Luis Carcavilla Urquí, Sito (Castellón de la Plana, 1973), siempre lleva un paquete de jamón envasado al vacío cuando asciende a las cimas del mundo, adonde ha llegado 14 veces desde 2007. “Por si acaso”, explica. Es el ojo científico del equipo del abulense Carlos Soria Fontán, el alpinista español de 82 años empeñado en ser la persona de más edad en alcanzar la cumbre de las 14 montañas más altas de la Tierra. Sito, científico del Instituto Geológico y Minero de España (IGME), se encuentra ahora en el Himalaya, bloqueado por un brote de coronavirus que ha obligado al grupo, formado por tres españoles y 11 nepalíes, a ejercer de improvisado centro de control epidemiológico. El virus, que no entiende de alturas ni climas, llega allí donde haya personas y ha causado la evacuación de la mitad de los alpinistas del campo base. Autor de 11 libros de divulgación y colaborador en otra treintena de obras, Sito recoge muestras geológicas del techo de la Tierra, realiza mediciones de temperatura y observa la huella del imparable cambio climático, que ha generado lagos inéditos en los glaciares de la cordillera asiática y alterado su sistema hasta llegar a calentar rocas a más de 30 grados en un entorno donde en estos momentos la temperatura ambiente se sitúa en 20 grados bajo cero.
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Pregunta. ¿Dónde se encuentra ahora?
Respuesta. Salimos de Madrid a finales de marzo y, desde entonces, el viaje se ha dividido en dos partes. La primera ha sido de aclimatación, para ir acostumbrando el cuerpo a la altitud, que lo hacemos siempre en el Valle del Khumbu, entre el Everest y Lhotse-Nuptse. Así vamos ganando altura de una manera muy progresiva y segura. Después de 15 días, nos vinimos al campo base del Dhaulagiri, la séptima montaña más alta de la Tierra (8.167 metros) y la que vamos a intentar escalar.
P. ¿Quiénes conforman el equipo?
R. Somos tres españoles. Carlos Soria, Luis Miguel López Soriano, que es cámara y también alpinista, y yo. También contamos con la ayuda de seis sherpas (pobladores de las regiones montañosas de Nepal que ejercen de guías) y otras cinco personas más de apoyo.
P. ¿Cuál es la misión geológica?
R. El primer objetivo es de divulgación. Aprovecho que estoy aquí para enviar una serie de vídeos divulgativos [Videodiario Un geólogo en el Himalaya] mostrando cuál es la labor de un geólogo cuando viene a un lugar como el Himalaya. También hay otros objetivos más científicos, pero escalar una montaña de este tipo requiere concentración absoluta y el desarrollo de un proyecto científico puro requiere atención total y no se puede estar a dos cosas. Estoy recogiendo datos y muestras, así como completando información de otros proyectos que hemos ido realizando anteriormente para afinar la precisión de cartografías geológicas y geomorfológicas existentes. También hemos desarrollado una campaña de medidas de temperatura de las rocas en los glaciares para poder compararlas con las experimentales que obtienen los satélites. Además, recojo muestras representativas para aumentar las colecciones del Museo Geominero del IGME. Por supuesto, con la autorización del Gobierno de Nepal
P. ¿Qué resultados ha obtenido?
R. Hay algunas cosas interesantes que hemos comprobado. Una de ellas es que el dinamismo del Himalaya, sobre todo en este sector central donde estamos, es impresionante. Esto se manifiesta a través de muchos procesos geológicos como terremotos o la evolución de los glaciares, pero también con deslizamientos, con variaciones en los cauces de los ríos y riadas repentinas. Incluso la cartografía realizada hace 10 años puede quedar obsoleta porque se han registrado procesos en las laderas y fluviales que han modificado de una manera sustancial en el paisaje.
Que una roca en un glaciar a casi 5.000 metros de altitud esté a 25 o 30 grados un día de insolación fuerte demuestra que esos glaciares están en un entorno muy desfavorable
P. ¿Es perceptible el calentamiento global?
R. El efecto del cambio climático en estas regiones tiene unas consecuencias muy evidentes, sobre todo en los glaciares, que son elementos geológicos de grandes dimensiones muy sensibles a este tipo de cambios. Hace falta un registro muy amplio para conseguir valorar cómo es la evolución, pero hay algunos datos que son muy significativos. Uno de ellos, por ejemplo, es la temperatura que hemos estado midiendo en las rocas de los glaciares. En algunos casos han superado los 30 grados de temperatura. Que una roca en un glaciar a casi 5.000 metros de altitud esté a 25 o 30 grados un día de insolación fuerte demuestra que esos glaciares están en un entorno muy desfavorable. Otro dato muy significativo también del efecto del calentamiento global en estas regiones es el aumento, de año en año, de la cantidad de lagos que se forman sobre la superficie de los glaciares. Estos se generan porque la insolación es muy fuerte, produce la fusión de la capa superficial de hielo y forma esas masas de agua que, a su vez, retroalimentan el proceso de fusión del hielo que tienen debajo estos lagos. Hace unas dos décadas eran muy poco abundantes y ahora, prácticamente, todos los glaciares del Valle del Khumbu, en su zona de cabecera, tienen lagos de estas características.
P. ¿Qué tipo de muestras geológicas busca?
R. Fundamentalmente rocas y fósiles para caracterizarlos y mejorar las descripciones que ya hay y la información geológica que existe. Me haría especial ilusión alcanzar la cumbre del Dhaulagiri porque está formada por rocas sedimentarias y, por lo tanto, que casi seguro contienen fósiles. Me gustaría conseguir bajar rocas de la cumbre que tuvieran fósiles, aunque fueran microscópicos, por la información científica que aportarían y por el valor simbólico. Cuando subimos al Kanchenjunga, que es la tercera montaña más alta de la Tierra, trajimos unas muestras que sirvieron para demostrar que estaba formada por gneis [roca metamórfica de grano grueso y aspecto pizarroso formada esencialmente por cuarzo, feldespato y mica] y no por granito, como venía en las cartografías habituales. Pero como decía antes, el valor es científico, pero también tiene una parte importante simbólica porque podemos permitir que la gente conozca y vea en el Museo Geominero las rocas una cumbre de más de 8.000 metros de altitud.
Hemos realizado alrededor de unos 70 test de coronavirus y el 30% han resultado positivos. En el campo base éramos este año unas 90 personas y han sido evacuadas 45
P. ¿Cómo detectó la covid en el techo del mundo?
R. La detectamos porque el médico que colabora con nosotros, Juan Antonio Carrascosa, nos proporcionó unos test nasofaríngeos para la covid. Aquí había varias personas con unos síntomas muy característicos y realizamos una serie de test que identificaron varios casos positivos. A partir de entonces, la agencia que nos gestiona el traslado hasta el campo base y el personal de apoyo nos ha proporcionado otros 90 test. Hemos realizado alrededor de unos 70 test de los cuales el 30% han resultado positivos. Eso aquí tiene consecuencias especiales porque esta es una enfermedad que afecta principalmente al aparato respiratorio y estar ya a 4.700 metros de altitud de partida no es una buena condición, que se suma a las condiciones de frío. Ha sido evacuada prácticamente la mitad del personal que había en su momento aquí, en el campo base: algunos con síntomas claros, algunos con resultados positivos y otros incluso antes de que tuviéramos esos tests porque presentaban síntomas evidentes. En el campo base éramos este año unos 90 y han sido evacuados unos 45.
P. ¿Cómo ha afectado el brote a la expedición?
R. Desde que lo detectamos, nuestro objetivo ha sido controlar la situación. Ha recaído sobre nosotros esta responsabilidad porque somos la expedición con más experiencia, con más recorrido y, también, con más medios. Hemos ido detectando todos los casos y separando los positivos de los negativos. Los primeros han sido trasladados a un campamento base cercano o han sido evacuados. Ahora mismo sabemos más o menos quién está enfermo y en los próximos días tenemos que realizar más test. Una vez que tengamos los resultados, volveremos a pensar en escalar, pero durante estos días nos hemos olvidado de la montaña porque consideramos que la salud de todos es lo primero. Algunas personas han necesitado oxígeno. Lo bueno es que como estamos en un campo base de una montaña de 8.000 metros, hay botellas de oxígeno. Por otro lado, la montaña está en muy malas condiciones porque, desde que vinimos, ha nevado todos los días y esta es una montaña muy peligrosa por las avalanchas.
P. ¿Hay medios para tratar la covid?
R. Tenemos un botiquín bastante completo que nos proporcionó el médico que colabora con nosotros, tenemos los test, hay oxígeno y tenemos medicamentos que pueden ayudar a aliviar los efectos, pero, evidentemente, lo mejor que se puede hacer, si alguien está enfermo y tiene síntomas, es salir de aquí y perder inmediatamente 3.000 metros de altitud, que es lo que evidentemente va a hacer que mejoren sus condiciones. Tenemos medios para detectar el coronavirus y para una atención temprana, pero en caso de síntomas y de positivo, es necesaria la evacuación mediante helicópteros, que pueden venir, generalmente, a primera hora de la mañana, sobre las seis, porque luego la zona se cubre de nubes. Ya han sido evacuadas 45 personas en estos días.
Un escritor a 8.000 metros
Luis Carcavilla Urquí es doctor en geología y científico titular del Instituto Geológico y Minero de España (IGME). Especializado en geoconservación y en divulgación, ha escrito más de una decena de libros y participado en una treintena más como colaborador. Por uno de esos libros, en 2009, recibió el Premio Ciencia en Acción a la mejor obra iberoamericana de divulgación de la geología. Sus últimas obras son ‘Montañas: El descubrimiento de cómo se forman’ (Catarata e IGME) y ‘Geología desde el campo base’ (Desnivel). “Estos libros están escritos en estos campos base, donde a veces tienes bastante tiempo, y a partir de la información y la experiencia ganada en las 14 expediciones que he realizado”, explica el autor.
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