La niña india que exigió aire limpio a su Gobierno

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Todo se inundó. Murieron más de un millar de personas, se perdieron cosechas y las casas quedaron destruidas. Aquella tormenta de 2013 que anegó el Estado de Uttarakhand, en el norte de India, no fue una noticia más en el informativo para Ridhima Pandey, vecina de Haridwar. Tenía entonces cinco años y, tras ver las imágenes del desastre en la televisión, se enfadó tanto que empezó a hacer preguntas: ¿por qué había ocurrido? y ¿cómo se podía evitar? Sus padres le explicaron que lo que estaba pasando era algo muy grave y que le iba a afectar en el futuro. Aquella fue la primera vez que escuchó hablar del cambio climático.

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Causa cada año más muertes de menores de cinco años en el mundo que cualquier otra enfermedad, unas 800.000. Y en la mayoría de los casos se podrían haber evitado.

“Comencé a investigar en Internet y también seguí haciendo preguntas”, recuerda Pandey. “Y me enteré de que los niños tienen derechos que estaban siendo violados por el Gobierno y la generación de mayores”. Su codicia para ganar dinero y propiedades, sus emisiones, estaban menoscabando el presente y el futuro de los más pequeños. “Estaba muy enfadada en ese momento porque ellos han tenido una infancia feliz, con todo lo necesario para una vida saludable, como aire limpio y agua limpia. Todo. Pero nos ponen las cosas difíciles a los niños”, explicaba la joven de 13 años en una entrevista en el I Foro Global sobre Neumonía Infantil, celebrado en Barcelona el pasado enero, al que acudió invitada para advertir de la relación entre esta enfermedad y la contaminación del aire.

India es uno de los países con más contaminación del mundo. La capital, Nueva Delhi, es la ciudad con el aire más tóxico del planeta, a pesar de que ha reducido la polución un 25% entre 2016 y 2018, según sus datos. Los expertos insisten en la necesidad de acortarla en un 65% para llegar a estándares internacionales. El país está también a la cabeza en cuanto a mortalidad infantil por neumonía, solo por detrás de Nigeria, con 127.000 menores de cinco años fallecidos por esta enfermedad en 2018. “Los niños pequeños tienen un sistema inmunológico más débil y tienen que usar nebulizadores o máscaras de oxígeno”, subraya Pandey.

Ella misma sufrió ahogos cuando visitó la capital para dar una charla en un colegio que, además, se tuvo que suspender porque se decretó el cierre de los centros educativos al estar en serio peligro la salud de los estudiantes. “No veía bien. No podía respirar, era como si me hubieran puesto un montón de piedras sobre el pecho”, rememora. “Ese es el aire que respiran los niños todos los días. Según los informes, es como si fumaran 40 o 50 cigarrillos. Puedes imaginar lo malo que será para ellos”.

Esa es “la verdad sobre lo que enfrentan los niños en la India y cómo las autoridades no están tomando suficientes medidas”, afirma. “El futuro es horrible en nuestra imaginación infantil. Así que quiero que las autoridades actúen para que podamos imaginarlo maravilloso”. Con ese objetivo, en 2017, Pandey presentó una demanda al Gobierno indio por inacción ante el cambio climático. Muchos le advirtieron de las posibles represalias que podían tomar contra ella y su familia. Temía que su madre, funcionaria del servicio forestal, o su padre, empleado en una ONG, fueran despedidos. Pero ellos le dijeron que podían asumir esos riesgos. La niña intentó buscar apoyos en otros críos también preocupados por el cambio climático, pero fracasó en el intento. Nada de eso frenó a Pandey.

El futuro es horrible en la imaginación de los niños

“No obtuve una respuesta positiva de la Corte. El Tribunal Verde Nacional, que se encarga de los casos que están conectados con el medio ambiente, descartó mi petición con el argumento de que el Gobierno está haciendo todo excelente y no hay necesidad de dar ninguna directriz”, dice, y pone una mueca de incredulidad mientras lo cuenta. Lo que pedía Pandey es que se regulase la actividad industrial para limitar sus emisiones. “Todo estaba basado en documentos científicos. Las personas no son las que contaminan tanto, sino las fábricas”, explica.

Aunque no logró su objetivo, Pandey se ha convertido en un referente en India en la lucha contra el cambio climático. También en la arena internacional. Ella fue una de las 16 adolescentes que interpusieron una demanda ante la ONU en septiembre de 2019, coincidiendo con el inicio de la Cumbre de Acción Climática, a la que habían acudido un centenar de mandatarios de todo el mundo para decidir acciones frente al calentamiento global. El grupo de activistas, encabezado por la sueca Greta Thunberg, presentó una queja oficial en la sede en Nueva York de Unicef, que definió la iniciativa como “histórica”. Ahora solo falta que los gobernantes les hagan caso.

Pandey no ceja en su empeño por hacerse escuchar y convencer a “los mayores” de la importancia que la lucha contra el cambio climático tiene para la salud, para el futuro. Para ellos tiene un último mensaje: “Los ricos, los que tienen dinero, donan ropa, comida y fondos para los pobres, para que los niños tengan alimentos, abrigo y un lugar en el que protegerse del calor y del frío. También para su educación. Pero ¿qué pasa con lo que les roban y deberían tener naturalmente, que es aire limpio y agua limpia?”.

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