Olivier Dassault, aviones, armas, mucho dinero y un fatal desenlace


Olivier Dassault, 69 años, diputado, empresario y perteneciente a una de las familias más ricas y poderosas de Francia, falleció este domingo en un accidente de helicóptero en Touques, en el norte de Francia. El accidente, según los medios franceses, ocurrió cuando el aparato, un Aerospatiale AS350, se estrelló “durante el despegue realizado desde terrenos privados”, según a informado la Oficina de Investigación y Análisis para la Seguridad de la Aviación Civil del país galo a través de las redes sociales. Eran las seis de la tarde cuando todo sucedió cerca de Deauville donde Dassault tenía una casa de vacaciones a la que también acudía a descansar algún fin de semana. En el accidente también falleció el piloto del helicóptero que le acompañaba, según informó AFP.

Lo paradójico es que Olivier Dassault era un apasionado de la aviación además de uno de los herederos de Dassault Aviation, la empresa que fundó su abuelo, Marcel Dassault, y que está considerada una de las más poderosas de la industria del ramo y del armamento. Él mismo, piloto de pruebas, explicó, en una entrevista con EL PAÍS en 2019 que le encantaba ponerse a los mandos del avión privado en el que se desplazaba durante muchos de sus viajes y que desde esa cabina y mirando al infinito conseguía sentirse más cerca que nunca de la esencia de lo que pensaba que era como persona.

Ahora su repentina muerte deja abierta la pregunta sobre qué será de su fortuna, calculada en más de 4.700 millones de dólares (casi 4.000 millones de euros) por la revista Forbes. También la incertidumbre sobre qué ocurrirá con la empresa que tanto le unió a su abuelo y tanto le separó de su padre, ya que al primero le consideraba un visionario y al segundo una persona demasiado lenta para tomar decisiones en un mundo que él consideraba necesitado de visionarios. Casado en dos ocasiones, ahora su viuda y sus tres hijos deberán decidir qué hacer con su herencia y con todas las aficiones con las que su padre apuraba la vida. De su primera esposa, Carole Tranchant, tiene dos hijos, Rémi y Hélena, 30 y 19 años, y de su actual mujer, Natacha Nikolajevic –a quien conoció en una subasta y con quien contrajo matrimonio el 5 de febrero de 2009 en una ceremonia repleta de nombres famosos– , tiene a Thomas, de nueve años. Su hija Hélena es precisamente quien ha seguido la vertiente artística de su padre y desde un tiempo intenta abrirse camino como actriz.

De momento la prensa francesa solo se hace eco de la sorpresa que su muerte ha causado en Francia y de las condolencias que han hecho públicas importantes políticos que le conocían por su condición de diputado en la Asamblea francesa. Emmanuel Macron, presidente de la República, le rindió homenaje en un tuit con estas palabras: “Olivier Dassult amaba Francia. Capitán de industria, diputado electo local, comandante de reserva en la fuerza aérea: nunca dejó de servir a nuestro país, de promover sus valores. Su brutal muerte es una gran pérdida”.

Valérie Pécresse, que fue miembro del partido en el que militaba, Los Republicanos, se despedía de él haciendo mención a otra de las actividades que le entusiasmaban: “Emprendedor pero también fotógrafo reconocido, llevaba la pasión por la política en la sangre”. Precisamente dimitió de su cargo en el consejo del grupo Dassault por incompatibilidad con su cargo de diputado y a veces incluso expresaba en voz alta, como lo hizo en la entrevista que mantuvo con este periódico, que realmente lo que le gustaba era ser artista. Sus personales fotografías, realizadas con una cámara analógica Minolta, que después pasaban por el laboratorio para convertirse en su “arte”, se cotizaban entre 6.000 y 60.000 euros.

Para Dassault, de mirada franca y penetrante, a veces tan cercano como para olvidar sus múltiples cargos y su fortuna y a veces tan seguro de sí mismo como para dejar claro que él pertenecía a la élite y lo sabía, el único enemigo era el tiempo. Le faltaban horas para hacer todo lo que le interesaba y le pasaba por la cabeza. Cumplió sus mayores sueños: pilotar un avión, entrar en la Asamblea Nacional y ser fotógrafo. Y afirmaba que su obsesión era aprovechar el tiempo, quizá por eso era tan aficionado a los aviones y los helicópteros para sus desplazamientos. No se atribuía en solitario todos sus logros y no olvidaba mencionar que tanto para la fotografía como para la política contaba con “buenos equipos”. Cuando al finalizar esa entrevista en 2019, después de hablar de su pasión por las películas de Marvel y de afirmar que lo que le interesaba en política era “hacer a la gente feliz” (eso sí, desde su visión de derechas), se le preguntó cómo se definiría, Dassault recurrió a una frase que le había dirigido la noche anterior a ese encuentro Pierre Levai, propietario de las galerías Malboroug: “Olivier es un hombre del Renacimiento del siglo XX que nunca tiene tiempo de no hacer nada”.


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