Mañana, a las 21h, en el Palau Blaugrana se juega el Barça-Madrid de Euroliga, el primer gran partido de la temporada en casa. El Barça pidió permiso al Procicat para, con todos los protocolos de seguridad, higiene y distancia requeridos, pudieran entrar 500 aficionados al Palau por primera vez desde el mes de marzo. La respuesta fue: denegado. Con la velocidad de propagación del virus en la cresta de la segunda ola, todo es comprensible, toca aguantar, seguir las indicaciones, al mal tiempo, buena cara y a ver el partido por televisión y aguantar a los comentaristas. Callar, sí, a no ser que los agravios comparativos dejen a la Generalitat sin argumentos y al Barça como perjudicado. Es decir, el martes, el Joventut de Badalona pudo jugar su partido de Eurocup en el Pavelló Olímpic ante 1.258 espectadores y al Barça, el viernes, le prohíben entrar 500 aficionados al Palau Blaugrana. ¿El motivo de tal incongruencia? Al Barça no le han sabido contar porqué, a 13 kilómetros de distancia, a menos de media hora de coche, unos tienen permiso para dar entrada a más de mil personas, en un pabellón de 12.000, y otros no pueden poner 500 en una pista con 7.500 localidades. Unos sí y otros no. Tan cerca. Siendo el mismo organismo el que da el visto bueno. Como mínimo, muy raro.
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