El sol y la tecnología fotovoltaica han resultado determinantes para que la empresa Diamond Foundry, de la que el actor Leonardo DiCaprio es inversor y asesor, haya elegido la localidad de Trujillo (Cáceres) para su proyecto de factoría de diamantes. La naturaleza tarda varios miles de años en generar bajo tierra un diamante, un mineral muy preciado en joyería y también muy útil para la industria por sus propiedades como semiconductor. Pero algunas empresas tecnológicas, entre las que figura esta compañía fundada en Silicon Valley en 2012, han conseguido cultivarlos con reactores de plasma que reproducen las condiciones de presión y calor necesarias para su creación. Estos diamantes —libres de las sospechas sobre sus oscuros orígenes que en muchas ocasiones sobrevuelan sobre los extraídos a través de la minería— están listos en entre 6 y 10 semanas. Aunque para todo el proceso se requieren ingentes cantidades de energía, que esta empresa quiere que sea de origen renovable.
Martin Roscheisen, cofundador y director ejecutivo de Diamond Foundry, explica que su compañía tiene en estos momentos una fábrica en el municipio de Wenatchee, en el Estado de Washington (EE UU). Esta instalación se abastece de energía hidroeléctrica generada en la cuenca del río Columbia. En el caso de Trujillo se mira al cielo, a la tecnología fotovoltaica a la que Roscheisen lleva vinculado desde hace años. “La disponibilidad de energía solar es muy alta en Extremadura y queremos que nuestra fundición se alimente con energías renovables”, responde por correo electrónico cuando se le pregunta por las razones que lo han llevado a elegir Trujillo. La idea es que una parte importante de la electricidad necesaria proceda del autoconsumo solar y con el apoyo de baterías de almacenamiento.
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El debate público en esta localidad cacereña de alrededor de 9.000 habitantes no estaba dominado este viernes tanto por los diamantes, sino por la precuela de la famosa serie Juego de Tronos, ya que se acaba de confirmar que Trujillo volverá a ser escenario de la producción. Pero su alcalde, el socialista José Antonio Redondo Rodríguez, reconoce que, desde que en junio se anunció la intención de la empresa californiana de instalarse en su municipio, muchos vecinos lo paran por la calle para pedirle trabajo en la nueva factoría. En su despacho del imponente edificio consistorial, flanqueado por antiguos pendones y retratos de ilustres trujillanos, el regidor explica cómo puede seducir el entorno rural de Extremadura y el sur de la Península a la industria: “Nosotros podemos ofrecer el autoabastecimiento energético”. Y eso para una empresa con grandes necesidades de energía es crucial.
A cinco kilómetros de distancia del despacho del alcalde, en el polígono industrial Arroyo Caballo, se levantará la factoría de alrededor de 30.000 metros cuadrados de Diamond Foundry si los planes salen según lo previsto. En ese lugar se instalarían los reactores de plasma, que deben funcionar durante 24 horas al día, y en otra ubicación todavía por cerrar se desarrollaría la planta solar de 120 megavatios —que requiere alrededor de 200 hectáreas de superficie— y la infraestructura de almacenamiento, con una potencia de otros 60 megavatios.
De esta parte del proyecto se encarga Powen, una empresa española especializada en el autoconsumo energético para hogares y empresas. Rafael Benjumea, presidente de la compañía, resalta la importancia de que una empresa internacional elija España para instalarse gracias a la disponibilidad de “energía renovable y barata”. “Es un proceso de relocalización de la industria electrointensiva”, sostiene sobre las posibilidades que se abren para España ante el interés de otras firmas. Benjumea, además de ser el responsable de Powen, preside la patronal fotovoltaica española (Unef).
Promesas de empleo
A apenas mil metros de distancia del polígono Arroyo Caballo está el enorme secadero de jamones que Navidul abrió hace más de dos décadas. La industria agroalimentaria es ahora la gran protagonista en Trujillo, pero si sale adelante el proyecto de diamantes, supondría abrir el camino haca otro tipo de crecimiento económico en la localidad. El alcalde vaticina: “No solo serán los empleos directos, también la actividad económica que se genere alrededor con las empresas satélite que se creen vinculadas al proyecto”.
Cuando presentaron el plan en junio, los promotores señalaron que se crearían 300 empleos directos. Pero Roscheisen asegura ahora que cuando la factoría esté a pleno rendimiento se llegará a los 650 trabajadores, a los que habría que sumar los indirectos. En cualquiera de los dos casos, son cifras contundentes para una localidad de menos de 10.000 habitantes como Trujillo.
Roscheisen afirma que su empresa está “comprometida a invertir en Trujillo”, pero explica que todavía se está en una primera fase y aún se tienen que despejar muchas incógnitas sobre los permisos, la planificación del proyecto y la energía que requiere una factoría así. El desarrollo de las baterías y su caída de costes será determinante en esta iniciativa empresarial, señala. Pero también deben cerrarse varios frentes relativos a la financiación. Benjumea señala que el proyecto completo —la fábrica con los reactores más la planta solar y el almacenamiento— supone una inversión de unos 800 millones de euros. Y explica que alrededor del 40% se aportará con recursos propios. El 60% restante, desglosa Benjumea, se intentará lograr con financiación pública y privada y acudiendo a las diferentes ayudas europeas ya existentes.
Las dos empresas han firmado un convenio de colaboración con la Junta de Extremadura y el Gobierno central que ha supuesto la constitución de un comité de seguimiento para el desarrollo del proyecto. A mediados de mes se celebrará la segunda reunión de este órgano, explica la consejera extremeña para la Transición Ecológica, Olga García. “No es el único gran proyecto industrial que se ha interesado en instalarse en Extremadura y todos resaltan las ventajas sobre la disponibilidad de suelo y el recurso solar”, añade García. La consejera cree que la tramitación de los permisos podría estar lista en un año. Y los planes de Roscheisen son poder empezar con la producción en 2024.
En 2008, Trujillo ya protagonizó otro hito solar cuando se inauguró La Magascona, la que entonces fue la mayor planta fotovoltaica de Europa. Los 20 megavatios de potencia de aquella instalación parecen hoy una nimiedad si se comparan con las plantas de más de 500 megavatios que ya funcionan en España. También la caída de costes es notable: La Magascona requirió de una inversión de 250 millones de euros. “Hoy una planta de 50 megavatios necesita de una inversión de 25 millones”, apunta Francisco Barrantes, responsable de desarrollo de proyectos de Fotowatio, la empresa que levantó aquella instalación y que ahora quiere instalar más paneles en Trujillo.
Fotowatio pertenece en estos momentos a un fondo de inversiones de Arabia Saudí. Pero esta compañía fue creada también por Rafael Benjumea, cuya familia está muy vinculada a Trujillo, lo que también ha sido determinante para la elección de este municipio para el proyecto de los diamantes. Además, Roscheisen valora las “infraestructuras” eléctricas con las que ya cuenta la comarca para hacer viable un plan con unas necesidades energéticas tan altas.
Diamantes de sangre y chips
En 2006, DiCaprio protagonizó la película Diamantes de sangre. La cinta exponía los impactos que generaba la industria de los diamantes en el mundo y su vinculación con las guerras que golpean el continente africano. Lo que aprendió de ese rodaje ha motivado al actor a involucrarse en el proyecto. La empresa de Roscheisen se presenta como una compañía libre de esas sospechas y asegura que sus diamantes de laboratorio no tienen tampoco los impactos medioambientales tan altos que causa la minería.
En su caso, el principal recurso que se consume es el energético, por lo que insisten en que proceda de fuentes renovables. Aunque también tienen necesidades de agua para los sistemas de refrigeración de los reactores. “Estamos planeando hacer otra depuradora para que la fábrica reutilice esas aguas”, sostiene el alcalde.
Los diamantes que fabrica Diamond Foundry se destinan ahora a la joyería, pero también a actividades industriales. Y ese sería el principal uso de los que saldrían de la fábrica de Trujillo. “Produciremos chips de cristal de diamante”, señala Roscheisen. Estos chips “se pueden utilizar para hacer que los semiconductores sean más eficientes”. Además, “una fracción de la producción también se destinará a la llamada industria del diamante de nivel medio, grandes compradores en la India que sirven a todas las industrias que necesitan diamantes, incluida la joyería”, explica el director ejecutivo de esta empresa de Silicon Valley a la que el sol ha llevado hasta Trujillo.
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