La dermatitis atópica es una enfermedad compleja y heterogénea que afecta a un 5% de adultos en todo el mundo y, aproximadamente, a un 15% a los niños, según datos de Annals of Nutrition & Metabolism. Es la enfermedad inflamatoria cutánea crónica más frecuente. Con la pandemia se ha vivido un serio repunte a raíz del uso de geles en las manos, informan los expertos. “La dermatitis atópica es uno de los motivos más comunes de consulta. Suponen aproximadamente el 25%”, explica la doctora Alba Sánchez Orta, dermatóloga en el hospital universitario La Paz de Madrid. La experta sostiene que se produce de un modo bastante habitual en los niños y en el caso de los adultos se resuelve normalmente antes de los 20 años. “En los últimos años ha avanzado. La prevalencia ha aumentado hasta triplicarse con tasas de más del 10% en España en cuanto a rasgos atópicos se refiere”, añade la experta.
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Sánchez asegura que se desconoce el motivo exacto que la desencadena. Puede certificarse que en estos pacientes existe una mayor sensibilidad de piel y mucosas a agentes ambientales. Y explica que existe mayor predisposición a contraerla en zonas urbanas de países desarrollados, algo ligado a la “teoría de la higiene”, y al sexo femenino, sin clara significancia. “Al haber menos exposición a alérgenos, no llega a desarrollarse; son factores también, los fetales y perinatales como el tipo de alimentación y la lactancia materna”, mantiene la profesional.
Diversos organismos como la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) y la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) afirman que resulta conveniente para estas personas un mantenimiento de las condiciones de temperatura y humedad. Algunos estudios consideran adecuadas temperaturas por debajo de los 20 grados y en torno al 50% de humedad.
La dermatitis atópica afecta a individuos con rinitis o asma. En la actualidad hay más conocimiento sobre fármacos tanto a nivel probiótico como prebiótico que pueden ayudar en este sentido. “En la infancia se producen lesiones de tipo eczema crónico, placas escamosas, secas y liquenificación en la cara anterior de los codos, la cara posterior de las rodillas, el cuello y el empeine; en los adultos con alteraciones en manos/cara, párpados y labios y lesiones tipo prurigo (pápula sobreelevada con erosión central por rascado causado por el picor)”, relata la médica.
Según la doctora Sánchez Orta existen varios tipos de desencadenantes frente a esta enfermedad:
- Irritantes o que secan la piel, como agentes químicos.
- Emocionales, como es el caso del estrés emocional.
- Ambientales: el paciente se vuelve alérgico a los ácaros o el paciente supercolonizado.
- Alimentarios: hay pocos que se hayan demostrado, pero sí es el caso de la proteína a la leche de vaca y la del huevo.
- Alérgenos de contacto o inhalados: polvo, epitelio de animales…
La dermatóloga recomienda que los padres deben tratar la afección desde que se manifiesta y que frente a brotes graves se recurra al pediatra, que indicará el procedimiento más conveniente a seguir. También refiere unos buenos complementos nutricionales, incluso probióticos desde la lactancia, para evitar el posterior desarrollo de la enfermedad. La dieta es el principal factor modulador. Para mejorar los síntomas de la dermatitis atópica, la experta recomienda llevar una dieta favorable en ácidos grasos omega 3, vitamina C, B5, azufre…
Más allá de las huellas físicas
Para Sánchez Orta se debe tener en cuenta que, si los niños tienen una predisposición personal, pueden desencadenarse brotes y ellos derivarse del estrés, durante los exámenes o cuando el sueño no es óptimo. “Este es el caso de la pandemia, cuando faltaban al cole. El niño veía el sufrimiento y lo somatizaba”, sostiene la experta. La doctora señala que los padres lo pasan mal ante el creciente gasto económico del tratamiento farmacológico y la obligatoriedad de atención preferente del hijo con esa enfermedad, muchas veces respecto a otros temas, incluso otros hijos que no tengan problemas de salud. Y, desde luego, aumenta también la preocupación de toda la familia.
“Tanto en niños como en adultos emolientes o corticoesteroides tópicos están indicados para el tratamiento de la dermatitis atópica. Es importante también evitar algunos alimentos como el café, el alcohol, el azúcar y las grasas saturadas. Por lo tanto, ante la duda con algún alimento, conviene revisar las etiquetas de los productos y consultar con los encargados cuando se coma fuera de casa”, añade Olalla López, farmacéutica.
Resulta revelador tras una encuesta realizada por el laboratorio PiLeJe (50% hombres y 50% mujeres en España, de ellos el 50% de la muestra entre 18-45 años y el otro 50% entre 46-70 años) para comprobar cómo la dermatitis atópica condiciona la calidad de vida de quienes la padecen, que un 52% de las personas que la sufren en España, sienten insatisfacción con su propia imagen. Un 64% de los encuestados afirman que la condición de su piel afecta directamente en su estado de ánimo. Un 46%, han cancelado o modificado planes que tenían previstos a causa del estado de su piel. Por otro lado, un 62% de las personas que sufren esta enfermedad afirma en la encuesta que en ciertos momentos han cambiado su forma de vestir dependiendo de la condición de su piel. Puede destacarse también, que el 44% de personas asegura que la pandemia ha incrementado el número o la intensidad de los episodios de dermatitis atópica que sufren habitualmente.
La dermatitis atópica en población infanto-juvenil no solo al aspecto físico, sino también a otras áreas. “Afecta a la calidad de vida. En niños pequeños, que son inquietos por norma general, resulta más difícil evitar que se rasquen las zonas afectadas”, refiere Lucía Victoria Mota Torresano, psicóloga sanitaria. Por este motivo la profesional dicta que la familia tiene que estar más pendiente para ayudar a que el menor no se toque dicha zona afectada, situación, según ella, que puede generar frustración en la familia, ya que, debido a la edad, el niño no comprenda lo que pasa y las estrategias empleadas no surtan el efecto esperado en el entorno familiar. Por otro lado, la psicóloga destaca que niños con más edad pueden poner en práctica estrategias y ser más conscientes.
Los picores de alguien que sufre dermatitis atópica aumentan de frecuencia por la noche. Para la profesional, la falta de descanso puede hacer que los niños estén más irritables y cansados, dificultando su rendimiento escolar y social. También hay complejidad en la composición de las relaciones sociales, ya que pueden tener tendencia al aislamiento, vergüenza o temor al insulto o burla, a la estigmatización o rechazo. “Debido al propio estado ánimo, el niño o adolescente, puede dejar de hacer cosas que le gustan porque no le apetezca o por cómo eso le lleve a sentirse. Puede evitar expresar sus emociones a otros. Hay que estar atento a esto y darle espacio para que sienta cómodo y se exprese”, mantiene la experta.
“Lo más recomendable por parte de la familia es ayudar a que desde pequeños los niños identifiquen la sensación que sienten cuando tienen la necesidad del rascado. Pueden decirlo a los padres y que les ayuden a llevar la atención a las cosas que haría si no se rascasen. Cuando son más mayores no haría falta, ya que ellos mismos, cuando lo identifiquen, podrían centrar la atención en lo que estén haciendo”, argumenta Mota Torresano.
Ante cualquier duda de la familia la especialista en psicología sanitaria recomienda un trabajo profesional para ofrecerles herramientas en situaciones en las que no sepan qué hacer para ayudar al hijo, sin añadir más estresores que aumenten el prurito.
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