Poca duda cabe que en los partidos europeos de la Real el campo se vuelca de forma inequívoca hacia la portería del guardameta rival de los txuri urdin. Ayer, con menos finura y, desde luego, menos fluidez que frente al AZ Alkmaar, los hombres de Imanol repitieron asedio ante un contrario atrincherado sin sonrojo con cinco y seis hombres dentro del área propia. El resultado, sin embargo, volvió a ser otro monumento a esa impotencia que le está acompañando a la Real en su caminar en la Europa League. Lejos de la exuberancia que ha exhibido en varias fases del campeonato liguero, llegar al gol en Europa le cuesta al equipo realista sangre, sudor y lágrimas.
El porcentaje de posesión del esférico ayer rozó el surrealismo. 75% y 25%. Es difícil tener menos el balón que los croatas y llevarse más botín: dos goles y un punto. Pero esa no es una lectura que permite hacer de menos a los balcánicos. Tenían un plan y lo ejecutaron bien. Y puntuaron. Su idea, por supuesto, incluía un comportamiento casi perfecto en defensa y a balón parado. El que le faltó a la Real. Porque en este juego las únicas cifras que sirven, los únicos números que cuentan, son los que campean en el marcador y, a ese respecto, la Real es toda una oda a la desesperación.
20 tiros y 10 corners por partido
La suma continuó ayer frente al modesto equipo croata. 28 disparos más a acumular a los ya efectuados hasta la fecha. 98, casi 100 en los cinco partidos de la fase de grupos. Y 12 saques de esquina más para la colección de ejecuciones inservibles desde la esquina. 50 en total. Números redondos. Ningún gol en remate directo, o similar, después de centrar desde el banderín de córner. Unas medias difíciles de encontrar en la mayoría de partidos de cualquier competición: 20 intentos a la portería contraria y 10 corners por encuentro. ¿Resultado? Un gol a la desesperada de Bautista en Croacia tras una buena acción colectiva, otro de Portu tras semifallo de Oyarzabal ante el AZ en Anoeta y los dos de ayer, el primer tras una gran maniobra del delantero de Errenteria y el segundo en pleno acoso final. Un análisis alejado de la calentura aparejada a cualquier final de partido concluirá que es demasiado poco.
Con algún gol más en estos partidos es posible que la Real también tuviera que acudir a Nápoles a sumar algún punto para continuar viva en la Europa League. Pero, cuanto menos, viajaría sin ese grado de desesperación que se ha generado en casi todos los partidos de la Europa League y, sobre todo, con la seguridad de que la distancia que le separa del gol en esta competición no es tanta como la realidad se encarga de demostrar.
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