Recuerdo que una vez estaba jugando al scattergories y apareció, con la letra M, la categoría: comida poco apetecible. Todos, menos yo, dijeron muy contundentemente “menestra”. A mí ni se me pasó por la cabeza porque lo cierto es que me encanta este plato; siempre que esté bien hecho y con verduras frescas de calidad.
Entiendo la unanimidad en la respuesta porque pocos platos son tan odiados por los niños como la menestra, pero seguramente, esto se debe a que las pobres criaturas están hartas de las bolsas de menestra congeladas que contienen verduras que al cocerlas quedan completamente chuchurrías (y algunas como la coliflor atufan, ya que necesitan mucho menos tiempo de cocción que las que la acompañan).
La menestra es un plato que no tiene un numerus clausus de ingredientes, sino que se adapta en función de las verduras disponibles cada temporada y de nuestra nevera. En el s. XVI, Cervantes ya hacía notar su predilección por la minestra; un plato que, según él, mejoraba la versión italiana del mismo (sopa minestrone). La clave, como en todo buen plato, es utilizar productos sabrosos, de temporada y de proximidad.
España tiene la suerte de contar con una excepcional huerta durante 365 días al año, lo que nos permite jugar en los fogones a nuestro antojo. En función de la región, se puede preparar con un sofrito de tomate, un poco de longaniza o, muy típico en las zonas rurales -donde se necesitaban platos contundentes para trabajar el campo y el pastoreo-, en una especie de guiso con cordero; aunque esta última opción no es tan popular en las mesas de hoy en día. Conseguiremos un cordero tiernísimo que se mezcla con un buen sofrito, una salsa a partir del guiso y las verduras incorporadas en el último momento, cocidas cada una al vapor y en su punto.
Dificultad
Que todo quede al punto.
Ingredientes
Para 4 personas
- 600 g de pierna de cordero troceada .
- 1 cebolla mediana
- 1 puerro
- 2 dientes de ajo
- 100 ml de vino tinto
- 200 g de coliflor
- 200 g de brócoli
- 150 g de judía verde
- 4 champiñones
- 2 zanahorias tiernas
- 200 g de calabaza
- 50-100 g de harina
- 500 -900 ml de caldo de verduras o de agua
- Tomillo, romero y laurel secos al gusto
- Aceite de oliva
- Sal
- Pimienta
Preparación
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En una cazuela, echar un buen chorro de aceite de oliva y freír el cordero, previamente salpimentado y pasado por la harina, con el fuego a tope. Reservar.
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En ese mismo aceite, cuando se haya enfriado bastante y ya con el fuego más bajo, añadir un par de dientes de ajo muy picados. Encender el fuego y, controlando que no se quemen, cuando estén dorados, agregar la cebolla, el puerro (la parte blanca picada), y una zanahoria, todo pelado y en daditos; y los champiñones cortados en cuartos. Echar una pizca de sal, bajar el fuego y cocinar a fuego muy bajo hasta que la verdura esté dorada.
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Incorporar el cordero, regar con el vino y dejar reducir a fuego alegre.
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Cubrir entonces con el caldo o el agua y dejar cocinar a fuego mínimo, tapado, con las aromáticas incluidas durante una hora o hasta que la carne del cordero esté muy muy tierna. Entonces sacar el cordero con cuidado de que no se deshaga y triturar la salsa.
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Por otro lado, cortar la calabaza en trozos de unos dos centímetros más o menos y la coliflor y el brócoli floretes. Poner agua a hervir en una olla, colocar un colador de acero encima e ir cociendo al vapor las verduras, de una en una, tres o cuatro minutos (la idea es que queden al dente). Que no se queden blandurrios, mejor darles la última cocción en la salsa del cordero.
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Calentar la salsa de la menestra, poner a punto de sal y pimienta negra y añadir las verduras y la carne, remover un poco la olla para que todo se integre bien y servir.
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