Debacle en las oposiciones a profesor de Matemáticas: más de 720 plazas quedarán desiertas


Más de 720 plazas de profesor de Matemáticas de Secundaria van a quedar desiertas en esta abultada oferta pública de empleo: 168 en la Comunidad Valenciana (39%) y 183 en Cataluña (30%), donde ya terminaron las oposiciones, y al menos quedarán libres otras 250 plazas en Madrid (42%), 88 en Castilla-La Mancha (50%), 18 en Andalucía (2,5%) y 11 en Canarias (7%). En estos tres territorios solo se ha celebrado el primero de los dos ejercicios eliminatorios y ya hay vacantes, por lo que el número puede crecer. Los matemáticos, para los que antaño la docencia era la principal salida profesional, están hoy en día muy cotizados en el mercado laboral, y en los últimos tiempos las bolsas de interinos se cubren con personas sin la misma formación; provienen de Química, Arquitectura, una ingeniería o Económicas. Esa podría ser la explicación a tamaño fracaso. La sangría no es nueva: cada año quedan puestos sin cubrir que se acumulan para la siguiente convocatoria, de forma que el número de plazas vacantes no deja de aumentar.

En esta oferta de empleo público salen a concurso unas 3.600 plazas (contando las catalanas que se celebraron en 2020). En Aragón, Murcia, Galicia, Cantabria y Extremadura han pasado suficientes candidatos al segundo ejercicio para completar el cupo, pero no van muy sobrados. En Murcia, por ejemplo, apenas ha aprobado un 20% de los presentados. En Asturias no dan cifras; en La Rioja no ha habido oposiciones, mientras que en Castilla y León y el País Vasco no hay datos porque aún se están corrigiendo las pruebas.

Un profesor, que tiene que hacer un máster con prácticas y sacarse una oposición, gana unos 1.700 euros y para progresar (con un tope salarial) tiene que seguir formándose en cursos, mientras que en la empresa el novato pronto gana más de 2.000 euros y escala puestos. La jornada oficial del docente es un buen reclamo, pero en realidad, para hacer bien su trabajo, echan horas extra en casa. Con estos mimbres, solo los matemáticos muy vocacionales se animan a enseñar.

Es el caso de Ana, que ha aprobado el primer ejercicio en Madrid y prefiere no aparecer con su verdadero nombre. Soñaba con ser profesora desde el instituto. Esta docente cuarentañera se decantó por la licenciatura de Matemáticas y al principio trabajó en consultoría. Le interesaba, era un puesto dinámico y bien remunerado, pero la vocación seguía latente y hace seis años dio el salto a la enseñanza. El examen de la oposición le ha resultado fácil y cree que la debacle viene motivada por la enorme carga de trabajo en el año de pandemia y por la desconfianza: “Hasta el último momento no teníamos claro si habría oposiciones y la gente no ha querido renunciar a su familia o al tiempo para preparar las clases”.

Ana cree que ser matemática o física abre puertas en la oposición porque se han estudiado los temas más a fondo ―“un ingeniero ha tenido que formarse en otras cosas”― y ellos tienen una estructura mental diferente. “Mucha gente, si le cambian el enunciado, no se da cuenta de que es lo mismo que sabe, pero preguntado de otra manera”. En Matemáticas la bolsa de trabajo se agota en parte de las comunidades y basta con firmar el examen para terminar trabajando, por eso recalan profesionales rebotados de otros sectores. “Como madre me preocupa que mis hijos tengan un profesor que ha sacado un 1 en la oposición”, razona.

Entre 2000 y 2005 se redujeron en un 43% las matrículas en la carrera de Matemáticas. Los decanos, preocupados por el declive, sumaron fuerzas para hacer campañas en los institutos y para organizar visitas a sus facultades. Apenas se necesitaba un 5 de nota para ingresar y la mayoría de los matriculados iban encaminados a la docencia en secundaria. Pero la cuarta revolución industrial, en la que internet y las tecnologías de la información son la clave, no se entendería sin los matemáticos, que reciben ofertas laborales sin haber terminado sus estudios. La nota de acceso ronda el 12 sobre 14 y roza el 14 si es un doble grado con Física, Estadística o Informática. A los empleadores no solo les interesan los conocimientos de los matemáticos, sino su capacidad para resolver problemas, aunque no estén relacionados directamente con su ámbito de trabajo. Han desarrollado mucho el pensamiento analítico y tienen una gran habilidad para adaptarse.

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Comisiones Obreras, el sindicato mayoritario, va a hacer un estudio de esta debacle que se repite en otras especialidades. Héctor Adsuar, su nuevo secretario general de Enseñanza Pública No Universitaria, se indigna: “La oposición no puede ser una carrera de obstáculos para alguien que lleva años enseñando. En el primer ejercicio se busca el virtuosismo académico y no si sabe enseñar matemáticas. Hay que pensar el perfil de profesor que queremos y adaptar el examen”. El 80% de quienes logran una plaza son interinos con experiencia en el aula.

Diego Redondo, matemático, trabaja desde hace 12 años en un centro de enseñanza de adultos. Ha participado dos años en un tribunal de oposición en Madrid y considera que en esta ocasión el “fracaso” no es atribuible a la dureza de la prueba sino al sistema, el nivel de los inscritos y el premio a los que con un cero logran trabajar. Redondo cree que hay que cambiar de arriba abajo el modelo de examen: ¿Por qué no empezar con la programación didáctica y luego demostrar los conocimientos? Al fin y al cabo, sostiene, al aspirante se le presupone bien formado en su grado universitario y en el máster de profesorado. Redondo cree que pesa en las notas que muchos de los candidatos no tienen una buena base matemática y lamenta que haya tantos ceros y unos. “Es incoherente que el que no aprueba siga dando clase. Algo no funciona y el examen hay que replantearlo”.

Sin plazas en los másteres

Luis Rodríguez, profesor de Didáctica de las Matemáticas en la Universidad de Oviedo, va más allá y recuerda que al poco interés de los matemáticos por la docencia en ESO se suma que hay muy pocas plazas en los másteres de profesorado públicos ―los privados multiplican su precio por ocho― y no se les cuida. En Valencia, recuerda, el curso pasado se quedaron matemáticos fuera por tener un expediente más bajo que en otras carreras. En Asturiasm ajustan la oferta a la demanda de plazas en el máster. En 2009 reservaban 15 para matemáticos, pero menguaron la cifra a 12 por falta de interés. Ahora, se alegra, vuelve a haberlo. Rodríguez, presidente de la comisión de Educación de la Real Sociedad Matemática, sostiene que hay que favorecer con becas la movilidad de los estudiantes para estudiar el máster de profesorado ―imprescindible para ejercer― en universidades públicas en las que sobren plazas.

Manuel de León, fundador del Instituto de Ciencias Matemáticas (Icmat), cuenta que el Ministerio de Educación ha pedido ayuda al Comité Español de Matemáticas ―que revisa el nuevo currículo y del que forma parte― para reclutar graduados para dar clase en secundaria. De León cree, como Ana y Redondo, que se necesita prestigiar la profesión, muy vapuleada en los últimos años. “Yo he estado en institutos en los que se crea un clima muy bueno y los profesores están muy implicados. Es fundamental que haya un contacto más estrecho con las familias”.

El académico alude a Math for America, sufragado por el mecenas Jim Simons, convertido en uno de los hombres más ricos del mundo aplicando las matemáticas a sus inversiones. Este programa incentiva que los nuevos graduados en Matemáticas dediquen su tiempo a la docencia en secundaria y no a la investigación mimándolos económicamente y dándoles facilidades. De León cree que el dinero no lo es todo, se pueden despertar vocaciones valorando la labor docente.

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