El cantautor Camilo (Medellín, 1994), cuyos videoclips superan los 4.000 millones de visualizaciones, tantas como la mitad de habitantes que tiene el mundo, vive un verano en simbiosis con LaLiga. Casi a la par del estreno del campeonato, que tendrá lugar el viernes 13 de agosto, el colombiano ha comenzado su primera gira, que en España le llevará por una docena de ciudades. Arranca la temporada con la vuelta de los espectadores a los estadios y, a la vez, Camilo podrá comprobar sobre el escenario cómo sus “canciones cobran vida en la vida de los otros cantando a voz en grito”. Camilo y LaLiga, unidos por su capacidad de generar emociones incontrolables a través de goles y canciones, celebran juntos. El artista de Medellín ha convertido su éxito KESI en un tema futbolero que supone un festejo por el final de la época de las gradas vacías, una especie de oda al optimismo que despierta el arranque de un curso ilusionante. “La música y el fútbol son una misma cosa: pasión, necesidad del corazón.” Tú y yo sabemos que la fiesta ya comienza, me gusta ver lo bien que nuestro equipo juega, reza la letra de esta versión que durante la temporada 21/22 resonará en todos los campos de LaLiga Santander y LaLiga SmartBank y a cuyo rodaje del videoclip asistió EL PAÍS.
Camilo, el artista latino con más seguidores en TikTok, lleva en la cara grabada esa felicidad de las primeras veces largamente deseadas. Está de celebración, dice, y añade un motivo de peso para su incansable entusiasmo, al afrontar la tercera jornada de una grabación que se alargará hasta pasada la medianoche y concluirá con él y sus bailarines impregnados de pinturas fluorescentes, frente a una portería roja: “Este año yo también juego en LaLiga”. “¿Hay algo que te lleve a un abrazo más impulsivamente que un gol o un estribillo?”, afirma sonriente.
En los percheros, colgadas, están las camisetas de los 42 equipos de las dos máximas categorías. Los figurantes se prueban bufandas, gorros, agarran banderas. El realizador les pide que suban escaleras, que salten, y ellos responden con diligencia ante la cámara. Los bailarines van poniéndose uno a uno en manos de las maquilladoras; los que han pasado revista, se agrupan para recordar la coreografía: “¿qué venía ahora?”. Tras los gestos y rituales obligados por el cumplimiento de todas las medidas sanitarias pertinentes, se intuyen nervios y emoción. Participan de algo especial. El despliegue es enorme: han dispuesto tres escenarios distintos –más todos los exteriores– en los que se grabarán las diferentes secuencias hasta esa apoteosis final: todos bailando, refulgiendo en una oscuridad rota solo por sus trajes y por un balón y una portería que son lo único iluminado de la fiesta. Pero, antes de que el director grite acción, Camilo sale de su camerino para charlar.
El fútbol, cuenta, significa mucho para él. El fútbol es el rito que lo reúne con su familia para “comer rico y tomar una cerveza juntos”; es el partido que cada semana echa con sus amistades y con los músicos y técnicos que se suben con él al escenario, y que les sirve para conocerse unos a otros porque, dice Camilo, “no hay otro lugar en que se vea mejor cómo es cada uno que en un partido”. De pequeño era malo con el balón en los pies y fantaseaba con cómo sería ser el mejor, una estrella mundial, pero invertía casi todo su tiempo en la guitarra. Ahora, el fútbol es, junto con el yoga, “la vía para oxigenar su creatividad”. “Y ya no suelo ser el peor de mi equipo”, confiesa entre risas. “Marco mis golcitos. Golcitos, nunca golazos”.
Su suegro y su esposa son seguidores azulgranas. Él, en cambio, tiene el corazón dividido. Tiene amigos futbolistas en muchos equipos españoles, unidos unos y otros por la melomanía y la afición futbolera. “Una vez estaba dando un concierto acá y Luis Suárez, al cual quiero mucho, no pudo asistir porque tenía partido. Pero vino su familia que, cuando yo estaba cantando Millones, su tema favorito, le mandó un vídeo de la canción en directo. Pues resultó que, en ese mismo instante, él marcó un gol. Lo he hablado con él: estoy seguro de que hay una conexión secreta entre fútbol y música”.
Camilo tiene claro el porqué. Nada como el fútbol y la música, dice, te trae tan de golpe al presente, “que es donde ocurren las cosas lindas”. Vivir en el ahora, y no en la incertidumbre del futuro o en la nostalgia del pasado, esas son las beatíficas virtudes que el cantautor atribuye a música y fútbol. “El sentimiento de pertenencia, de colectividad, que se produce cantando un gol o una canción todos juntos, ¿qué más te lo da?”, añade.
Ese argumento que apunta Camilo fue, justamente, la razón para idear esta campaña para lanzar el tema KESI LaLiga Versión Oficial, según cuenta Eva López, directora de Marca Global y Activos de la organización. “La música, igual que el fútbol, es un lenguaje universal que remueve emociones: cuando alguien canta gol se te ponen los pelos de punta, igual que sucede cuando escuchas a tu cantante favorito”.
Desde LaLiga, al comienzo de cada temporada llevan varias ediciones organizando acciones que tienen por meta poner al aficionado en el meollo del fútbol, actos que recuerden el valor del balompié como patrimonio global. Para todos. Incluidos los más jóvenes, que ahora se acercan al deporte de formas distintas: videojuegos, redes sociales… “La gente joven prefiere vivir sin televisión, hasta sin comer, antes que sin música, que forma parte de su seña de identidad. Un adolescente empieza a construir quién es con la música que escucha”, explica López, que añade que, por consiguiente, “para conectar con ellos hay que estar donde ellos están”. Por eso, dice, “no hay una unión mejor, ni un compañero de viaje más idóneo que Camilo. Su música conmueve a niños y a sus padres y, sobre todo, está cargada de energía positiva. Y eso es justamente lo que, en un año como este, debe transmitir LaLiga con una campaña que lleva como lema #PlayLaLigaSantander. Este curso debe ser una celebración: regresar a los estadios es una forma de devolver a la gente la ilusión, la felicidad; y regresar con la música de Camilo es una forma de espolear la alegría por vivir que debe reinar en estos instantes”.
Ya van muchas tomas. El camarógrafo que porta la pesada steadycam se pasea entre los bailarines y, después, Camilo comprueba en una pantalla el resultado, antes de proseguir. Descansan, se enjugan el sudor, retocan el maquillaje. Y a por la siguiente. Hasta que, ya en noche cerrada, vuelven a cambiarse de ropa y se enfundan el vestuario definitivo: monos, gafas con luces. El equipo técnico hace pruebas: coordinan el encendido de la portería roja que sirve de marco para la secuencia, graban las estelas que dejan dos balones al botar bajo esa luz morada, lanzan unos haces láser azules y rojos. Suena la música. Y, tras varios compases, el realizador grita: “¡¡Camilo!!”. El cantautor entra en escena y, cuando se extinguen las últimas notas y Camilo pronuncia, dejando sostenida en el aire esa última a, “LaLiga”, todos los presentes estallan en un aplauso de júbilo. Termina el rodaje… y arranca la temporada.
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