Suspenso climático

Capa de contaminación sobre Madrid en enero.
Capa de contaminación sobre Madrid en enero.Jesús Hellín / Europa Press

La primera prueba que debían pasar los países firmantes del Acuerdo de París contra el cambio climático ha sido un desastre. Sólo 75 de los cerca de 200 países firmantes han revisado sus planes iniciales o presentado nuevos planes de recorte de las emisiones en la fecha establecida. Y los resultados son decepcionantes. Con los datos de esta primera revisión, pese al importante compromiso al alza de la Unión Europea, en 2030 apenas se habrán reducido las emisiones de efecto invernadero en un 0,5%. El Acuerdo de París marcó como objetivo asegurar que la temperatura media del planeta no suba a final del siglo más de 2° respecto de la era preindustrial. Pero dejaba a la decisión de los países el ritmo y la cuantía de la reducción de las emisiones. Ya en su momento se advirtió de que la voluntariedad sería el talón de Aquiles del acuerdo, y esta primera prueba lo ha confirmado. La evidencia de que los compromisos iniciales eran totalmente insuficientes llevó a la petición de revisarlos al alza. De las 18 economías con mayores emisiones, solo dos han presentado revisiones en este sentido.

Para que el aumento de la temperatura media no supere los 2° es preciso reducir las emisiones un 25% en relación a los niveles de 2010; y si se quiere que aumente aún menos, 1,5°, se han de reducir un 45%. Los compromisos adquiridos hasta ahora nos dejan muy lejos de esos objetivos. Los 75 países que han presentado sus nuevos compromisos representan apenas el 30% de las emisiones mundiales. Todos los ojos están puestos ahora en China y Estados Unidos, que con el 26,6% y el 13,1%, respectivamente, de todas las emisiones, son los dos principales contaminantes. En el caso de China se espera que presente su revisión antes de la próxima cumbre de Glasgow y es deseable que, dado el tamaño de su economía, el compromiso esté a la altura del desafío. Hasta las elecciones presidenciales de noviembre no se esperaba nada de EE UU, pero la victoria de Joe Biden abre ahora grandes esperanzas de que la vuelta al Acuerdo de París vaya acompañada de un ambicioso compromiso de reducción.

El tiempo se acaba y hará falta mucha más determinación para que las alteraciones del clima no vayan a más. Las decisiones políticas no están a la altura de la evidencia científica. Hasta ahora se decía que debíamos actuar para no dejar en herencia un planeta herido a las futuras generaciones. Pero ahora tenemos evidencias de que ya no es una cuestión del futuro sino del presente. Si se contabilizaran los daños que las alteraciones climáticas provocan cada año y se proyectaran sobre el futuro inmediato se vería que ya resulta mucho más beneficioso asumir el coste de la reducción de emisiones que dejar de actuar.


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