Joan Laporta
, en una de sus primeras declaraciones como presidente, anunció el fin de ciclo del primer equipo y habló de la “renovación profunda” que iba a hacer. También
Jordi
Moix
, vicepresidente económico en los últimos años de
Bartomeu
, hizo autocrítica ante los compromisarios sobre la renovación del equipo. “No previmos el relevo generacional necesario. Íbamos ganando títulos y, buscando resultados, no hicimos esa previsión”.
Más allá de lo que pueda hacer ahora
Laporta
y de lo que se hiciese en el pasado, sí que es verdad que hay la plantilla que hay, con unos sueldos insostenibles, conseguidos a base de triunfos. Levantando tantos títulos, los jugadores se sentían fuertes y tenían la sartén por el mango a la hora de renovar.
Bartomeu
no supo plantarse ante ninguna vaca sagrada y, así, unos se hicieron de oro y otros prefirieron quedarse aquí sin jugar pero cobrando más que en ninguna otra parte.
Para renovar una plantilla, de fútbol o de baloncesto, siempre tiene que servir el doble consejo de
Aíto García
Reneses
, el ‘coach’ que sigue triunfando en Alemania.
Aíto
decía que la renovación de un equipo se tiene que hacer con la cabeza fría, nunca desde la nostalgia y desde el éxito. En las actuales circunstancias del fútbol, toca más que nunca aparcar la nostalgia. Y, si no, que se lo pregunten a
Sergio
Ramos.
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