El enorme tapiz que representa el Guernica de Pablo Picasso, una de las señas de identidad desde hace décadas de la sede de Naciones Unidas en Nueva York, ya no se verá más en el acceso a la sala donde se reúne su máximo órgano de decisión, el Consejo de Seguridad, después de que su propietario, el bisnieto del magnate del petróleo John D. Rockefeller -el estadounidense más rico de la historia-, solicitara su devolución. La obra, en préstamo desde 1984, ya ha sido descolgada y no recordará más a los mandatarios y diplomáticos que recorran el sanctasanctórum de Naciones Unidas los desastres de la guerra, como pretendió el pintor malagueño.
Ni la ONU ni la familia Rockefeller explicaron los motivos que han llevado a la retirada del tapiz, encargado en 1955 por Nelson Rockefeller, nieto del patriarca, al taller francés de Jacqueline de la Baume-Durrbach, con la autorización del artista español. Lo único que se sabe que es el reclamante, Nelson A. Rockefeller Junior, bisnieto del fundador de la dinastía e hijo del anterior –que llegó a ser vicepresidente de EE UU y gobernador de Nueva York-, “notificó recientemente a Naciones Unidas su intención de recuperarlo”, ha comunicado este jueves Stéphane Dujarric, portavoz de la institución. “Agradecemos a la familia Rockefeller el préstamo de esta poderosa e icónica obra de arte durante más de 35 años”, añadió el portavoz.
El cuadro original, devenido en símbolo universal contra la barbarie y la crueldad de la guerra, representa el bombardeo de la localidad vasca el 26 de abril de 1937 por aviones alemanes de la Legión Cóndor, que apoyaban al bando franquista durante la Guerra Civil española (1936-1939).
La réplica textil fue prestada en 1984 a la ONU, que un año después la instaló en el acceso al puente de mando del organismo. Desde entonces, solo había salido de allí con motivo de las obras de reforma del edificio, entre 2009 y 2013, periodo en el que fue conservada en la Fundación Rockefeller. Este jueves, la pared donde se colgaba la enorme reproducción -siete metros de largo por tres de alto- estaba vacía, según confirmó el portavoz, lo que da pie a los países miembros a una carrera por postular a uno de sus artistas como sustituto. En 2008 Miquel Barceló inauguró su particular capilla sixtina en la cúpula del Palacio de las Naciones de la ONU en Ginebra, una obra magna -costó 20 millones de euros- no exenta de polémica.
El organismo va a estudiar opciones para sustituir el vacío dejado por la reproducción del Guernica, apuntó el portavoz, después de haber notificado a los países miembros la devolución de la obra.
En sus 75 años de historia, la ONU ha atesorado una vasta colección de lienzos y esculturas con mensajes contra la violencia y por la paz mundial. Un conjunto artístico que aglutina tantas anécdotas como diversidad de estilos, como por ejemplo una vidriera de Marc Chagall o murales de Portinari o el español José Vela Zanetti.
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