Elizabeth Holmes, la joven que deslumbró a Silicon Valley con su sistema de análisis sanguíneo capaz de detectar enfermedades con solo un pinchazo en el dedo, enfrenta una docena de cargos por fraude y conspiración. Este martes arranca en el tribunal federal de San José (California) la selección del jurado que definirá el futuro de la creadora de la startup Theranos, quien arriesga hasta 20 años de cárcel. El Departamento de Justicia acusa a la empresaria y a su exsocio comercial y exnovio, Ramesh Balwani, de defraudar a inversores, médicos y pacientes. Ambos se declaran inocentes. Los abogados de Holmes planean defender en el juicio que el engaño no fue deliberado y que Balwani manipuló y abusó de su clienta los años que llevaron a cabo la estafa.
Holmes fundó Theranos en 2003 cuando tenía 19 años. Abandonó sus estudios en la Universidad de Stanford con la idea de reinventar la infraestructura del laboratorio clínico. En su relato contaba que el miedo a las jeringas y el cáncer de un tío la habían llevado a inventar un sistema para detectar en cuestión de minutos enfermedades como el VIH o la diabetes con un pinchazo en el dedo índice. Inversores de la talla del magnate de los medios Rupert Murdoch pusieron su dinero en la empresa que para el 2009 ya estaba valorada en 9.000 millones de dólares. Fue parte del selecto club de los unicornios, como se conoce a las compañías que superan los 1.000 millones de dólares antes de salir a Bolsa. Los medios hablaban del nacimiento de la nueva Steve Jobs.
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Con solo 30 años, Holmes -rubia, esbelta, de ojos saltones y siempre de negro-, se convirtió en la mujer más joven en entrar en la lista Forbes de las 400 personas más ricas de Estados Unidos en 2015. La fortuna de la empresaria se estimaba en más de 4.500 millones de dólares (poco más de 3.500 millones de euros), la mitad del valor de Theranos en ese momento. Al año siguiente, el nuevo mito de la meca tecnológica había desaparecido del listado y enfrentaba el escrutinio de autoridades, científicos e inversores.
Una investigación de The Wall Street Journal reveló que las pruebas de diagnóstico no procedían del sistema creado por Holmes: 99 de 100 análisis de sangre habían sido realizados por máquinas que habían comprado a Siemens, una compañía con la que la startup pretendía competir. Además, las pruebas hechas con el nuevo sistema arrojaron resultados erróneos en varias ocasiones, según la publicación. El Departamento de Justicia acusó a Holmes y Balwani de engañar a los inversores diciendo que las máquinas de análisis sanguíneo exprés podían llevar a cabo una amplia gama de pruebas clínicas utilizando una gota de sangre, cuando ambos sabían que la efectividad era limitada, poco fiable y lenta.
La acusación fue un escándalo de proporciones. No solo porque Holmes se había convertido en el rostro de la innovación en biotecnología, sino porque su producto se ofrecía en Walgreens, la principal cadena de farmacias de Estados Unidos, y en las tiendas de Safeway en algunas ciudades. Se trataba de una startup en la que habían invertido el expresidente Bill Clinton y el magnate Carlos Slim, entre otros millonarios. En el propio consejo de la empresa figuraban senadores, generales, empresarios de alto nivel y hasta el exsecretario de Estado Henry A. Kissinger. Ninguno de ellos indagó lo suficiente en el producto. El relato de la joven que abandonó sus estudios para hacer realidad su gran idea, su visión, fue suficiente.
La Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC, en sus siglas en inglés) concluyó que Holmes creó una trama fraudulenta a través de su empresa que le permitió recaudar 750 millones de dólares. La SEC también señaló a Balwani, quien presidió Theranos y ejerció como director de operaciones cuando se produjo el timo. Ambos convencieron a los inversores con información falsa de que tenían en sus manos un sistema único de análisis sanguíneo. “Exageraron y mintieron sobre la tecnología, el negocio y el rendimiento financiero de la compañía”, reveló el ente regulador. Los presuntos estafadores serán juzgados por separado.
En los documentos judiciales contra la empresaria, los fiscales federales remarcan que “decenas de miles de pacientes pueden haberse visto afectados” por el engaño o pudieron recibir tratamientos y diagnósticos “innecesarios o dañinos”. Entre los testigos que subirán al estrado en el juicio figura una mujer que estaba embarazada y que el resultado de la prueba arrojó erróneamente que había abortado y personas a las que le diagnosticaron por equivocación VIH. Los fiscales solicitaron en 2018 la base de datos de los pacientes para establecer un posible patrón de resultados incorrectos, pero los empleados de Theranos la destruyeron.
Está previsto que los abogados de Holmes defiendan la idea de que ella no quiso engañar a sus inversores y a los pacientes de manera deliberada y que si exageró la capacidad del producto y sus resultados fue porque estaba nublada por la ambición. Es probable que la frase fake it until you make it (Finge serlo hasta que lo consigas) tenga un papel importante en el proceso judicial. Los documentos judiciales presentados el pasado fin de semana por la defensa de Holmes revelan que planean acusar a su antigua pareja de abuso psicológico, emocional y sexual, “esencialmente dominándola y borrando su capacidad para tomar decisiones”, según informan medios locales. Balwani niega todo.
Holmes, ahora casada con Billy Evans, el heredero de una cadena de hoteles de California, acaba de ser madre. Su situación personal y la pandemia han obligado a postergar el juicio en reiteradas ocasiones. Los argumentos de apertura comenzarán la próxima semana y está previsto que el proceso se prolongue durante cuatro meses.
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