesó en su empeño. Igual que enchufó triples, se dedicó a penetrar y destrozar con mates y dos más uno los esfuerzos defensivos del rival, que le tiró todos sus efectivos sin éxito alguno.
Por fortuna, se encontró con su mala decisión en el último tiro. No es la primera vez que James delega un tiro ganador, y los fantasmas volverán a visitar su suite en Orlando para recordarle las Finales no finiquitadas del pasado. Hasta ayer, James acumulaba 17 victorias en sus últimos 18 partidos para cerrar una eliminatoria. Ya son 17 de 19 y está por ver que ocurre en el sexto.
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Quien levantó a Miami en su peor momento, en el ecuador del cuarto definitivo, fue un pletórico Duncan Robinson, que igualó la tercera marca triplista en unas Finales con una serie de 7 de 13 para un total de 26 puntos que contribuyeron a la supervivencia de los Heat. Tyler Herro, regular en el encuentro con 12 puntos, selló el triunfo con dos tiros libres a 1,6 segundos de la conclusión, que ya es mucho con la temporada en juego y tan solo 20 años.
Una vez más, Bam Adebayo estuvo medio apagado, quizás aquejado por el tirón en el cuello y las molestias que todavía arrastra. El joven pívot sumó 13 puntos, 4 rebotes y 4 asistencias y dio señales de vida en el tramo final del tercer cuarto, del que Miami salió liderando por 82-88 gracias también a la contribución de un Kendrick Nunn muy activo: 14 puntos.
Davis jugó los últimos minutos medio cojeando, pero doliéndose esta vez del tobillo que teóricamente no se había dañado. Su actuación fue buena pero confusa, con apagones inexplicables en tramos determinantes. Esa doble cara de la ‘Ceja’ lastró las opciones de LeBron, que lo hizo todo prácticamente solo. Más allá de Pope, tan solo Rajon Rondo tuvo un tramo con impacto en el partido. El base terminó con 4 puntos, 5 asistencias y un 1 de 7 en tiros de campo, lo que dice mucho de la falta de apoyos que encontró LeBron.
“Tuvimos un poco de suerte, porque Danny Green falló allí arriba”, valoró Butler tras el choque al micrófono de la ESPN. El alero metió 8 puntos para los Lakers pero falló el tiro más importante de la temporada. “Jugamos duro, nos hemos mantenido firmes, hemos aguantado todos sus golpes”, explicó el líder de Miami, un equipo que volverá a escuchar que sus horas en la burbuja se agotan y, una vez más, saldrá al sexto partido haciendo oídos sordos.
Al fin y al cabo, tienen a una estrella –y de esa condición ya nadie podrá ni siquiera dudarlo después de estas Finales– sobre la que escribiría hasta Homero.
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