Para los analistas, el contacto con la pérdida, la muerte y la enfermedad ha sensibilizado al nuevo presidente en temas de salud, característica que lo coloca hoy como un factor de cambio ante la mayor crisis sanitaria por la que ha pasado Estados Unidos.
En la ceremonia de ascenso de Joe Biden como presidente de Estados Unidos no todo fue alegría, pues hubo un momento emotivo en el que la familia evocó a Beau Biden, fallecido en 2015 tras perder su batalla contra el cáncer cerebral.
Alrededor de las 11:00 horas, fue recordado el hijo mayor del presidente y su primera esposa, Neilia Hunter, mientras la banda de guerra del ejército estadounidense interpretaba la marcha The Beau Ideal.
Para este homenaje musical, fue elegida la obra de John Philips, composición de 1893 que alude a la frase “beau ideal”, utilizada a finales del siglo XIX para describir aquello que representa el más alto estándar de excelencia.
Ya un día antes, cuando ofreció un discurso en Delaware, Biden llegó a las lágrimas al dedicar su victoria y el inicio de su administración a su difunto hijo, quien llegó a ser fiscal de ese estado.
“Delaware estará escrito en mi corazón. Ha estado ahí para nosotros en las buenas y en las malas. Nunca se alejó. Y estoy orgulloso de ser un hijo de Delaware. Y estoy aún más orgulloso de estar aquí, haciendo esto, desde las instalaciones de Major Beau Biden. Damas y caballeros, solo lamento una cosa: no está aquí. Porque deberíamos presentarlo como presidente“, expresó.
Pero este no ha sido el único dolor del hoy presidente Biden, pues desde su juventud parece estar marcado por la tragedia familiar.
Biden, quien ha representado y defendido siempre los valores de la familia, llegó al Senado de la República en 1972, con apenas 29 años de edad.
Sin embargo, poco antes de asumir el puesto, murieron en un accidente automovilístico su esposa, Neilia, y su hija, Naomi, de un año; mientras que sus hijos, Beau y Hunter, resultaron heridos.
Biden rindió protesta para su escaño en el Senado junto a la cama hospitalaria de sus hijos. Sus primeros meses como senador, compartió su tiempo con la atención a sus hijos convalecientes y el luto por la pérdida de Neilia y la pequeña Naomi.
Por cinco años, educó a sus hijos como padre soltero, sin descuidar sus responsabilidades como legislador.
En 1977, contrajo matrimonio con Jill Jacobs, doctora en educación, con quien formó una nueva familia. Ellos tuvieron otra hija, Ashley.
Durante la campaña y en la toma de posesión de la presidencia, Jill siempre ha estado presente. Biden ha reforzado esa imagen de hombre de familia, acompañado siempre por sus hijos y nietos, tema que ha trascendido en sus iniciativas legales; incluso, se jacta de haber luchado por temas que en su momento no estaban contemplados en la agenda nacional.
Por ejemplo, en 1990, durante la presidencia de Bill Clinton, propuso una ley que llegaría a convertirse en el Acta de la Violencia contra las Mujeres. En ese tiempo, el discurso político en torno a la violencia contra la mujer se relegaba al ámbito privado.
En el periodo de Barack Obama, Biden ocupó la vicepresidencia y todo hacía parecer que en 2016 iría a las urnas como abanderado de su Partido Demócrata a la presidencia. Pero la desgracia de nuevo lo alcanzó. Casi al final del mandato de Obama, en 2015, Beau, el hijo mayor, fiscal general de Delaware y veterano de guerra, murió víctima de cáncer.
La pérdida marcó su carrera de nuevo, pues, desde la administración gubernamental, declaró la batalla a la enfermedad.
Obama pidió a Biden encabezar el esfuerzo para atacar el cáncer a través de la Iniciativa Moonshot, que pretendía lograr en cinco años los avances de una década en la prevención, diagnóstico y tratamiento.
En esta etapa, participó en una conferencia sobre medicina regenerativa en el Vaticano, con un discurso en el que exhortó a una acción global, inmediata y concertada contra el cáncer.
Señaló entonces que la ciencia, la tecnología, las posibilidades de comunicación y de los intercambios de conocimiento han permitido grandes progresos en la lucha contra esa enfermedad.
Pero señaló que se necesita mejorar la prevención, aún defectuosa, en los países en vías de desarrollo, pero también en los desarrollados, porque el 50 por ciento de los tumores pueden prevenirse; además, pidió por una mayor coordinación global en materia de estilos de vida y cuidado ambiental.
El otro hijo varón de Biden, el abogado y cabildero Robert Hunter Biden, ha luchado por años con otro mal: las adicciones, otro de los grandes temas también a los que se enfrenta el gobierno estadounidense.
Hunter ha tenido episodios de abuso en el consumo de alcohol y drogas, y ha dicho que la adicción es como un túnel interminable, que se va descubriendo cómo lidiar con él.
Para los analistas, ese contacto con la pérdida, la muerte y la enfermedad, lo han sensibilizado en temas de salud, característica que lo ha llevado a luchar por iniciativas al respecto y lo coloca hoy como el hombre ideal y factor de cambio ante la mayor crisis sanitaria por la que ha pasado Estados Unidos.
Será el tiempo el que dará la respuesta.
Con información de agencias