El caso de Nicolas Batum ejemplifica el complicado entramado salarial que rige la NBA, una competición que baña en oro a sus jugadores y que obliga a cumplir a rajatabla a las franquicias, que dificilmente pueden escapar de un mal contrato. Los Charlotte Hornets, para hacer hueco a Gordon Hayward y sus 120 millones en cuatro años, se han desprendido de los 27,1 millones que Batum les iba a costar este curso.
Después de esta renuncia, fuentes cercanas a la negociación han apuntado que el francés de 31 años podría recalar en Los Angeles Clippers de Kawhi Leonard, Paul George y Serge Ibaka.
Batum lleva un par de años de capa caída, y el curso pasado sus promedios se desplomaron hasta los 3,6 puntos y 3 asistencias en 23 minutos de juego. Sus porcentajes del 28,6% en triples y 43,8% en tiros de campo, le convirtieron en el jugador menos efectivo de su banda salarial y en el peor anotador de la liga entre los jugadores que promedian más de 20 minutos por partido.
Cuando firmó por 120 millones y cinco temporadas para el equipo de Michael Jordan en 2016, el francés promediaba 14,9 tantos y 5,8 asistencias por encuentro e iba camino a convertirse en el tirador de referencia del equipo liderado entonces por Kemba Walker
El jugador de 31 años ha suscitado el interés de más de una franquicia, e incluso había sonado para los Golden State Warriors. Parece ser que los candidatos al anillo ven en él a alguien capacitado para contribuir en momentos puntuales del curso a pesar de su frenazo el año pasado.
El negocio, a Batum, le ha salido redondo: acabará en una franquicia competitiva, cobrará íntegro su anterior salario y encima recibirá uno nuevo por el mínimo de veterano que establece la liga. En total, unos 30 millones en el banco y la posibilidad de alzar su primer anillo.
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