La marea negra vuelve a poner calor en Miribilla

¡Cómo se echaba en falta a la marea negra en el Bilbao Arena! Solo fue una pequeña representación en el estreno europeo del RETAbet en la Basketball Champions League (BCL), pero algo es algo. Podría decirse que vemos la luz al final del túnel, pero no es verdad. Parece que estamos en un bucle y que hemos vuelto a salir por el lado del mes de marzo. ¿Habrá espectadores en la siguiente cita continental de los hombres de negro el 10 de noviembre ante el Brose Bamberg? Es una incógnita.

Desde el lejano 8 de marzo no acogían los asientos de Miribilla a la hinchada del Bilbao Basket. 233 días de abstinencia baloncestística en vivo. No ha sido sencillo el regreso. En la ACB es imposible, sin embargo Europa abría una puerta, y con dificultades, a unos pocos aficionados. Incluso a un pequeño puñado de turcos que se dejaron sentir por momentos.

Primero existía la posibilidad de que estuvieran 600 personas en el Bilbao Arena. Las restricciones se endurecieron y pasaron a 400. El toque de queda presentó otro palo en la rueda y el choque se adelantó media hora. La limitación de la movilidad entre los municipios coartó el panorama todavía más. Solo pudieron estar los aficionados residentes en Bilbao o los autorizados a desplazarse por la capital vizcaína. Un galimatías.

Pese a todo, una pequeña representación de la marea negra puso calor al envite contra el Pinar Karsiyaka. No sirvió para atar la victoria, pero fue de agradecer escuchar ruido más allá del que sale de la pista. La estampa se adecuó a la pandemia. Gel hidroalcohólico, mascarillas, acceso ordenado al pabellón, distancia de seguridad. Cada espectador entraba con un papel buscando su lugar, que no era el habitual.

Había ganas de baloncesto. Se intuía en las caras. Aplausos en la salida de los jugadores del vestuario y también en la presentación. Incluso Armi, mascota del RETAbet, se acicaló para mostrar sus mejores galas. La ocasión lo merecía. Los gritos de “Bilbao Basket” atronaron en el primer ataque local entre los ecos de las mascarillas. La celebración se hizo patente con la primera canasta, obra de Aaron Jones. El público también jugó su partido con los árbitros, aunque parece que no ejerció presión suficiente.

El habitual ruido en los tiros libres del rival se convirtió en novedad. Vuelve a escena. Es otro baloncesto. Al final cantó victoria el reducido grupo de aficionados del Pinar Karsiyaka, que se dejaron oír cuando el triunfo estaba sentenciado. La hinchada del Bilbao Basket despidió con una ovación a los suyos, que se vaciaron sobre la cancha. Hasta la próxima, esperemos que sea pronto.


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