Fueron solo 23 minutos. Eso fue lo que le llevó a Britney Spears describir el horror que ha vivido durante 13 años. La estrella del pop irrumpió en 1999 con un álbum de ingenuidad picaresca en tonos pastel que la llevó a la cima del género. Y el miércoles pasado fue el fin de la inocencia. Su relato ante una jueza reveló los secretos más íntimos de una celebridad que ha vivido asediada por las cámaras de los paparazis. Ningún objetivo fotográfico pudo captar la dimensión del drama que la cantante de 39 años sufre desde 2008 bajo una tutela forzada que recae en manos de su padre, Jamie Spears, un fideicomiso y una manager personal, Jodi Montgomery. Cuando Britney terminó su declaración, no había ojos sin lágrimas a las afueras de los Juzgados Stanley Mosk, en el corazón de Los Ángeles.
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“Honestamente, todo lo que dijo me tenía en shock”, confiesa Junior Olivas, una de las 120 personas que acudieron el miércoles a la zona de tribunales a escuchar el testimonio que salía de unos altavoces. “Me enteré de que tenía un DIU para prevenir que quedara embarazada y que sus tutores no dejan que vaya a ver a un médico para que se lo retire”, dice Olivas, quien se considera activista por la causa de la liberación de Spears de la custodia impuesta por una corte hace 13 años. Fue la propia cantante quien solicitó comparecer ante la juez para contar su situación. “Me gustaría quedarme con usted al teléfono para siempre porque en cuanto corte, de repente todo lo que escucharé será ‘no, no, no’. Se organizarán en mi contra y me sentiré acosada y abandonada. Y estoy harta de sentirme sola”, dijo vía telefónica Spears.
“Este caso es inaudito”, afirma el abogado Luis Carrillo. “La gran mayoría de las personas que están en una tutela tienen demencia o una edad avanzada”, considera el experto. En febrero de 2008, un juez de California otorgó al padre de Spears y a petición de este el control de las finanzas de la cantante y de su vida personal después de que la estrella del pop ingresara dos veces en el hospital para que le realizaran pruebas psiquiátricas y por abuso de sustancias. La relación entre la artista y su progenitor, de 68 años, ha sido muy problemática. Desde 2014, la cantante ha luchado por quitar de la custodia a su padre, quien suma dos divorcios y ha tenido problemas con el alcohol y acusaciones de maltrato. En agosto de 2019 fue el propio Jamie quien adujo problemas de salud para retirarse de los asuntos personales de la tutela de su hija, pero continúa controlando el dinero y las propiedades, una fortuna que supera los 60 millones de dólares, unos 50 millones de euros. El acuerdo permite a su padre recibir 16.000 dólares mensuales (13.432 euros) como sueldo mientras limita el gasto de su hija a 2.000 dólares (1.680 euros).
Britney Spears comunicó el miércoles con claridad un solo mensaje. Quiere que la tutela termine de una vez por todas. Sus dramáticas palabras fueron escuchadas por todo el mundo. Los teléfonos, cámaras y ordenadores estaban prohibidos en la sala. Las grabaciones también estaban vedadas. La llamada de Spears, no obstante, fue transmitida casi en directo en varios medios de todo el mundo. Horas después, el audio había llegado a las redes sociales y la transcripción de su relato a las redacciones. “Por salud mental necesito que su señoría me permita dar una entrevista, que se me escuche lo que me han hecho. Tengo el derecho a usar mi voz… Sinceramente, necesito sacarme esto del corazón, el enojo y todo lo que ha sucedido”, suplicó la cantante.
Spears se desmarcó de su propio testimonio dado en 2019 ante el tribunal a puerta cerrada, donde había presentado algunas quejas y pedía algunos ajustes al arreglo. “Es por eso que estoy diciendo todo esto dos años después de haber mentido a todo el mundo y dicho ‘estoy bien y estoy feliz’. Es una mentira… He estado en negación. En shock. Estoy traumatizada, pero ahora estoy diciendo la verdad. No estoy contenta, no puedo dormir. Estoy muy enfadada y deprimida. Lloro todos los días”, dijo Spears a la jueza Brenda Penny, después de detallar cómo la forzaban a dar conciertos y la obligaban a ir a terapias e internarse en centros de rehabilitación en contra de su voluntad. La cantante aseguró que no había contado esto antes al tribunal porque le daba vergüenza. La togada le agradeció la valentía de su relato.
El abogado Carrillo explica que ahora Spears debe presentar una moción que finalice totalmente el arreglo. “El juez tiene la última palabra”, dice el letrado, experto en derecho civil. “Para que la custodia termine se requieren pruebas de profesionales o médicos”, añade. Este punto puede ser problemático para el futuro del caso. Britney solicitó a la juez que la tutela “termine sin que tenga que ser evaluada”. “He investigado, señoría, y hay muchos jueces que ponen fin a las tutelas sin que las personas sean revisadas todo el tiempo”, aseguró la cantante. Carrillo explica que la artista puede presentar médicos y especialistas que testifiquen en su favor. Las leyes de California, no obstante, permiten al tribunal enviar a un investigador a hablar con ambas partes interesadas para presentar una visión objetiva al juzgador.
Britney Spears no tiene la mejor defensa posible. Este es solo un ejemplo más de las muchas cosas que están fuera de su control gracias a la tutela. Samuel Ingham, su abogado, fue nombrado por el tribunal. El letrado no ha presentado la solicitud para finalizar la custodia a pesar de que Spears ha mostrado incomodidad con el acuerdo desde 2014. “He desarrollado una relación especial con Sam. Hablo con él tres veces por semana ahora, pero no he tenido la oportunidad de elegir a mi propio abogado. Y me gustaría hacerlo”, dijo Spears el miércoles. Los expertos piensan que esta es una de las primeras concesiones que la jueza podría hacer en favor de la cantante. Una señal de que el caso avanza hacia su libertad.
Junior Olivas cree lo que ha pasado esta semana ha sido en parte gracias a Framing Britney Spears. El febrero pasado The New York Times ofreció en un documental claves del caso mediante testimonios de gente cercana a la artista que ponían en duda la eficiencia de la tutela para una mujer de 39 años que ya ha mostrado estabilidad en su vida personal y laboral. El mediometraje generó un animado movimiento social, #FreeBritney, que tiene como base a los fanáticos de la estrella, quien lleva un lustro sin publicar un álbum. “¡El movimiento y el documental dieron a Britney esperanza, fuerza y coraje! Ahora sabe que no está sola en esta batalla. El documental la humanizó y ahora tiene al mundo entero pidiéndole perdón. Creo que siente el amor que hay por ella aquí afuera”, asegura Olivas.
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