El Sevilla dio un paso de gigante en sus aspiraciones de clasificarse para los octavos de final, pero siendo críticos cabe destacar que el conjunto hispalense tiene un enorme margen de mejora en cuanto a pegada. El conjunto dirigido por Julen Lopetegui fue notoriamente superior al Rennes, dominando el encuentro con tal comodidad que uno entiende que ni siquiera el ausente Camavinga hubiese cambiado el guion (y el desenlace) del partido. Pero lo cierto es que el Sevilla convirtió muy poco para lo mucho que genero. Un total de 23 disparos realizaron los Munir, Ocampos, Joan Jordán, Rakitic, Luuk De Jong y compañía para que solo este último fuese capaz de protagonizar uno que superase a un Alfred Gomis que, todo hay que decirlo, también tuvo mucho mérito en eso de que la cosa acabase 1-0.
El guardameta senegalés estuvo bien, sí, pero este Sevilla de Lopetegui, si de verdad quiere dar un paso al frente y luchar por altas cotas en esta Champions, debe hacer autocrítica. Principalmente sus efectivos en ataque. Porque ya sea por precipitación, por falta de puntería, o por mala fortuna (que nunca es tal y siempre acostumbra a llevar consigo una razón), lo cierto es que el principal pero de este equipo es la falta de pólvora. O cuanto menos, el déficit en ese sentido. Y este encuentro ante el Rennes ni mucho menos es el primero en el que se hace latente.
Equipo binario
Con el de este miércoles, ya van seis encuentros consecutivos del Sevilla en el que ni los de Lopetegui ni su contrincante consiguen que en el tanteo del marcador haya un número diferente al 0 o al 1. Este equipo es de código binario, y pese a que esta circunstancia podría inducir a pensar que sus partidos son aburridos, la realidad es que no lo son. Al Sevilla le falta gol, sí, pero también concede muy pocos. Y lo que es jugar, los de Lopetegui juegan bien. Ya entrarán.
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