La vacuna de la farmacéutica AstraZeneca y la Universidad de Oxford reduce la transmisión del coronavirus. Según un estudio de ambas instituciones que aún no ha sido validado por científicos independientes, el seguimiento de los vacunados sugiere una reducción significativa de la capacidad de contagiar. Igual de llamativo es otro resultado: al espaciar la administración de la primera y la segunda dosis hasta en tres meses, la eficacia del inoculado se mantuvo en el intervalo. Este estudio aparece la misma semana en que muchos países europeos estudian no administrar el compuesto a los mayores de 65 años.
Los investigadores de Oxford y la farmacéutica han publicado los últimos resultados de sus cuatro estudios en marcha (dos en el Reino Unido, y otros en Brasil y Sudáfrica). El trabajo añade un mes más de datos a los ya publicados en noviembre pasado y detalla datos nuevos observados con el paso del tiempo.
El más destacado quizá sea el del impacto de la vacuna en la habilidad del virus en mantener su capacidad de contagio. Basados en el seguimiento semanal, con la obtención de muestras obtenidas de los voluntarios en el Reino Unido, los autores sugieren que el potencial de transmisión del coronavirus se redujo en un 67% después de la primera dosis. La serie de ensayos no está diseñada para medir cuánto afecta la vacuna a la transmisión del virus. Pero el seguimiento semanal de los participantes ha permitido estimarla. En principio, una vacuna eficaz debería mitigar la gravedad de las infecciones o hacerlas asintomáticas, pero sin cambiar la ratio de PCR positivas. Pero lo que han comprobado con la repetición cada semana es que las PCR positivas se reducían hasta en un 67% tras la primera dosis y casi en un 50% tras la segunda.
“No hemos medido de un modo específico la transmisión, porque esto requiere un tipo de estudio diferente. Lo que tenemos es un estudio que nos muestra el número de personas que ya no están infectadas. Y si no lo están, la presunción lógica es que ya no pueden transmitir el virus”, ha asegurado Andrew Pollard, el científico al mando del estudio de la vacuna en la Universidad de Oxford.
En una entrevista a la cadena BBC, el secretario (ministro) de Salud del Gobierno británico, Matt Hancock, dijo: “Ahora sabemos que la vacuna de Oxford también reduce la transmisión y eso nos ayudará a todos a salir de esta pandemia”, según recogió The New York Times.
Otro de los resultados de este trabajo, que la revista médica The Lancet está revisando, tiene que ver con el intervalo entre una dosis y otra. Cuando se pasó de la fase experimental a la administración generalizada de las vacunas ya comercializadas, la recomendación era la de espaciar los dos pinchazos unas tres semanas. Ese lapso, usado en los ensayos, parecía el adecuado para activar las defensas del sistema inmunitario y no demasiado para que el virus encontrara vías de escape debido a la presión selectiva.
Pero la ciencia se topó aquí con las políticas de salud pública. Animadas por algunos resultados muy preliminares, las autoridades británicas (seguidas después por las de otros países) decidieron espaciar la administración de la segunda dosis más allá de los 21 días, así tenían mayor cantidad de viales para la primera dosis. La decisión implica sus riesgos, ya que podría facilitar que el virus mute encontrando puntos débiles en el sistema inmunitario de los medio vacunados. En todo caso, la Organización Mundial de la Salud ha recomendado no dejar pasar más de seis semanas.
El estudio de Oxford y AstraZeneca se encontró con un problema: no eran capaces de producir todas las vacunas que necesitaban para seguir el plan inicial de las dos dosis. Así que alargaron la administración de la segunda a un subgrupo de los voluntarios. Y convirtieron el problema en una oportunidad para validar la separación entre dosis.
Sus resultados apuntan ahora que la eficacia de la vacuna mejora con el tiempo. Muestran que esta aumenta desde un 54,9% cuando el intervalo entre la primera dosis y la segunda es menor a seis semanas hasta el 82,4% cuando se espacian 12 semanas. Esta separación temporal les ha permitido comprobar que la protección se mantiene en un 76% hasta los 90 días para los que solo fueron vacunados una vez, perdiendo solo seis puntos porcentuales frente al régimen de la doble dosis.
El profesor Pollard aseguró en una nota: “Estos nuevos datos ofrecen una validación importante de los datos provisionales usados por más de 25 reguladores, entre ellos la MHRA y la EMA [organizaciones del medicamento británica y europea, respectivamente], para otorgar la autorización de uso de emergencia de la vacuna”.
El científico británico, coautor del estudio, también aseguró que sus resultados venían a apoyar la recomendación de las autoridades británicas de espaciar la administración de las dos dosis, logrando así llegar a más gente con las vacunas disponibles, “confirmando que la gente queda protegida a los 22 días de una única dosis de la vacuna”. Pero también reconocen que hay que investigar más para ver si hay diferencias de inmunidad a largo plazo entre recibir una inyección o dos.
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