Bruselas enfría las perspectivas de una rápida recuperación a medida que los países vuelven a imponer duras restricciones en la vida de sus ciudadanos para frenar el nuevo avance de la pandemia. Ante la segunda ola de contagios, el comisario de Economía, Paolo Gentiloni, urgió este martes al Consejo y a la Eurocámara a “redoblar sus esfuerzos” para poder ejecutar el plan de recuperar con premura. El presidente del Consejo de supervisión del BCE, Andrea Enria, advirtió del aumento de la morosidad que conllevará la segunda fase de la pandemia y abogó por crear un banco malo europeo.
La Comisión Europea revisará la semana que viene las previsiones para la economía de la UE de este año y el que viene, que hasta ahora arrojaban un retroceso del 8,7% para 2020 y un avance del 6,1% para 2021. Todo indica que Bruselas será menos optimista con la recuperación económica, que se verá impactada por la segunda ronda de medidas restrictivas adoptadas desde Madrid hasta Praga, que está suponiendo que millones de negocios deban bajar de nuevo la persiana. “Europa está experimentando ahora una fuerte segunda fase de la pandemia, con números que van por el mal camino en todo el continente”, lamentó Gentiloni en una jornada organizada por el think tank CEPS.
Las capitales sacaron su artillería durante la primera oleada de infecciones para proteger sus economías, aunque unos países lo hicieron con mayor contundencia que otros. Solo Alemania se dejó más de la mitad de los 2,94 billones de euros que los Veintisiete han destinado a ayudas de Estado. Por ello, el comisario pidió desplegar los acuerdos de emergencia del Eurogrupo del pasado mes de abril para rescatar la economía europea con un paquete de préstamos de hasta 570.000 millones de euros. De hecho, Gentiloni recordó que ayer España, Italia y Polonia empezaron a recibir este martes los primeros desembolsos del llamado fondo SURE (por ahora, 17.000 millones) para financiar sistemas de protección temporal de empleo, como los ERTE.
El italiano, además, reclamó que se aceleren las negociaciones por el fondo de recuperación, de 800.000 millones de euros, entre el Consejo y el Parlamento Europeo. Ambas instituciones se han enredado en una batalla por 39.000 millones de euros en las conversaciones por el fondo y el Presupuesto de la UE. Ese bloqueo ha llevado a Bruselas a la convicción de que el fondo no estará listo el próximo 1 de enero, como demandan Italia y España, puesto que debe ser ratificado por los 27 parlamentos nacionales y la Eurocámara. Cada día cuenta de retraso cuenta, puesto que Bruselas cree que si llegan a tiempo podrán empezar a emitir deuda el próximo verano.
El comisario llamó también a “mantener el apoyo a la economía” europea ante la segunda oleada. “Tanto como sea necesario durante el tiempo que sea necesario”, advirtió. “Creo que hemos prendido las lecciones de la pasada crisis”, añadió el comisario. Bruselas esta vez por ahora huye de las políticas de austeridad y mantendrá suspendido de facto el Pacto de Crecimiento y Estabilidad durante todo 2021 y “cuanto sea necesario”. Es más, Gentiloni vinculó el regreso a las reglas fiscales con su reforma. “El debate sobre cómo y cuándo normalizar la política fiscal no se puede mantener de forma aislada del debate sobre cómo mejorar nuestro marco de gobernanza”, agregó.
“Incremento esperado” de la morosidad
Bruselas teme, además, que una recuperación lenta o una eventual recaída en el último trimestre pueda amplificar los problemas del sistema bancario europeo. No es la primera vez que las instituciones comunitarias lo advierten. Y ayer se añadió a ese toque a rebato Andrea Enria. En una comparecencia por videoconferencia en el Parlamento Europeo, el presidente del Consejo de Supervisión del BCE afirmó que se espera un aumento de los créditos morosos, en especial cuando las medidas de apoyo y las moratorias que han desplegado los países de la UE empiecen a retirarse.
Enria recuperó la idea del banco malo comunitario, al que se refirió como “una iniciativa europea” que podría consistir en la unión de las compañías de gestión de activos nacionales (en el caso español, la Sareb). Esa agrupación, a su juicio, permitiría hacer frente al “incremento esperado” de la morosidad y garantizar la igualdad de condiciones dentro de la Unión Bancaria. Enria dijo ser consciente de la controversia que genera esa propuesta por el “miedo” a que conduzca a una mutualización de las pérdidas en la UE. Frente a ese temor, el italiano defendió que los bancos malos, si están bien diseñados, permiten al sector bancario limpiar sus balances de forma “más rápida” sin pérdidas para los contribuyentes.
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