¿Se acuerdan cuando los rivales sufrían al visitar San Mamés? Temían las embestidas iniciales de un Athletic atacando en estampida. Palidecían en los minutos finales si los leones estaban por detrás en el marcador, sin importar los méritos contraídos hasta entonces. Parece que es historia, una leyenda urbana. Ahora San Mamés no asusta a nadie, los contrarios viven tranquilos. Y explicarlo todo por la ausencia de público es muy pobre. La raíz del problema es futbolística.
Los rojiblancos solo han efectuado tres disparos a puerta en sus últimos 270 minutos ligueros en casa, más los correspondientes descuentos. Nada frente a Celta (0-2) ni Real Sociedad (0-1). Además, toda la producción ofensiva se concentra en la recta final con el Huesca (2-0). Kodro inauguró el marcador con un penalti en el 86’, luego probó fortuna desde lejos para forzar un córner en el que acabaría anotando Unai Nuñez.
Muy pronto golpearon los donostiarras en el derbi, lo que reforzó su idea. Garitano volvió a apostar por la fórmula que le dio buenos réditos desde la goleada al Betis, sin embargo la llama se ha apagado. Fue la nada absoluta, tanto desde las individualidades como desde el colectivo. El Athletic perdió la batalla en la medular por inferioridad técnica y numérica frente a Guevara, Guridi y Merino. Las líneas bilbaínas estuvieron separadas y el único intento fue un cabezazo desviado de Vesga tras un centro de Capa con la zurda.
Ni siquiera pudieron apelar los leones al balón parado. El colmo fue colgar faltas frontales desde 40-45 metros. Una acción que lleva repitiendo el Athletic desde hace años, buscando en el segundo palo a un central para que devuelva el esférico al corazón del área. No le ha salido nunca. Por si sonaba la flauta, lo intentó en tres ocasiones, para regocijo visitante.
Tras el descanso, la misma desgana futbolística. De modo que Garitano dispuso un triple cambio. Unai López, Sancet y Morcillo relevaron a Vencedor, Berenguer y Williams. El zornotzarra se ubicó en la derecha y apenas se le vio. Lo de Iñaki puede considerarse como otro toque de atención. Tampoco carburaron los rojiblancos. El mayor peligro fue una falta de Unai López que no cogió portería.
Raúl García entró a la desesperada y su incidencia fue nula. La Real optó por protegerse más con Sagnan. El Athletic se fue ofuscando más y más y todos sus intentos finales se basaron en pases largos y frontales, un auténtico caramelo para la defensa rival. No hubo ni una mísera oportunidad en el arreón final, ni obligarle a Remiro a que se ensuciara el traje en su regreso a San Mamés. Triste final de año para el Athletic, aunque nada que sorprenda a estas alturas de la película. Ahora llega la final contra el Elche.
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