El gol de Willian
José al Nápoles en el rebautizado Diego Armando Maradona pasará a formar parte de la galería de tantos históricos de la Real. El derechazo del punta brasileño vale una clasificación para los dieciseisavos de final de la Europa League, uniéndose a otras dianas recordadas como la de Adnan
Januzaj en el Wanda Metropolitano que valió para lograr la clasificación para disputar este torneo, o al de Juanmi en Balaídos en la temporada 2016/17 para lograr el mismo objetivo.
Con 1-0 en el marcador y el minuto 90 superado, las miradas, además de en Nápoles, estaban centradas en Rijeka, donde el AZ Alkmaar empataba su partido (1-1) y acababa de quedarse con 10 jugadores tras la expulsión de Karlsson. Los holandeses, que habían sido dominadores en muchos tramos del encuentro, habían renunciado al ataque, esperando defender ese empate y que la Real fuera incapaz de marcar en el antiguo San Paolo.
Allí, con el primer minuto de la prolongación consumido, la angustia txuri urdin comenzaba a ser patente, lo que unido a la impotencia que generaba el no poder crear ocasiones peligrosas y el recuerdo de las desperdiciadas por Portu, el propio delantero de Porto Calvo o Merino, hacía aún más dolorosa la eliminación que se atisbaba en el horizonte.
Sin embargo, y como ya sucediera en Rijeka cuando Jon
Bautista hizo en el minuto 92 un gol que entonces ya se antojaba fundamental y que ahora ha adquirido aún más trascendencia, Willian
José rescató al equipo al cazar un centro de Barrenetxea que cayó en el área napolitana para que Willy pusiera todo su alma en el remate, que superó la estirada de Ospina para besar las redes con el mismo amor que el propio Maradona puso en el Estadio Azteca en 1986 cuando besó la Copa del Mundo tras derrotar a Alemania en la final.
El estallido de alegría de todo el equipo fue inmediato, pero Rijeka, donde la Real nada podía hacer, seguía en el subconsciente. Un gol del AZ mandaba a la Real para casa.
La sensación afortunadamente no duró mucho porque segundos después Ivan
Tomecak anotaba el segundo tanto de los croatas y la noticia recorría los 935 kilómetros que separan el estadio Rujevica del Diego Armando Maradona a la misma velocidad que el astro argentino dejaba atrás a los defensores ingleses en el Estadio Azteca para marcar el Gol del Siglo en La Jugada de Todos los Tiempos.
Las miradas entre los banquillos de la Real y del Nápoles debieron cruzarse y en ese lenguaje universal que es el fútbol quedó claro que el partido había terminado. Como había sucedido el 19 de julio en el Wanda Metropolitano tras el gol de Januzaj, donostiarras e italianos firmaron la paz, conscientes de que el valor de ese empate era suficiente. El Nápoles era primero y la Real se clasificaba para los dieciseisavos. Y tan amigos.
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