Si es cierto aquello que dicen que el primer paso para superar un problema es aceptar su existencia, Ferrari ya camina hacia su recuperación. Nadie en la ‘Scuderia’ confía en ganar ninguno de los 23 grandes premios que configuran el Mundial que este domingo (17.00, Dazn) echará a rodar en Bahréin, al menos de los que se den en condiciones normales. Pero es que ese es el enfoque más realista si se atiende a que la marca más universal del mundo de las carreras, la que más Mundiales tiene (15), sale de su peor temporada en la Fórmula 1 en 40 años y no gana el título de pilotos desde 2007 (Raikkonen). A modo de catarsis, el fabricante apostó por la frescura y dio un sorprendente volantazo: se deshizo de un tetracampeón del calibre de Sebastian Vettel y en su lugar incorporó a Carlos Sainz, que aterriza con mucha hambre y los colmillos afilados –aún no ha estrenado su casillero de triunfos –, la mente abierta y la cabeza despejada, después de dos ejercicios en McLaren en los que, además de consolidarse como uno de los valores más seguros de la parrilla, se lo pasó de fábula al lado de Lando Norris. Este invierno, el español dispuso solo de un día y medio para pillarle el truco a su nuevo coche, mucho menos tiempo de lo habitual. “No llego tan preparado como Charles [Leclerc, su vecino de taller], pero sí lo estoy al máximo de las posibilidades que he tenido a mi alcance”, resume Sainz (26 años), que junto al monegasco (23 años) forma la pareja más joven de la casa italiana en 53 años.
El buen rollo que inyecta el madrileño a los equipos por los que pasa no tiene nada que ver con las tensiones y conflictos que generan otros para forzarse a sacar su mejor versión. Según los testimonios más directos, su acomodo dentro de Ferrari en los tres meses que lleva allí ha sido de lo más natural. “Carlos es un gran tipo. Nunca había pasado tanto tiempo con un compañero antes de comenzar, y la verdad es que nos llevamos muy bien”, destaca Leclerc. Esa aparente buena sintonía que hay entre ellos puede ser capital en las aspiraciones más inmediatas de Il Cavallino Rampante, en esa búsqueda de sí mismo por la que transita.
Por palmarés y recursos (en 2019 su presupuesto rondó los 370 millones de euros), Ferrari debería pelear por ganar cada año. Sin embargo, en la etapa actual eso es una ilusión. En 2020, los bólidos rojos acumularon solo tres podios, un bagaje que colocó a la estructura en la sexta plaza de la tabla reservada a los constructores. El puñetazo llegó pronto y fue durísimo, como recuerda Leclerc: “Nada más comenzar nos dimos cuenta de que la realidad de las cosas era mucho peor de lo que esperábamos”. Y básicamente por culpa del motor, el componente más importante del monoplaza y del que cualquier fabricante siempre trata de presumir. El déficit de velocidad del coche en recta y su elevado nivel de resistencia al avance (drag) fueron un obstáculo demasiado grande como para superarlo con el campeonato en marcha. En teoría, ese hándicap se ha minimizado en el nuevo SF21, al menos según las pistas que dejaron los ensayos de pretemporada.
En Bahréin, la última prueba de 2020, ni Vettel ni Leclerc fueron capaces de meterse en la tercera criba de la cronometrada (Q3). La velocidad punta alcanzada por el monegasco en aquella ocasión fue tres kilómetros por hora más lenta que la que él mismo registró en el primer entrenamiento del pasado invierno, en el mismo circuito de Sakhir. Ese indicativo valida la información extraída anteriormente del banco de pruebas de la fábrica, que ya indicaban un aumento en la potencia en el propulsor diseñado para 2021. “Puedo asegurar que hemos ganado potencia respecto al año pasado. El problema es que los demás, seguramente, también lo han hecho”, admite Sainz, que en los primeros libres de este viernes fue cuarto, a décimas del mejor, Verstappen (Red Bull). “Con los datos en la mano, la velocidad en recta ahora es la adecuada”, puntualiza Mattia Binotto, el director de la escudería. De confirmarse esta mejora, Ferrari habría resuelto el principal punto débil de su último prototipo, y eso debería permitirle afrontar con convicción el reto que tiene por delante: liderar la zona media de la tabla.
Los éxitos y los fracasos en la F1 se miden siempre en función de la competencia. Nadie corre solo, sino que se enfrenta a los demás. Además de Mercedes y Red Bull, que una vez más parecen estar en un plano superior, Ferrari debería jugarse la plaza como tercer mejor equipo con McLaren, Aston Martin, Alpine y Alpha Tauri, que en los recientes test demostró estar en forma. Aunque parezca mentira por caché e historia, no lo tendrá fácil la tropa de Maranello, casi más centrada ya en el proyecto del coche de 2022, momento en el que el reglamento se pondrá de nuevo patas arriba, que en el de la temporada que arranca este domingo.
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