Los tentáculos del Kremlin durante las presidenciales estadounidenses de 2016 se extendieron mucho más allá de lo reconocido hasta ahora por las grandes tecnológicas. Dos exhaustivos informes elaborados para el Senado de EE UU señalan que los responsables de las principales redes sociales pueden haber “tergiversado o evadido” la información en las declaraciones que en su día prestaron en el Congreso, según los borradores a los que han tenido acceso The Washington Post y The New York Times. Hubo más redes sociales implicadas y con mayor alcance. Además, ahora se sabe que los esfuerzos de los piratas rusos continuaron pasadas las elecciones con un nuevo objetivo que antes no circulaba en su campaña de desinformación: el fiscal especial Robert S. Mueller, quien lidera la investigación de la trama rusa.
Las investigaciones realizadas por universidades y empresas privadas revelan que el papel de Instagram, filial de Facebook, se ha subestimado. Los rusos controlaban 133 cuentas en esta plataforma, que sumaban 2.600 publicaciones al mes en 2016. La frecuencia de publicación se disparó estrepitosamente después de las elecciones, alcanzando las 6.000 mensuales en 2017. Una de las imagenes subidas a la aplicación afirmaba que Mueller había trabajado para “grupos islámicos radicales”. En Facebook y Twitter hicieron cicula mensajes donde afirmaban falsamente que el exidrector del FBi era corrupto y que las acusaciones de la injerencia rusa eran conspiraciones sin sentido, según recoge el Post.
“Lamentablemente, parece que [los responsables de] las plataformas pueden haber tergiversado o evadido información en algunas de sus declaraciones ante el Congreso”, afirma el informe producido por New Knowledge, una empresa de ciberseguridad, junto con investigadores de la Universidad de Columbia y Canfield Research LLC. La documentación sostiene que la presencia en Instagram de la Agencia de Investigación de Internet (IRA, en sus siglas en inglés), la organización creada por informáticos rusos para interferir en las elecciones, puede haber sido igual o incluso más efectiva que la de Facebook.
El pasado abril Mark Zuckerberg testificó ante el Congreso para dar explicaciones por el escándalo de la fuga masiva de datos a Cambridge Analytica, el conflicto que se sumó a la difusión de propaganda rusa. Zuckerberg admitió entonces que la campaña del Kremlin había alcanzado a 126 millones de usuarios de Facebook entre enero de 2015 y agosto de 2017 y 20 millones más en Instagram. Además, confirmó la colaboración de la compañía en la investigación de la trama rusa.
Los mensajes que difundió la fábrica de noticias falsas buscaban alentar tensiones raciales, políticas y económicas en EE UU durante la campaña presidencial. Mientras que las páginas falsas conservadoras promovieron la candidatura de Donald Trump, las páginas falsas de izquierdas intentaron perjudicar a la demócrata Hillary Clinton. Los esfuerzos de la IRA por manipular la política estadounidense fueron en aumento desde 2014, según los informes. Los socios vinculados a los servicios de espionaje de Rusia y cercanos al presidente Vladímir Putin comenzaron a crear cuentas para “sembrar la desconfianza” primero en Twitter, después en Youtube e Instagram y por último en Facebook. También han tenido actividad en plataformas como Pinterest o PayPal.
Después de las elecciones
El trabajo de los piratas informáticos no acabó el día que Trump fue elegido presidente. Cuando se destaparon las operaciones el año pasado, centrándose en Facebook y Twitter, los esfuerzos de las operaciones rusas se trasladaron con fuerza a Instagram. El informe sostiene que durante los tres años de datos recopilados —hasta mediados de 2017— los usuarios de Instagram interactuaron 185 millones de veces con el contenido creado en Rusia, en comparación con los 76,5 millones de intercambios en Facebook. Las conclusiones se basan en los datos otorgados por la empresa de Mark Zuckerberg, Twitter y Alphabet, la empresa matriz de Google.
“Lo que está claro es que todos los mensajes claramente buscaban beneficiar al Partido Republicano, y específicamente a Donald Trump”, dice el informe realizado por la Universidad de Oxford y Graphika, una firma de análisis de redes, al que ha tenido acceso el Post. El primer estudio de los millones de publicaciones entregados por las principales tecnológicas al Comité de Inteligencia del Senado permitió identificar la estrategia para incentivar a los conservadores a votar con mensajes sobre los derechos a las armas y la inmigración. Por su parte, la campaña dirigida a los votantes afroamericanos demócratas intentó socavar su fe en las elecciones y difundió información engañosa sobre cómo votar.
Los investigadores no ponen en duda los datos que entregaron las empresas, pero critican la “respuesta tardía y descoordinada” de las compañías, además de que, una vez desarticulada la operación rusa, no desvelaron todas las cifras. El informe alerta de la amenaza general que representan hoy en día las redes sociales sobre el discurso político y advierte de que “las empresas que alguna vez se consideraron como herramientas para la liberación en el mundo árabe y en otros lugares ahora son amenazas para la democracia”.
Objetivo: la comunidad afroamericana
El informe de la Universidad de Columbia desvela que el operativo ruso de Facebook centró sus esfuerzos principalmente en los afroamericanos. En Instagram las imágenes más exitosas fueron las relacionadas con temas culturales y el orgullo negro, sin ser explícitamente políticas. La frecuencia de este tipo de publicaciones se disparó antes de las elecciones. Los rusos utilizaron varias tácticas para tratar de reprimir la participación entre los votantes demócratas, haciéndoles llegar un llamamiento explícito a que se quedaran en casa.
La Agencia de Investigación de Internet rusa creó una docena de sitios web relacionados con la comunidad negra. Los agentes compraron anuncios de Google para promocionar BlackMatters US (Asuntos negros USA) con mensajes provocativos como “Los policías matan a niños negros. ¿Estás seguro de que tu hijo no será el siguiente?”.
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