La primera dama de Haití, Martine Moïse, llegó este miércoles en un avión ambulancia al aeropuerto ejecutivo de Fort Lauderdale, al norte de Miami, para ser tratada de las graves heridas que sufrió en el atentado en el que fue asesinado a tiros el presidente Jovenel Moïse.
El embajador de Haití en Washington, Bocchit Edmond, adelantó en una conferencia de prensa que la primera dama iba a ser trasladada a Miami durante el miércoles, aunque no detalló exactamente cuándo.
Edmond indicó que Martine Moïse está “estable, pero en condición crítica”; y explicó que se hicieron todos los “esfuerzos” posibles en Haití para trasladarla a Miami.
“Gracias a Dios que ella no se está muriendo”, dijo.
Según mostraron videos de medios locales del sur de Florida, el avión de Trinty Air Ambulance que trajo a la primera dama aterrizó sobre las 3:30 p.m. del miércoles en un aeropuerto ejecutivo de Fort Lauderdale.
En un primer momento, se informó de que iba a recibir tratamiento en el Baptist Hospital del sur de Florida, pero finalmente se confirmó que sería internada en el centro traumatológico del Hospital Jackson Memorial, uno de los hospitales más grandes del mundo.
Antes de la llegada de Martine Moïse, congresistas de Florida y dirigentes de la comunidad haitiana manifestaron su temor a que la situación en Haití se deteriore aún más.
La congresista Frederica Wilson, representante del distrito donde se concentra la numerosa comunidad haitiana en el sur de Florida, instó al primer ministro en funciones de Haití, Claude Joseph, a pedir al presidente de Estados Unidos, Joe Biden, que brinde “seguridad adicional” a su país.
Wilson, del Partido Demócrata y con fuertes lazos con Haití por ser la representante en el Congreso del distrito donde está enclavada la Pequeña Haití, instó al pueblo haitiano a “permanecer en calma durante esta crisis internacional y a unirse para salvar su nación”, escribió la congresista en Twitter.
El senador republicano por Florida Marco Rubio afirmó que el “cobarde asesinato a sangre fría del presidente Moïse solo traerá más dificultades a la gente de Haití y desestabilizará aún más la economía”.
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El Consulado General de Haití en Miami, que presta servicio a una comunidad que llega a unas 400,000 personas en toda Florida, estaba cerrado, según pudo comprobar Efe, y las únicas señales del magnicidio eran la bandera a media asta y un ramo de flores que alguien dejó en la verja.
Algunos residentes de la Pequeña Haití expresaron a medios locales su temor a que estalle la violencia en la república más antigua de América y al mismo tiempo el país con menor desarrollo del continente.
“La violencia llama a la violencia y no es una solución para la crisis del país”, dijo el padre Reginald Jean-Mary, párroco de la parroquia Notre Dame D’Haiti.
El presidente Biden condenó este miércoles el “atroz” asesinato del presidente haitiano y opinó que es una señal “muy preocupante” del estado de la crisis política en Haití.
Frederica Wilson se declaró “conmocionada” por el asesinato e hizo votos para que no cree “más estragos a una nación con una situación ya extremadamente compleja”.
Haití padece una fuerte crisis política desde mediados de 2018 y vivió su momento más grave hasta la fecha el pasado 7 de febrero, día en el que Moïse denunció que la oposición, con el respaldo de algunos jueces, tramaba un golpe de Estado.
Al mismo tiempo, la inseguridad se ha agravado en especial desde comienzos de junio por luchas territoriales entre las bandas armadas que se disputan el control de los barrios más pobres de Puerto Príncipe.
En 2018 había 687,000 personas en Estados Unidos nacidas en Haití, según instituciones dedicadas a la inmigración.
La cifra se multiplicó por más de tres desde 1990 a 2018, especialmente después del terremoto de 2010.
Los inmigrantes haitianos son, entre los caribeños, los más numerosos después de los cubanos, dominicanos y jamaiquinos.
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