La secretaría técnica del Barcelona elaboró durante el pasado mercado invernal un informe para justificar el fichaje de Eric García, central del Manchester City formado en La Masia, finalmente descartado por la comisión gestora que preside Carles Tusquets. El texto, difundido por TV-3, argumentaba que tanto Umtiti como Mingueza no eran futbolistas con garantías para disputar partidos exigentes, y más en el caso del francés, con problemas físicos desde el Mundial de Rusia 2018. La ausencia de defensas solventes en el filial azulgrana aconsejaba, además, la incorporación inmediata de Eric García en unas condiciones económicas muy ventajosas, según anunció Víctor Font, uno de los tres candidatos a las elecciones azulgrana del 7 de marzo. La operación fue rechazada por Joan Laporta mientras Toni Freixa (otro candidato) se mostraba partidario de que el club pactara la contratación para el 30 de junio, cuando Eric finaliza su contrato con el Manchester City.
Las deudas sangran al club barcelonista y se convino no pagar ni un céntimo por un futbolista que puede regresar gratis al Camp Nou. Así que Ronald Koeman, partidario desde su llegada de incorporar a un central y a un delantero centro, no solo se quedó sin refuerzo, sino que el miércoles se dio la coincidencia de que Umtiti y Mingueza formaron en el eje defensivo azulgrana ante el Sevilla en la Copa (2-0). El zaguero catalán completó una buena actuación, mientras que el francés quedó en evidencia en los dos goles del Sevilla: Koundé le tiró un caño antes de rematar el 1-0 y Rakitic se benefició de un resbalón de Umtiti que rompió el fuera de juego en el 2-0. El desenlace del encuentro abona a comparar a Koundé con Umtiti para explicar la diferencia entre el Sevilla y el Barça.
Jugador todavía con un buen pie para jugar la pelota, a Umtiti le falta velocidad para replegar y defender a campo abierto, seriamente lesionado en una rodilla, como ya se advirtió también en el encuentro ante el Granada. La diferencia es que los azulgrana acostumbran a ganar cuando intercambian golpes con un adversario menor y, por el contrario, penalizan si es de una categoría parecida o superior, como ocurrió contra la Juve en la Champions. El Barça perdió aquel 8 de diciembre por 0-3, una derrota que obligó a cambiar el plan de juego de Koeman.
Tarde con los cambios
El equipo recuperó el dibujo del 4-3-3, con los dos interiores y el mediocentro, y encadenó una muy buena racha de resultados: solo había perdido en la final de la Supercopa contra el Athletic antes de salir derrotado de Nervión. Como ante la Juve, se quedó sin marcar por vez primera tras 16 partidos.
Al Barça le condenó tanto su incapacidad para batir a Bono, mérito sobre todo del Sevilla, como su fragilidad defensiva, reiterativa en un equipo que todavía no ha logrado desarrollar un sistema colectivo, sobre todo de ayudas, para corregir los errores individuales manifiestos como los de Umtiti y también de Busquets. El mediocentro es un jugador imprescindible cuando el equipo juega de forma compacta y en cambio resulta vulnerable si las líneas se parten como pasó en algunos pasajes del partido de Sevilla. La situación se agrava porque Busquets no tiene un sustituto natural de la misma manera que las lesiones de Piqué y Araujo, así como por extensión las de Dest y Sergi Roberto y el mal momento de Lenglet, han provocado la alineación de Umtiti en un partido de alto riesgo como el del Nervión. A Koeman le faltan recursos y le sobran lesiones para estabilizar al Barcelona.
El técnico no intervino con los cambios hasta muy al final del partido del Sánchez Pizjuán, momento en el que Riqui Puig y Trincão sustituyeron a Pedri y Umtiti, mientras Lopetegui jugó con 16 futbolistas que le permitieron mantener la intensidad y el plan de juego necesarios para someter a Barça. La plantilla del Sevilla es más profunda que la del Barcelona. Las lesiones tampoco han ayudado a los azulgrana a sobrellevar un calendario extenuante y cada vez más complicado, pendiente ahora el equipo de recibir el sábado al Alavés y el martes al PSG. A Koeman le costará disponer de una defensa a la altura de la cita de la Champions. Los grandes rivales no necesitan siquiera exponerse, sino que aguardan pacientemente a que el Barça se equivoque, como pasó en Sevilla. Mejorado en la divisoria, el problema azulgrana está ahora en las áreas, falto de contundencia, de un ariete goleador y de un central intimidador, demasiada concesión ante los contrarios más fiables, consistentes y bien organizados, como el Sevilla.
Eric García, ni siquiera sin cobrar un euro
Contra el Sevilla no pudo marcar Messi, una garantía ante el equipo andaluz —37 goles en 40 partidos— y el margen para corregirse con vistas a la vuelta es mínimo porque el problema no es coyuntural sino estructural: de una plantilla mal confeccionada difícilmente puede salir un buen equipo cuando media cualquier adversidad. El mal ni siquiera se ha podido corregir en el mercado de invierno, hipotecado el equipo por una mala política deportiva que le impide cualquier maniobra, incluso la de repescar a un jugador como Eric García. El central estaba dispuesto a volver al Barça sin cobrar un euro y con un contrato diferido, pero ni así se cerró.
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