El Elche, que hace solo cuatro años consumó su descenso a Segunda B, ha logrado consolidar su proyecto en Primera a pesar de los numerosos cambios que ha vivido en su estructura deportiva y administrativa.
En un tiempo récord, el equipo ilicitano, tras tocar fondo, resurgió con fuerza logrando dos ascensos y dos permanencias en las recién estrenadas categorías, consiguiendo dar estabilidad deportiva, social y económica a su modelo.
El conjunto ilicitano descendió matemáticamente a Segunda B el 4 de junio de 2017 tras perder 2-1 en su visita al Ramón de Carranza ante el Cádiz (2-1) en la penúltima jornada del campeonato de Liga.
El Elche, diseñado para pelear por el ascenso, pagó una nefasta racha final en la que solo fue capaz de sumar un punto de 27 posibles.
El descenso deportivo, que llegó solo dos años después del administrativo sufrido de Primera a Segunda, abrió un periodo de zozobra en que hizo temblar los cimientos de la entidad, en pleno proceso concursal.
El club, presidido entonces por Diego García, actuó rápido y renovó por completo la parcela deportiva. Contrató a Jorge Cordero como director deportivo y de la plantilla que descendió solo repitieron Juan Francisco Martínez ‘Nino’, leyenda del club, y el prometedor delantero Sory Kaba.
Tras varios cambios de entrenador, el Elche, que salvo una jornada siempre estuvo entre los elegidos para la promoción, encontró por fin la estabilidad con la llegada de José Rojo ‘Pacheta’.
El equipo ascendió al final de la temporada 2017-18 a Segunda División y logró la permanencia de forma plácida en su regreso al fútbol profesional, ya con nuevo presidente, Joaquín Buitrago, hombre de confianza del entonces máximo accionista, José Sepulcre.
En su segunda temporada en Segunda, el club contrató a Nico Rodríguez como director deportivo, quien junto a Pacheta logró conducir al equipo, contra todo pronóstico, a Primera.
Meses antes, la propiedad de la entidad había pasado a manos del empresario argentino Christian Bragarnik, quien se mantuvo al margen del día a día de la entidad, ya que quiso dar continuidad al proyecto que ya estaba en marcha.
Su principal apoyo para el área administrativa era Patricia Rodríguez, directora general, contratada solo unos meses antes para canalizar la gestión económica de la entidad.
A pesar del sorprendente ascenso, y de que el club contará con el límite salarial más bajo de la categoría, de nuevo contra todo pronóstico, y con cambios en el banquillo y en la dirección de la entidad, el Elche volvió a lograr su objetivo.
La permanencia en Primera, solo cuatro años después de bajar a Segunda B, confirma que aquel descenso en el Carranza fue la catarsis que el club y el equipo necesitaba para regresar a la élite. Nino, eterno capitán, es el único superviviente de aquella jornada, ya olvidada por los recientes éxitos deportivos.
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