Draghi seduce a los euroescépticos de Italia

El Movimiento 5 Estrellas (M5S) echó abajo la puerta de los palacios romanos en marzo de 2018. Ganó las elecciones con un 33% de los votos y un discurso antisistema, euroescéptico y muy beligerante con el sistema financiero. Su fundador, el cómico Beppe Grillo, azote de ese mundo del establishment al que señaló tantas veces como causante de todos los males italianos, se sentó ayer ante al hombre que mejor representó ese universo durante aquel periodo. Solo tres años después, los grillinos, un experimento sin parangón en Europa, se han convertido en una fuerza de estabilidad a un paso de entregar su botín electoral, ganado en la calle, al expresidente del BCE Mario Draghi por el bien de Italia.

Lo mismo le está sucediendo a la Liga de Matteo Salvini. Un político acostumbrado hasta hace poco a subir al estrado de sus mítines con una camiseta que pedía la abolición de la moneda única y que ayer, en tono conciliador, mostraba su “sintonía” con la persona que salvó el euro con aquel whatever it takes de 2012. Draghi ha logrado en pocas horas lo que nadie podía imaginar hace unos meses y ha abierto la política italiana a un cambio de paradigma.

Los feroces populistas de hace unos años se presentaron ayer como corderitos ante el hombre de mayor prestigio en Italia. Nadie quiere estar ahora fuera del Ejecutivo que se encargará de repartir 209.000 millones de euros en ayudas —entre préstamos y capital a fondo perdido— procedentes de la UE para reconstruir el país a cambio de reformas. Si se consolida su apoyo a lo largo de la semana que viene, cuando continuarán las consultas, Draghi tendrá el Ejecutivo de unidad que busca. Solo Giorgia Meloni, de Hermanos de Italia, le ha cerrado la puerta hasta ahora.

La formación fundada por Grillo, que rehusó hacer declaraciones tras el encuentro, mantuvo una larga reunión con Draghi. Tras el debate se mostró dispuesta a apoyar al nuevo Ejecutivo, siempre que se respeten algunas de sus ideas fundacionales, como las políticas medioambientales, y no se “debilite” la renta ciudadana. Ningún obstáculo que, a priori, el banquero no pueda sortear. El problema es que el M5S debe convencer a una amplia parte de su dividida militancia.

La Liga fue el primero en escuchar el plan de Draghi, que ni en Fráncfort gozaba de un respaldo semejante. El líder de la formación de ultraderecha no le conocía. Se habían visto una vez en un aeropuerto: un “hola y adiós”, admitió Salvini. Pero este segundo encuentro no pudo ir mejor. Un Salvini irreconocible salió encantado de la reunión y anunció que no pondrá condiciones al apoyo. “Hemos tenido media hora de debate sobre la idea de Italia, que en muchos aspectos coincide. Estamos contentos de que en el centro de la discusión esté el desarrollo, el crecimiento, la obra pública, que es lo que necesita Italia para volver a empezar”, afirmó.

Viejos aliados

Salvini, interesado últimamente en sustituir a Forza Italia dentro del Partido Popular Europeo, lleva días rebajando el tono. Ni rastro de viejos aliados como la francesa Le Pen o el holandés Wilders. Para justificar su volantazo, se dedicó a invocar a figuras como De Gasperi o De Gaulle. Si entra en el Ejecutivo, dijo, lo hará “sin condiciones”. “Otros dicen que no quieren ir con la Liga en el mismo Gobierno. No ponemos condiciones de personas, ideas o movimientos. El bien del país debe superar el personal y el de los partidos”, señaló.

El gran cambio en la hoja de ruta tiene varios padres. La patronal aprieta a la Liga. Giancarlo Giorgetti, el hombre con más experiencia de su partido, bisagra entre la Liga y el mundo empresarial y líder del ala más centrista de la formación, es quien mantenía un contacto estrecho con Draghi. Él ha convencido a Salvini para entrar en una operación histórica para formar un Gobierno de unidad entre fuerzas que se han despellejado salvajemente hasta hace pocas horas. Y será probablemente Giorgetti quien capitalizará ese apoyo con un ministerio en el nuevo Ejecutivo.

El problema de tener a la Liga en la supercoalición será para los partidos que siguen imponiéndole vetos. El sapo político es complicado de digerir para el M5S, Partido Democrático y Libres e Iguales, la formación más a la izquierda de la vieja mayoría de Gobierno, que ya ha deslizado que no estará junto al líder de la Liga en un Ejecutivo. Pero Draghi ya avisó a los socialdemócratas el viernes de su intención cuando empezaron a poner pegas. “Agradezco la franqueza, pero la síntesis la hago yo. Luego, claro, podréis decir qué os parece y valorarla”, decía ayer en La Repubblica.

Nadie duda de que Draghi deberá construir un Gobierno híbrido, entre técnico y político. Al menos, se espera, reservará una cartera para cada una de las fuerzas que participen en el nuevo artefacto. Pero habrá muchos puestos marcados en rojo para perfiles técnicos que conoce bien, especialmente en áreas como Interior o Economía. Vuelve a hablarse de nombres como el exdirectivo del FMI Carlo Cottarelli o de Lucrezia Reichlin para la caja fuerte del Ejecutivo. De la expresidenta del Tribunal Constitucional Marta Cartabia, para Justicia. Y de algunos nombres que podrían repetir, como la funcionaria Luciana Lamorgese en Interior. El diseño del equipo, sin embargo, no se plasmará hasta la semana que viene. Draghi quiere tenerlo todo bien atado. De momento, parece que ha logrado lo más difícil.


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