No sabía Zarina Diyas cómo hincarle el diente, ni cómo encontrar un hueco, ni si iba a encontrar respiro alguno porque Garbiñe Muguruza, a ritmo de festival, estaba en su salsa y no aflojaba ni a tiros. En definitiva, tenía claro que no iba a escapar de aquella.
Sigue fluyendo la española en estos días australianos en los que ha encontrado la inspiración, resolviendo partidos con suficiencia y autoridad, firme hacia los octavos del Open de Australia. Venció por un doble 6-1, en tan solo 56 minutos, y después de tres rondas de suma y sigue se avecina un compromiso mayor contra la japonesa Naomi Osaka (6-3 y 6-2 a Ons Jabeur). Llegará Muguruza a ese choque con los biorritmos a tope, jugando muy bien y, sobre todo, compitiendo mejor. Ha cogido el puntillo, pero no se permite despiste ni se deja llevar. Seria de la primera a la última pelota.
Le sienta bien Melbourne, torneo que hasta el curso pasado le era esquivo. Alcanzó la final y esta edición sigue sumando argumentos para postularse como una de las candidatas. No hay fisuras, y sí muchos aspectos a su favor. Ese estupendo equilibrio en su tenis, mordiente y a la vez control. Por tercer día consecutivo, el casillero de errores se quedó en 14, por 17 golpes ganadores y una magnífica defensa cada vez que Diyas (27 años, 83ª de la WTA) pretendía abrir la puerta del partido. De cinco opciones, cinco veces se lo negó.
La kazaja se dio de bruces con la realidad. Hoy por hoy, está muy lejos de la española, una de las jugadoras que han aterrizado en mejor forma en este Open de Australia. Afortunadamente, Muguruza no sufrió percance alguno en la antesala del torneo y pudo añadir a la base que traía de la pretemporada en Marbella un esperanzador despegue en el torneo previo. No pudo con Ashleigh Barty, pero el nivel hoy está ahí. No ha cedido ningún set y abrevia en la pista, sin líos. Después de tres rondas amables, llega la hora de la verdad.
También lo es para Serena Williams. La estadounidense tuvo que emplearse a fondo para rendir a Anastasia Potatova y con el 7-6(5) y 6-2 (en 1h 37m) firmó su 90ª victoria en el major de las Antípodas. Al igual que Muguruza, deberá afrontar un obstáculo considerable en la próxima ronda, en la que se topará con la bielorrusa Aryna Sabalenka (6-3 y 6-1 a Ann Li). Quien no figurará en el cartel de los octavos será el asturiano Pablo Carreño, que sufrió una lesión abdominal y tuvo que retirarse durante el partido contra Grigor Dimitrov, cuando el búlgaro había ganado el primer set por 6-0 y se había adjudicado el primer juego del segundo.
“TAL VEZ SEA UNA CUESTIÓN DE CONFIANZA”
En el turno de atención a los medios, Muguruza valoró su buen momento y lo atribuyó a un todo. “Es una combinación de golpes, de mentalidad, de intentar dominar desde el primer punto. La consistencia, la serenidad, el intentar dominar. Puede ser también una cuestión de confianza, porque ya llevo un montón de partidos seguidos [8, cinco del Yarra Valley Classic y los tres del Open]”, indicó la española.
Cuestionada sobre si está aproximándose al nivel de sus mejores momentos, cuando ganó Roland Garros (2016) y Wimbledon (2016), y fue finalista por primera vez en el grande británico (2015), comentó: “Me noto a un nivel bueno, estoy siendo consistente. Podría estar a un nivel parecido a esos años. Ahora me noto bastante sólida, y eso es una buena señal”.
Respecto al duelo con Osaka, una de las mejores tenistas del mundo, se limitó a contestar: “Puede ser un partido muy bueno. Nunca hemos jugado entre nosotras, y eso puede hacerlo más interesante”.
Open de Australia: resultados (viernes 12) y orden de juego (sábado 13).
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