La esperanza de una victoria final había soterrado la tensión latente entre la selección nacional de Inglaterra y los aficionados más fanáticos y ultras. Al comienzo de cada partido, se oían los abucheos desde las gradas a los jugadores cuando estos hincaban en el suelo la rodilla en solidaridad con el movimiento Black Lives Matter, e incluso miembros del Gobierno mostraron su rechazo a lo que consideraban un gesto político que no tenía cabida, según ellos, en el mundo del deporte. Pero cuando este domingo tres jugadores de minoría étnica fallaron en la tanda de penaltis, e Italia se hizo con la Eurocopa, todo el odio acumulado estalló en las redes sociales contra Marcus Rashford, Bukayo Saka y Jadon Sancho. Y quedó clara la distancia entre un grupo de atletas que ha intentado durante toda la competición transmitir un mensaje de inclusión y respeto y una manada de hooligans cuyo ultranacionalismo y xenofobia se han visto alimentados por años de agónico debate alrededor del Brexit.
Ha sido paradójicamente el euroescéptico Boris Johnson el primero en condenar con firmeza esos vilipendios. “La selección de Inglaterra merece ser homenajeada como los héroes que son, y no sufrir estos ataques racistas en las redes sociales”, escribía el primer ministro británico en su cuenta oficial de Twitter. “Los responsables de estas ofensas escandalosas deberían sentir vergüenza”. Y no fue el jefe del Ejecutivo británico, sino el segundo en la línea de sucesión al trono, el príncipe Guillermo, quien exigió una respuesta más allá de la condena. “Resulta totalmente inaceptable que los jugadores hayan sido víctimas de este comportamiento abyecto. Debe parar de inmediato, y aquellos que estén implicados deben asumir sus responsabilidades”, escribía el duque de Cambridge, presidente de la Asociación de Fútbol.
El seleccionador nacional, Gareth Southgate, quien ha defendido durante este tiempo el derecho de los jugadores a tomar una posición pública ante las injusticias y desigualdades sociales, calificaba los ataques de “imperdonables” y aseguraba: “No simbolizan todo aquello que defendemos”. “Hemos sido un haz de luz que ha conseguido unir a la gente, que ha logrado vincular a los ciudadanos con su selección, una selección que representa a todo el mundo. Esa unidad debe mantenerse”, ha defendido Southgate.
Tanto el Gobierno británico como la Asociación de Fútbol han intentado redirigir la tensión contra las plataformas tecnológicas responsables de las redes sociales. “Tienen que hacer frente a este problema, porque si no lo hacen, nuestra nueva ley de seguridad en internet les exigirá responsabilidad con multas que pueden llegar al 10% de sus beneficios globales”, ha advertido el ministro británico de Cultura y Deportes, Oliver Dowden. Instagram, Facebook y Twitter han respondido de inmediato con una condena firme de los insultos racistas, además de asegurar que habían actuado lo más rápido posible para eliminar esos mensajes. “En las últimas 24 horas, a través de un sistema de inteligencia artificial y de una revisión llevada a cabo por nuestros empleados, hemos eliminado cerca de mil tuits, además de suspender permanentemente un grupo de cuentas por violar nuestras reglas”, ha asegurado un portavoz de Twitter.
Los clubes británicos de dos de los jugadores (Rashford pertenece al Manchester United; Saka al Arsenal) han emitido comunicados de respaldo a sus deportistas. En Mánchester, un mural que homenajeaba a Rashford, nacido en el Reino Unido pero de ascendencia sancristobaleña, ha sido pintarrajeado con palabras como “jódete, mierda” o “bastardo”. Las autoridades locales han cubierto de inmediato los insultos, y la policía de la ciudad ha anunciado la apertura de una investigación. “Es un comportamiento vergonzoso y no será tolerado. Mánchester se enorgullece de la diversidad de su comunidad, y los delitos de odio ni tienen cabida ni son bienvenidos en esta ciudad”, ha dicho el jefe de policía, Paul Savill.
Marcus Rashford se ganó el afecto de una gran mayoría de ciudadanos británicos durante la pandemia, por sus continuas campañas en las redes sociales a favor de los niños menos favorecidos. Logró doblar el pulso al Gobierno de Johnson y que se mantuvieran las ayudas gratuitas de comedor, a través de cheques de alimentos, durante el tiempo en que los colegios permanecieron cerrados. Aunque el ala más radical del Partido Conservador no le perdonó nunca su “intromisión” en el debate político, Johnson fue el primero en hacer de la necesidad virtud, reunirse con él y abrazar su causa. Por eso, este lunes, la diputada conservadora Natalie Elphicke ha sido obligada a pedir disculpas después de su mensaje en Twitter de la noche anterior. “Han perdido. ¿Sería poco generoso sugerir que Rashford debería haberse dedicado más a perfeccionar su juego y menos a jugar a la política?”, escribió Elphicke.
Los escandalosos ataques racistas han obligado a muchos políticos a tomar partido en el debate a toda velocidad para no quedar en evidencia. “Me repugna que los jugadores ingleses que han dado tanto por este país hayan sido objeto de viles ofensas racistas en las redes sociales”, ha denunciado la ministra del Interior, Priti Patel, cuyas políticas antiinmigración han desatado las críticas de numerosas organizaciones humanitarias. “Me parece muy bien”, le respondía el diputado laborista David Lammy. “Mejor tarde que nunca. Ahora pide perdón también por animar a los hinchas a que abuchearan a los jugadores cuando hincaban la rodilla [para denunciar el racismo]”.
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