Los trabajos de exhumación de la fosa X del cementerio de Alicante, en los que se buscan los restos de represaliados del franquismo fusilados en torno a 1940, han evidenciado otro posible delito de lesa humanidad. A principios de semana, aparecieron fragmentos de un pequeño ataúd infantil en el que, en vez de restos óseos, se había depositado un ladrillo de unos 800 gramos. Según los arqueólogos, esta circunstancia se corresponde con un posible de caso de bebé robado entre los años 1963 y 1964. La consejería de Calidad Democrática, que financia la prospección, ha llevado el caso a los juzgados, con el fin de que se abran posibles diligencias.
El féretro infantil apareció con una especie de bolsa de plástico debajo, según indica Álex Calpe, director arqueológico de la empresa ArqueoAntro, responsable de la excavación. Las medidas de la caja, de unos 12 centímetros de alto, se corresponden con la inhumación de un individuo infantil, de unas dimensiones de 53 centímetros como máximo. Sin embargo, en su interior no han aparecido restos humanos, sino “dos trozos de material cerámico, de coloración anaranjada, con una superficie lisa en una de las caras y rugosa en la otra”, reza el informe. Esta práctica habitual servía para disimular el peso de un bebé en el interior de un ataúd cerrado y, sin embargo, vacío, señala Calpe. “A los padres les certificaban la muerte del recién nacido y les daban la caja cargada”, pero el bebé se entregaba en realidad a otra familia.
El supuesto enterramiento de este bebé tuvo lugar en la fosa investigada porque forma parte del cementerio civil, en el que se inhumaba a todos los que no hubieran sido bautizados y, por tanto, según la tradición de la época, no podían yacer en una zona bendecida. Los primeros hallazgos de la parcela excavada, de hecho, revelaron la presencia de numerosos cadáveres infantiles, de fetos e incluso de restos de miembros amputados en intervenciones quirúrgicas. Según Calpe, corresponden a los enterramientos consignados en el registro del cementerio de los años 1963 y 1964 y procedentes del Hospital de Alicante.
En este tipo de entierros, se utilizaban “ataúdes económicos”, adquiridos por “familias de bajos recursos” o procedentes, directamente, de los servicios de beneficencia. Prueba de ello es que sobre sus tapas, ha aparecido en repetidas ocasiones “una cruz de plástico de un color levemente morado”, que refleja el bajo coste de los féretros. “Eran, posiblemente, las cajas más baratas que se podían encontrar”, señala Calpe.
Tras el descubrimiento, la consejería de Calidad Democrática ha denunciado “la presunta inhumación simulada” al juzgado número 1 de Alicante. El gabinete autonómico se ha personado “para informar del hallazgo y para que se abran posibles diligencias en torno a este asunto”, informa. La propia consejera, Rosa Pérez Garijo, señala que estos restos arqueológicos prueban “otra serie de delitos considerados de lesa humanidad, como fue el robo sistemático de bebés” durante la dictadura de Franco.
Las labores de excavación continúan. El proyecto, para el que se han presupuestado 13.037,75 euros, trata de recuperar los restos de once represaliados fusilados en Alicante, tras la petición elevada por tres familias, agrupadas en la Asociación de Familiares de Represaliados por el Franquismo en Alicante. El proyecto consiste en la indagación, investigación localización, delimitación, exhumación y estudio antropológico de las víctimas y forma parte de un plan global que también se desarrolla en otros cuatro cementerios, los de Monóvar, Orihuela y Benissa (Alicante) y el de Castellón.
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