El puente de la Hispanidad ha desbordado Granada en pleno auge de la segunda ola de la pandemia en la única capital de Andalucía que supera los 500 casos por 100.000 habitantes. A los 40.000 estudiantes de la Universidad que por fin disfrutaban de un fin de semana largo desde que se incorporaron a las clases el 21 de septiembre se sumó una avalancha de turistas, que colgaron el cartel de no hay billetes en La Alhambra y coparon el 85% de las plazas hoteleras de la ciudad. Un coctail que se tradujo en un bochornoso desmadre la madrugada del domingo con centenares de personas en la calle sin mascarillas y sin guardar distancias de seguridad y que ha obligado a la Junta a adoptar hoy medidas más restrictivas. Aunque no se han concretado, su presidente Juan Manuel Moreno, ha apuntado esta mañana a que se adoptarán “decisiones que supondrán limitaciones en las residencias universitarias y en otras esferas”.
La incidencia en Granada se ha disparado en los últimos 15 días y desde la Consejería de Salud se ha vinculado este incremento con el inicio del curso universitario. Su titular, Jesús Aguirre, aseguró la semana pasada que los contagios estaban especialmente relacionados con las “residencias de estudiantes y colegios mayores más a que a los centros de estudio”. En la actualidad hay tres brotes localizados en sendos alojamientos universitarios de la capital granadina, uno con 68 positivos, otro con 23, notificado este fin de semana, y otro con 13, confirmado este mismo lunes. En Granada hay casi medio centenar de residencias universitarias y, aunque cada una de ellas, como entidad privada, tiene sus propios protocolos covid, ninguno de los tres centros afectados ha sido confinado, confirman desde la Delegación de la Junta en Granada.
“Nuestros protocolos son muy restrictivos y muchos los hemos compartido entre otros directores de residencias, pero si nos imponen nuevas medidas las aceptaremos”, explica Javier Ortiz, director de AMRO Granada, una residencia universitaria con capacidad para 354 plazas, pero que no ha ofertado todas las habitaciones para poder confinar a los estudiantes que den positivo. La Junta no ha especificado todavía qué medidas baraja -si imponer horarios de cierre nocturnos, decretar aislamientos colectivos si se da un positivo, limitar las visitas…- pero los responsables de estos tipos de alojamientos advierten sobre una criminalización inmediata. “Los estudiantes hacen vida dentro y fuera de las residencias. Las imágenes de este fin de semana no pasaron en un colegio mayor”, señala Ortiz, quien advierte de que la mayoría de los estudiantes de la Universidad de Granada viven en pisos. “Las residencias y colegios mayores podemos alojar a unos 2.000 o 3.000 alumnos”, asegura.
Con todo, el incremento de casos es preocupante. “Cualquier medida que se aplique en un lugar donde haya riesgo de aglomeraciones, ya sea pisos o residencias es oportuna”, opina Juan Pedro Arrebola, epidemiólogo de la Facultad de Medicina de la UGR. “En las residencias hay más gente concentrada y es más fácil aplicar los controles que en un piso”, explica. Arrebola llama la atención sobre las particularidades de Granada a la hora de explicar el incremento de casos y su particular incidencia entre los estudiantes. “La propagación es un tema multifactorial, pero en Granada confluye, además de los universitarios, una población muy joven, una circunstancia que hace que haya muchos casos asintomáticos, un caldo de cultivo que no sabemos qué consecuencias vaya a tener”, advierte.
En Granada casi el 20% de su población tiene menos de 20 años. “La media de incidencia por covid entre la gente joven es de 1000 casos por 100.000 habitantes, por encima de los 500 casos, que hemos alcanzado”, explica su alcalde Luis Salvador (Ciudadanos), que pide, sin embargo, que no se estigmatice a los estudiantes y que las medidas que adopte la Junta sean proporcionales y no vayan más allá de “endurecer limitaciones en la hostelería, en colegios y residencias y alguna iniciativa que pueda adoptar la Universidad”. Salvador ha pedido al Gobierno regional que no imponga restricciones a la movilidad, como ya ha sucedido en los municipios de Casariche (Sevilla), Linares (Jaén) y Almodóvar del Río (Córdoba) y que los agravios comparativos con Madrid o Navarra no impulsen a determinar un confinamiento perimetral.
Salvador también trata de restar trascendencia a las lamentables imágenes del pasado domingo que se hicieron virales. Hasta 400 personas sin guardar las distancias de seguridad y la mayoría sin mascarillas se concentraron en la calle Ganivet. “Coincidió con el cierre de los bares y todo el mundo coincidió a la salida, en cuanto llegó la policía, la gente se dispersó en unos 20-25 minutos”, señala. Los hosteleros han propuesto hacer cierres escalonados para evitar estas aglomeraciones, pero no quieren ni hablar de restricciones de aforos o adelanto de los horarios de cierre, como ocurre en otros municipios confinados en la región. “No podemos permitirnos ni las restricciones que ya padecemos”, señala Gregorio García, presidente de la Asociación de Hostelería de Granada.
En la madrugada del domingo, los agentes tuvieron que atender 300 llamadas alertando de botellones en la calle y fiestas en pisos. “Ocho de cada 10 denuncias fueron de personas que no eran de Granada”, insiste el regidor, que recuerda que justo este fue el primer puente en el que se vendieron todas las entradas de La Alhambra, los hoteles estaban al 85% y los estudiantes coincidían después de mucho tiempo sin verse. “Las grabaciones pueden dar una sensación equivocada”, insiste.
Solo un 0,3% de incidencia en la Universidad
“A mí me da vergüenza ajena. Yo estoy sacrificando parte de mi vida, he cambiado mis hábitos para luego ver estas imágenes”, explica Manuela -que prefiere no dar su nombre real- y vive en una residencia familiar en Granada. “Está más vacía que otros años, muchos compañeros de la provincia, como las clases son semipresenciales este año han preferido quedarse en sus pueblos”, cuenta. Ella ve de manera ambivalente la posibilidad de que se impongan nuevas restricciones. “¿Quién te garantiza que no nos vayamos a quedar en las habitaciones y que también haya concentración de personas en un lugar cerrado?. Es complicado”, indica. Una reflexión que también comparte Ortiz.
En la UGR, una de las universidades más prestigiosas de Europa, estudian 60.000 alumnos, 40.000 de fuera de la ciudad. Para este curso han adoptado la semipresencialidad al 50% con carácter rotatorio y, aunque están abiertos a ampliarlo si la Junta así se lo pide, apelan a las cifras para rebajar el grado de alarma. De acuerdo con sus últimos datos publicados el pasado viernes, la tasa de incidencia de Covid-19 entre su alumnado es de solo el 0,3 por ciento. “Los espacios universitarios son tan seguros como otros”, insisten desde la Universidad.
En otras ciudades eminentemente universitarias, como Salamanca, no hay tanta incidencia de contagio entre los jóvenes. Allí la vicerrectora ha establecido una mesa de trabajo con los colegios mayores y residencias para hacer un seguimiento eficaz del control de la pandemia. En León, se ha llegado a un acuerdo con las residencias para cerrar durante la noche y evitar las salidas nocturnas. “Los chavales no son conscientes de las circunstancias en las que estamos, ni de las sanitarias ni de las económicas”, señala Ortiz. “En Granada hay que tomar medidas, quizás no como las de Madrid, porque la situación de expansión es distinta, pero por sus características de población joven y concentración debe actuarse cuanto antes”, advierte Arrebola.
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