La Unión Europea también quiere replantear su relación con EE UU aprovechando la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca el próximo mes de enero. El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, aspiran a que la cumbre europea de la próxima semana logre el consenso necesario para ofrecer a Washington una nueva relación transatlántica adaptada a la era post-Trump. La UE busca, en concreto, coordinarse con Washington para afrontar los retos más inmediatos, como la lucha contra la pandemia de covid-19 y la crisis económica que lleva aparejada, pero también para fijar posiciones a escala global y, muy en particular, ante China.
El debate en el seno de la Unión comenzará este mismo lunes, durante la reunión de los Representantes Permanentes de los Estados miembros ante la UE (un foro conocido como Coreper). Los diplomáticos comunitarios tienen ya sobre la mesa un primer documento, procedente del departamento de Michel, en el que se subraya la necesidad de que “la UE acuerde prioridades concretas en las que comprometerse con el nuevo liderazgo de EE UU”.
Michel confía en marcar el reinicio de las relaciones transatlánticas durante una cumbre con el futuro presidente Joe Biden. El líder europeo ya ha trasladado la invitación al presidente electo y espera que Biden pueda realizar una visita a Bruselas “durante el primer semestre de 2021”, según indica una fuente europea. Michel también ha iniciado los contactos con el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, con la idea de que el viaje de Biden a Bruselas se convierta en una visita conjunta a la sede de la Alianza atlántica y a la de la Unión Europea.
El documento de la UE, de momento, propone tender la mano a Biden “para coordinarse con EE UU en cuanto a la política exterior y de seguridad con respecto a China, Rusia, Turquía, Oriente Medio, África, Balcanes occidentales, vecindad oriental y Latinoamérica”. Es decir, prácticamente toda la agencia internacional y todos y cada uno de los lugares donde Europa y EE UU han llevado a cabo en los últimos cuatro años, muy a menudo, unas políticas en paralelo cuando no contradictorias.
Bruselas reconoce que “China va a seguir estando en la primera línea de la agenda exterior de EE UU”. Pero si hasta ahora la Unión había optado por seguir su propio camino en relación con Pekín, ahora se ofrece a Washington “trabajar juntos para resolver nuestras preocupaciones compartidas en economía, derechos humanos y seguridad”.
Fuentes europeas indican que ese documento servirá también de base a Michel para realizar una ronda de consultas con todas las capitales europeas y tantear la voluntad de los 27 Gobiernos europeos a la hora de forjar una nueva relación con Washington. En las últimas semanas, tras la derrota de Trump en las elecciones estadounidenses del 3 de noviembre, han surgido roces entre Berlín y París sobre la orientación de la alianza transatlántica a partir de enero.
Tanto la canciller alemana, Angela Merkel, como el presidente francés, Emmanuel Macron, han mostrado su intención de renovar los lazos con EE UU. Pero París aboga por continuar el reforzamiento de las capacidades militares y diplomáticas de la UE para alcanzar una “autonomía estratégica” respecto a EE UU. Berlín, en cambio, apoya esa evolución pero considera una quimera alcanzar a corto e, incluso, a medio plazo, una verdadera autonomía estratégica europea.
El documento del Consejo no entra en ese debate, pero aboga por aprovechar la oportunidad del relevo en Washington para que la UE “renueve y refuerce una asociación estratégica con EE UU basada en intereses mutuos”. Bruselas cree que ambas orillas del Atlántico deben cerrar filas “para promover el orden liberal mundial”. Los últimos cuatro años, con Trump en la Casa Blanca, los ataques contra ese orden procedían directamente de Washington y la UE se ha visto a menudo como el último bastión de un orden multilateral que se resquebrajaba bajo sus pies.
Nuevas demandas
“Hay una oportunidad para volver a anclar a EE UU en el sistema multilateral”, señala el documento del Consejo que marcará el debate de los próximos días. Bruselas propone, en concreto, estrechar la colaboración con Washington en el seno de la ONU y otros foros internacionales para “promover el respeto a los derechos humanos, la democracia y el Estado de derecho”.
Pero la UE también tiene demandas hacia la nueva administración. El documento del Coreper aboga por instar a EE UU a retirar las sanciones contra el personal de la Corte Penal Internacional; y por llevar a Washington a comprometerse de nuevo con la reforma y fortalecimiento de la Organización Mundial de Comercio, prácticamente paralizada por Trump.
Bruselas también espera que el regreso de EE UU a la Organización Mundial de la Salud (OMS), prometido por Biden, marque el inicio de una agenda común para “prepararse y responder a emergencias sanitarias globales”. El retorno de EE UU al Acuerdo de París sobre lucha contra el cambio climático también se interpreta como la oportunidad para pactar cuanto antes “un calendario para la neutralidad climática”.
La UE pasa más de puntillas por los puntos que pueden resultar polémicos con Washington con o sin Trump. En concreto, en el terreno tecnológico, Bruselas propone trabajar de manera conjunta “en estándares, regulación y fiscalidad”. Pero sin entrar en los detalles del veto a Huawei impuesto por Washington para el desarrollo de la 5-G ni en la llamada tasa Google que la UE desea imponer a las grandes plataformas tecnológicas, casi todas ellas estadounidenses.
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