Los liberales de derecha (VVD), el partido del primer ministro en funciones, Mark Rutte, parten como favoritos en las elecciones que se celebran este miércoles en Países Bajos, según el último sondeo publicado el martes. Tres formaciones optan a la segunda posición: la ultraderecha de Geert Wilders (PVV), los democristianos (CDA), y los liberales de izquierda (D66). Esta última ha ido subiendo puestos en la recta final de la campaña gracias al tirón de su candidata, Sigrid Kaag, que ha hecho la mayor parte de su carrera en la ONU. Según las mismas encuestas, al menos dos tercios de los votantes no saben a quién escoger, y la socialdemocracia (PvdA), los ecologistas de GroenLinks (Izquierda Verde) y los socialistas radicales (SP) pelean por llevarse esos votos. Es la primera vez que se presentan 37 partidos, 17 de los cuales tienen posibilidades de entrar en el Parlamento. Algo más de 13 millones de personas —de una población total de 17 millones—tienen derecho a voto.
Debido a la pandemia, los colegios electorales han estado abiertos desde el lunes para garantizar la seguridad de los mayores de 70 años y de otros grupos de riesgo. Han sido dos jornadas excepcionales, puesto que los comicios se convocaron para este 17 de marzo mucho antes de que estallara la crisis, y la votación seguirá ahora su curso normal. Las urnas cerrarán a las nueve de la noche, y la televisión pública (NOS) dará a conocer entonces una proyección de los resultados extraída de los sondeos a pie de urna. Las cifras definitivas llegarán de madrugada.
Durante la campaña, NOS ha presentado de forma regular un barómetro electoral, y la noche del martes combinó las estimaciones de tres empresas del ramo para calcular el promedio del último sondeo. Horas después, acudieron a los estudios televisivos los candidatos de los partidos mayoritarios invitados al debate que cierra la campaña. Es este un ejercicio de habilidad y resistencia, porque los cabeza de lista discuten los distintos temas de los programas políticos repartidos por parejas. La formada por Geert Wilders y Sigrid Kaag dejó varias frases memorables. Él la llamó “traidora” por haberse puesto un velo cuando visitó en 2018 al presidente de Irán, Hassan Rouhani. Le dijo que “mientras un 80% de las jóvenes musulmanas lleva la cabeza cubierta en Países Bajos, un signo de poca integración, y las mujeres iraníes tratan de quitárselo, usted va y lo luce allí”. Ella contestó que la realidad es más compleja, “y a veces el propósito del viaje es más importante”. En aquella ocasión, Kaag sustituía al ministro de Exteriores holandés, que había dimitido, y habló con el mandatario iraní de la seguridad en Oriente Medio. La candidata también le dijo a Wilders que “el futuro es distinto a la imagen que usted presenta, porque lleva años anclado en lo mismo: la identidad”.
El duelo entre los pesos pesados de la política nacional, Rutte y el propio Wilders, fue igual de áspero. El líder de ultraderecha le acusó de haber violado el imperio de la ley con un escándalo provocado por la acusación infundada de fraude contra unas familias que recibieron subsidios, y preguntó lo siguiente: “¿Por qué se presenta de nuevo a las elecciones cuando tendría que estar ante los tribunales, como cualquiera que quebrante las leyes?”. El caso provocó en enero la dimisión del primer ministro y de su Gobierno en pleno, así que Rutte le dio la razón, para vapulearlo después. “Es verdad, lo que ha ocurrido con estas familias [cerca de 30.000] es horrible, pero en política a veces se cometen errores. Lo importante es resarcirles para que puedan salir adelante. Usted, sin embargo, analiza, pero nunca actúa porque está muy ocupado asustando a un electorado al que luego deja tirado”.
La candidata socialdemócrata, Liliane Ploumen, criticó la postura del cabeza de lista de Unión Cristiana (CU), Gert-Jan Segers, porque le parece que no acepta la presencia de alumnos homosexuales en las escuelas, en particular las de inspiración cristiana. Segers le dijo que proteger a las minorías era la razón de su compromiso político, pero los directores de centros educativos tenían libertad para decidir en este punto, “garantizando siempre la seguridad del estudiante”. Por su parte, Jesse Klaver, jefe de los ecologistas, y Wopke Hoekstra, ministro de Finanzas en funciones y candidato democristiano, se criticaron mutuamente por su distinta manera de luchar contra el cambio climático. Klaver quiere gravar a domicilio a los mayores contaminantes, mientras que su oponente prefiere una tasa europea para reducir el CO2. En una campaña con sordina por culpa del coronavirus, estos debates hicieron las veces de un altavoz electoral que apenas ha podido oírse en la calle.
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