El BCE arremete contra la propuesta de un centenar de economistas de cancelar su deuda


La propuesta de que el Banco Central Europeo (BCE) cancele la deuda que atesora de los países de la unión monetaria, lanzada el viernes en EL PAÍS por un centenar de economistas, chocó con un muro. En primer lugar, contra el propio organismo, que la considera ilegal y contraproducente. Pero también contra algunos economistas que temen que, si este debate se instalara en el radar de los gobiernos, haría repensar a los países del norte el sí a regañadientes que han dado a las políticas más ambiciosas para luchar contra la crisis de la covid.

“Legalmente imposible, políticamente disruptiva y muy dudosa en sus efectos”. Con estas palabras resumía al teléfono José Manuel González-Páramo, antiguo miembro del Consejo de Gobierno del BCE, la tribuna firmada el viernes por economistas como Thomas Piketty, la presidenta del PSOE, Cristina Narbona, y el secretario de Estado de Derechos Sociales y responsable de Economía de Podemos, Nacho Álvarez. González-Páramo admitía que la propuesta era “técnicamente posible”. Pero eso era casi lo único bueno que encontraba en ella. Lo peor, sus daños potenciales a la construcción europea: “La UE ha conseguido generar confianza para emitir deuda solidaria. Algo así haría saltar esa confianza por los aires”.

El responsable de dar la respuesta oficial fue Luis de Guindos, vicepresidente del BCE. “La cancelación de la deuda es ilegal, según los tratados. Pero no es solo una cuestión legal. Es que no tiene ningún sentido económico o financiero”, afirmó, tras tildar de “perjudicial” este debate.

No es la primera vez que un alto representante del BCE zanja este asunto, que vuelve cada vez con más insistencia. “El artículo 123 del Tratado de Funcionamiento de la UE prohíbe al BCE financiar los Presupuestos de los Estados. Así de puro y simple. Y la cancelación de la deuda sería exactamente eso. Vulnerar los tratados no está en mi hoja de ruta”, aseguraba en octubre a Le Monde la presidenta del eurobanco, Christine Lagarde. “La respuesta simple es que no podemos cancelar deuda porque los tratados no lo permiten. Pero, a pesar de los aspectos legales, cancelar la deuda no sería una buena idea en general”, abundaba hace unos días el economista jefe del organismo, Philip Lane.

El discurso del BCE es claro. Pero este viernes, tras la publicación de la tribuna firmada por más de 100 economistas, Guindos ha reiterado por qué esta propuesta genera un rechazo tan profundo en el organismo. El exministro de Economía durante los gobiernos de Mariano Rajoy ha asegurado que condonar la deuda en el balance del banco central implicaría dificultades para que el BCE mantuviera el flujo de dividendos que paga a los Tesoros nacionales, por lo que la condonación de la deuda acabaría afectando a los dividendos que obtienen los Gobiernos. Pero ese no sería el único problema. Porque un impago implicaría un daño a la reputación, credibilidad e independencia de los bancos centrales, asegura Guindos.

Menos tajante —aunque sin defender la condonación de la deuda— se muestra Paul De Grauwe, profesor en la London School of Economics. “Mientras la deuda pública continúe en el balance del BCE es como si esos bonos no existieran. El problema vendrá en el futuro, si el BCE vende esos títulos para evitar que la inflación supere el 2%”, explica en un correo electrónico. De Grauwe no cree que el problema sea condonar o no la deuda, sino que el BCE permita más inflación en el futuro, reduciendo así el valor real de la deuda. ¿Y quién acabaría pagando por todo en ese caso? “Los inversores que fueron lo suficientemente estúpidos como para comprar deuda a 10 años con intereses cero o negativos”, responde.

Luis Garicano, también antiguo profesor de la London School y ahora eurodiputado de Ciudadanos, dispara munición de calibre más grueso. “Para empezar no veo en esa iniciativa unas ganancias económicas muy grandes, porque los intereses de esos bonos ya se transfieren a los gobiernos. Pero además tendría consecuencias muy negativas, sobre todo por los daños a la credibilidad del BCE”, asegura. Garicano critica además el momento elegido para lanzar la propuesta: justo cuando el BCE y los gobiernos europeos han respondido con planes muy agresivos contra la crisis, tanto fiscales como monetarios. “Ahora tenemos una situación muy frágil. Si los alemanes ven que la cancelación de la deuda va en serio, el BCE terminará maniatado”, concluye.

Los firmantes del manifiesto, sin embargo, defienden la necesidad de abrir el debate. “Es una propuesta discutible. Pero pone la puntilla a la lógica del austericidio. ¿De verdad se piensa q la deuda avalada por el ICO para pymes y autónomos por la pandemia se devolverá? La primera ayuda directa sería esa”, asegura Jordi Sevilla, exministro socialista y uno de los economistas que acompañan a Piketty en esta batalla ideológica.

También ha suscrito el texto el economista José Moisés Martín Carretero, aunque admite no compartir su contenido al 100%. “Pero creo que es un debate que es necesario abrir. Hace un año era impensable la mutualización de la deuda y el Next Generation rompió ese tabú”, explica.

Una iniciativa ya conocida

Una tormenta similar se desató el pasado noviembre cuando un asesor del primer ministro italiano defendió que el BCE cancelara deuda para apoyar la recuperación. “La política monetaria debe apoyar las políticas fiscales expansivas de todas las formas posibles”, dijo Riccardo Fraccaro, lo que incluía “cancelar deuda pública comprada durante la pandemia”. ¿El resultado? Que la prima de riesgo italiana repuntó unos días, síntoma del temor de los inversores de que esta idea se hiciera oficial en la tercera economía del euro.

“La cuestión relevante ahora es el interés que hay que pagar, no la deuda como tal. El debate me parece importante pero no creo que este sea el momento, porque necesitamos una política fiscal expansiva y colocar deuda a tipos reducidos”, dice Raymond Torres, de Funcas.


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