A mil kilómetros de Riad, capital de Arabia Saudí, hay un grupo de antiguos oasis con paisajes de ciencia ficción. Componen un desierto del tamaño de Bélgica repleto de yacimientos arqueológicos como los panteones de Madain Saleh, declarados Patrimonio Mundial por la Unesco. En su vasto horizonte se ven grandes formaciones rocosas y muros rectangulares en cuyo interior crecen plantaciones de palmeras datileras. Esa visión inspiró a los diseñadores de uno de los edificios más sorprendentes de este zona: el centro de visitantes de Al Ula, una pequeña localidad de 30.000 habitantes en plena expansión turística. Diseñado por el estudio portugués KWY, la construcción sorprende por su sencillez y su capacidad para adaptarse a un entorno tan salvaje. También esconde una sorpresa en su interior: un patio de techo ovalado que enmarca la esencia de la zona: el intenso azul del cielo y sobriedad de las rocas.
El arquitecto portugués Ricardo Gomes es el ideólogo del edificio en colaboración con Luise Marter y Rebecca Billie. Vive entre Copenhague y Lisboa y ha trabajado en Marfa (Texas, Estados Unidos) y con el artista Olafur Eliasson en Berlín durante seis años. Desde 2009 lidera un equipo de diez personas en KWY Studio, un estudio con vocación internacional y proyectos en numerosos rincones del mundo –desde Australia a Italia–, aunque ninguno en España. Su trabajo se encuentra en la frontera entre el arte y la arquitectura, pero el proyecto en Al Ula ha sido una excepción que, precisamente, surgió durante su primera visita a la zona.
Gomes viajó en septiembre de 2019 junto al colectivo artístico danés Superflex para ultimar los detalles de la instalación de One Two Three Swing! en la exposición Desert X que, a principios de 2020, planteó un diálogo entre los artistas del entorno y los que han participado en las ediciones de esta exhibición en California. La obra que ellos planificaban allí fue diseñada para la Tate Modern de Londres, pero posteriormente se adaptó a diferentes contextos en muestras celebradas en Bonn (Alemania), Vordingborg (Dinamarca) y el observatorio del Monte Dora, en Corea del Sur. Ahora tocaba Arabia Saudí. “Como europeo, recuerdo que el primer pensamiento al llegar a aquel valle es que no debíamos tocar nada, porque es un sitio muy especial”, afirma el arquitecto, que destaca la inmensidad del desierto en una zona que permanece prácticamente virgen y que contiene yacimientos arqueológicos de gran valor: hay antiquísimas pinturas rupestres y templos excavados en rocas gigantes que recuerdan a Petra, en Jordania.
Durante aquella visita surgió la oportunidad de diseñar el que sería el centro de visitantes de la exposición Desert X. Para ello, su equipo se fijó en el entorno con la intención de crear un edificio que impactara pero que, a su vez, pareciera llevar ahí toda la vida. Se inspiró en las plantaciones de dátiles, con palmeras que sobresalen de los enormes muros cuadrados y cuya sombra es de las pocas que hay en la zona. También se inspiraron en la simplicidad monumental de las tumbas de Madain Saleh -el mayor conjunto arqueológico conservado de la civilización nabatea- para terminar ideando un sencillo edificio que se integra en el paisaje y se vale de él para convertirse en un lugar único. Tanto, que más allá de la exhibición temporal, va camino de convertirse en el lugar de referencia para los turistas.
De planta simétrica, el inmueble está formado por tres espacios principales. A un lado, una estancia que sirve para informar a los visitantes sobre la riqueza monumental del enorme desierto que le rodea. Al otro, una coqueta cafetería que se abre en un punto de encuentro marcado por un techo ovalado que deja ver el cielo azul y las rocas del entorno. “Nos pareció interesante que sirviera para completar la experiencia. Es un sitio recogido, que mantiene la esencia de la espectacular zona que hay alrededor, que ayuda a descansar después de un día caminando y descubriendo el desierto”, cuenta Gomes. En esencia, es una especie de patio andaluz donde refugiarse del intenso sol y charlar con una vista enmarcada por la blanca arquitectura del edificio. “La idea fue dar una sorpresa final, crear un momento único”, sentencia. La web del estudio da la última clave: “Las pocas ventanas, localizadas con precisión, crean varios puntos focales arriba y abajo del cañón y aumentan el contraste entre lo doméstico y lo ilimitado: una expresión de nuestra escala y nuestra relación con la naturaleza”.
El edificio se levantó en apenas dos meses y medio entre diciembre de 2019 y febrero de 2020. Un ejército de operarios lo construyó en tiempo récord para que estuviera listo para la inauguración de la exposición, que se extendió finalmente durante mucho más tiempo del esperado debido a la llegada del coronavirus. “Creemos que la exposición podría volver con una nueva edición, así que puede tener el mismo uso en el futuro. Pero también servirá para quienes visiten el cañón. La zona está en pleno desarrollo impulsando numerosas actividades culturales con el objetivo de atraer turismo, como parte de la estrategia del gobierno para que la economía no dependa tanto del petróleo en el futuro”, subraya Gomes. Muy cerca se ubica el mayor edificio de espejos del mundo, Al Maraya – Tantora Concert Venue, en cuyo entorno también se celebra un importante rally.
El proyecto de KWY Studio es solo una de las numerosas iniciativas desarrolladas por la Royal Comission for Al Ula, impulsada por el rey Salmán y desarrollado por su hijo y heredero, el príncipe Mohamed Bin Salmán, con el apoyo de países como Reino Unido o Francia. Incluye iniciativas artísticas como Desert X y la construcción de su centro de visitantes por KWY Studio, pero también otras muchas propuestas para la recuperación de sitios arqueológicos como la ciudad milenaria de Dadan o el casco histórico de Al Ula, así como el estudio de los numerosos yacimientos desplegados a lo largo de todo el desierto que le rodea.
Ahmed al Imam, guía turístico en la zona, declaraba en un reportaje de EL PAÍS que cuentan con “un paisaje similar al del Gran Cañón, sitios arqueológicos como en Italia y vida salvaje como en África”. Ya han surgido las primeras iniciativas turísticas con experiencias de senderismo, bici o viajes en globo, entre otras propuestas. La propia Unesco afirmaba en enero de 2020 que “no todos los destinos emergentes tienen las increíbles posibilidades de Al Ula” debido tanto a “sus recursos excepcionales” como a una “visión turística de vanguardia”. Por si fuera poco, también cuentan con un refugio nacido de la arquitectura contemporánea con espíritu de patio andaluz.
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