De sobra es conocido que el baloncesto es un deporte de cinco contra cinco en el que de nada vale que un jugador juegue como los ángeles, si el equipo no acompaña. Que se lo digan a Luka Doncic, que anoche cuajó uno de sus mejores encuentros para terminar cayendo con los Mavericks frente a los Blazers por 121 a 118.
Remar para morir en la orilla, una expresión a la que desafortunadamente Dallas se está acostumbrando más de lo que les gustaría esta temporada. Anoche fue otro ejemplo más de que hacer los deberes a última hora rara vez da buen resultado.
Doncic volvió a brillar y lo hizo con una de sus actuaciones más efectivas desde que aterrizó en la liga. El esloveno volvió a irse hasta los 44 puntos, que acompañó de 7 rebotes y 9 asistencias. Logró su anotación con una fantástica serie de 14-20 tiros y fallando tan solo uno de sus doce lanzamientos desde la personal.
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Y, sin embargo, todo fue en vano. Indiferente porque enfrente se encontró con un Damian Lillard que en las últimas semanas parece tocado por una varita mágica. El base de Portland, que volvió a sufrir las bajas por lesión de C.J. McCollum y Yusuf Nurkic, tomó la justicia por su mano con otro partidazo.
Lillard anotó 34 puntos y sumó además 11 asistencias, liderando a los de Oregon para lograr una victoria que les coloca cómodamente en la quinta plaza de la Conferencia Oeste. Sus puntos en el último cuarto terminaron de sentenciar a unos Mavs que se atrevieron a soñar con la remontada.
El encuentro tuvo tanto de igualdad como de disparidad y es que el ajustado marcador del descanso apenas reflejaba un partido de vaivenes constantes y parciales para uno y otro lado. Así fue también tras el paso de vestuario, con Portland logrando un parcial de 45-30 que parecía poner todo de su lado.
Sin embargo, Dallas no bajó los brazos. Los tejanos siguieron luchando, espoleados por los buenos minutos de su segunda unidad y volvieron a igualar el encuentro a falta de escasos minutos. La aportación de Hardaway Jr. y Brunson desde el banquillo resultó clave para dar opciones a los de Carlisle.
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No obstante, Lillard aún no había dicho su última palabra. Un fantástico triple a falta de menos de un minuto supuso el primer clavo sobre un ataúd que los Mavericks ya no serían capaz de abrir. Brunson terminó por sentenciar a Dallas y Doncic se fue a casa con una derrota que empañaba su gran noche.
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