En este piso ilustre del barrio de Chueca que data de 1900 los inquilinos no son personas sino obras de arte. Y de los formatos más variopintos. Desde tapices bordados a mano, esculturas de cerámica, una instalación fluorescente e, incluso, un cortometraje de animación. Todo tiene cabida en The Tiny Art Fair, una inusual feria de arte cuya única regla es huir de lo convencional. “TTAF surge como una propuesta al margen de lo establecido, como una alternativa a la escena artística dentro del festival off de la ciudad”, explican sus creadoras, las hermanas María y Laura Porro Moltó –fundadoras de la galería de arte Échale Guindas– y la artista Maru Quiñonero.
Esta insólita muestra de arte coincide con el momento en que ARCO domina la agenda cultural de Madrid. “No somos una feria tradicional ni una colectiva al uso. Las obras de arte se encuentran descontextualizadas fuera del espacio habitual de exposición. Alejadas de los focos de una galería o del estand de una feria convencional”, comentan. “Están integradas en un apartamento vacío en el centro de Madrid”.
Esta original forma de presentar y vender arte surgió a raíz de la exposición Treinta de Maru Quiñonero, que acogió Échale Guindas en 2016. “María y yo seguíamos el trabajo de Maru desde sus comienzos. Una Navidad, sin saberlo, nos regalamos la una a la otra una obra suya y desde ese momento surgió algo muy especial. Cuando decidimos abrir la galería, no se nos ocurrió mejor manera de inaugurarla que con una exposición de Maru”. Fue entonces cuando se fraguó esta relación laboral –y una bonita amistad, confiesan– que sería el germen de The Tiny Art Fair. La primera edición tuvo lugar en febrero de 2020, en la antesala del confinamiento a causa de la covid-19. Aunque en un principio lo concibieron como un proyecto anual, debido a la pandemia decidieron dilatar en el tiempo la celebración de su segunda muestra, que abrió por fin sus puertas el pasado 15 de junio y estará en activo hasta el 15 de julio.
Los interesados en recorrer este piso-galería podrán conocer de primera mano la obra de artistas pertenecientes a disciplinas muy diferentes, vinculadas a una estancia en concreto y ambientada según su contenido. Ubicado en la misma calle (Pelayo, 47) que la galería de las hermanas Porro Moltó, este espacio conserva la personalidad y el encanto de la arquitectura de la zona de comienzos del siglo XX.
Un ejemplo fueron los frescos originales que descubrieron las dueñas al raspar la pintura de las paredes del gabinete. Esta habitación acogedora de pequeñas dimensiones es la encargada de hospedar durante estos días el cortometraje de animación Haircut (2015) de Virginia Mori, la artista italiana reconocible por sus ilustraciones tenebrosas hechas a lápiz. Las vidrieras de colores que decoran las puertas del pasillo, también originales de la época, anuncian la entrada al comedor y al universo de Sophie Aguilera. Para esta joven escultura nacida en Londres que fue finalista de la Biennale de Vallauris en 2019, cualquier objeto es susceptible de transformarse en una pieza onírica de cerámica. Ya sea un frutero, un arreglo floral, una pila de almohadones o la obra cumbre de Ortega y Gasset Origen y Epílogo de la Filosofía.
La cocina mantiene los antiguos azulejos que destacan cuando los neones de la instalación Arquicostura de Raquel Rodrigo entran en acción. La artista valenciana es la autora de este llamativo manto de punto de cruz, tejido en algodón tintado con flúor sobre tela metálica, al que acompaña una grabación con el sonido del mar que sumerge al visitante en una especie de acuario rodeado de vibrantes colores.
Para dar con obras y artistas que se adecuen al espíritu del proyecto, las hermanas Porro Moltó llevan a cabo un intenso trabajo de búsqueda con Instagram como principal fuente de inspiración. La toma de contacto con María Vernetta, cuya obra decora el almacén de la casa, surgió a través de esta red social en la que la artista canaria dio a conocer su obra. “Con el confinamiento empecé a mostrar en Instagram todo lo que dibujaba y bordaba. Maru Quiñonero, a la que conocí trabajando como estilista, me escribió para invitarme a participar en TTAF y unos días antes de la inauguración junté todo lo que tenía por casa: dibujos rápidos, bordados, fotos…. Lo que he expuesto es lo que me lleva inspirando desde pequeña”.
En el espacio de Vernetta se suceden obras entre ovillos de lana, libros y plantas: desde un tapiz bordado a mano con los signos del zodiaco a lienzos que sugieren el cuerpo femenino o una guitarra de cartón al más puro estilo de Michel Gondry. “Siempre me han fascinado las plantas y los cuerpos, en especial, los femeninos. Últimamente estoy bastante interesada en la astrología, la simbología y la quiromancia… Todo lo que está pasando me hace reconectar con la tierra y el universo”.
Arte no solo hecho por mujeres
El catálogo de TTAF está protagonizado por mujeres, aunque no es algo premeditado. “Es cierto que la mayoría de los artistas que han participado en estas dos ediciones han sido mujeres, pero ha sido completamente circunstancial. Es algo que pusimos en valor para apoyar a las mujeres en el arte, pero nuestro objetivo final es apostar por artistas diferentes, tanto hombres como mujeres, y darles la oportunidad de darse a conocer”.
En esta edición, el acento masculino lo ponen los dibujos expresionistas del fallecido Francisco García Beivide que cuelgan de las paredes del salón. Un homenaje póstumo a la obra del artista y director creativo de la concept store Anclademar que incluye una reproducción en vinilo con su puño y letra de una de las listas que hizo en vida con todo lo que le transmitía felicidad.
La exclusividad de un pase privado
The Tiny Art Fair solo se puede visitar con cita previa (vía email) y se limita a dos pases al día para garantizar las medidas de seguridad por la covid-19. Un modelo de acceso que cobra cada vez más fuerza en nuestra geografía con ejemplos ya consolidados como el Espacio SOLO de Madrid. Este acceso exclusivo mantiene viva la esencia del proyecto como algo íntimo y especial, y aunque puede traducirse en un menor número de ventas, no es un hándicap. “Es verdad que esta misma exclusividad y clandestinidad hace que la repercusión no sea la misma que si se celebrase en un lugar abierto al público. Pero ha sido lo que buscábamos desde el principio”, reconocen.