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Definir las prioridades para proteger la biodiversidad e impulsar acciones de conservación y desarrollo sostenible. Estos son los ambiciosos objetivos del Congreso Mundial de la Naturaleza. Este evento, organizado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) en Marsella, se celebrado desde el 3 y hasta hoy, 11 de septiembre. Ha reunido a más de 1.400 organizaciones y cuenta con el apoyo de entidades como el gobierno de Estados Unidos y el de Corea del Sur, así como el de grandes empresas como Nutella, Veolia, L’Oréal o Pernod Ricard, entre otras.
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Además, en esta ocasión han asistido al congreso 22 representantes de comunidades indígenas, la mayoría procedentes de los países de la Amazonía, pero también de Asia, Oceanía y África. Gregorio Díaz Mirabal, presidente de la Coordinadora de Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA), explicaba la importancia de poder estar presentes en este evento en calidad de miembros de la IUCN. “Es la primera vez que participamos en la IUCN con voz y voto. La mayoría de las decisiones de dentro del congreso son conservacionistas y llevan más de treinta años estudiando la biodiversidad. Nuestros territorios en cambio, son los mejor conservados, sin financiamiento externo. Un 80% de la biodiversidad existe en territorios indígenas. No lo decimos nosotros, lo dice un panel científico la ONU. Si nosotros no sobrevivimos se muere la naturaleza porque no podemos estar separados”.
Junto con varias organizaciones civiles, la COICA ha presentado estos días una ambiciosa moción que apuesta por una protección más amplia de la zona amazónica: la declaración Amazonía Verde: 80×25. La propuesta pide que para 2025, el 80% de la cuenca amazónica esté protegida. “Queremos salvar el 80% de este bosque, de esta selva amazónica. Pero queremos resultados antes de 2025, porque si no va a ser demasiado tarde. Es necesario salvar la selva más grande del planeta y a todas las culturas y pueblos que vivimos allí”, explicaba Mirabal.
La científica ecuatoriana Carmen Josse apoyaba también esta propuesta añadiendo que “cada vez escuchamos noticias más espantosas sobre el aumento de la deforestación, sobre los incendios, etc. También los temas de minería y derrames de petróleo son problemas muy graves dentro del sistema hídrico y eso es de lo que dependen todos estos pueblos. Hay muchos artículos científicos sobre el punto de no retorno en la Amazonía (…) por eso pedimos buscar una meta alta como el 80%”.
La declaración Amazonía Verde: 80×25 pide que para 2025 el 80% de la cuenca amazónica esté protegida
El proceso de presentación de una moción conlleva un extenso y minucioso trabajo. Aparte de justificar el carácter de urgencia de la presentación, hay que aportar datos y evidencias científicas y contar con el apoyo de mínimo 10 miembros de diferentes partes del mundo, entre otros requisitos. “La evidencia muestra que los pueblos indígenas y las comunidades tradicionales son los mejores en la protección de la selva amazónica, pero sus territorios están cada vez más amenazados por actividades legales e ilegales. Necesitan del apoyo de la comunidad internacional y de los gobiernos nacionales para que sus territorios sean reconocidos y que se respeten sus derechos humanos. Debemos fortalecer su manejo forestal tradicional, su conocimiento tradicional e identidad cultural y su capacidad para conservar los recursos que son clave para alcanzar los objetivos climáticos y de biodiversidad”, ha explicado David Kaimowitz, gerente del Fondo para Bosques y Granjas de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Después de varias votaciones entre los miembros de la IUCN, la moción, registrada con el número 129 ha sido aprobada, lo que supone un paso fundamental hacia la creación de un pacto global para proteger el bosque tropical más grande del mundo que, como alerta la ciencia, se encuentra en la actualidad muy cerca del punto de no retorno. Este importante hito supone un nuevo paradigma de modelo de gobernanza de las áreas protegidas por los pueblos indígenas y comunidades locales. Asimismo, implica un reconocimiento a las poblaciones que habitan estos territorios y una eficaz medida contra el cambio climático y la protección de la biodiversidad.
Todas las iniciativas de protección de la biodiversidad desarrolladas a nivel global durante los últimos años no han acabado de funcionar, salvo en los territorios de los pueblos indígenas, donde su relación con la naturaleza como forma de vida ha demostrado que son los mejores garantes de la biodiversidad en el mundo. Según recoge un informe de la FAO, muchos territorios indígenas evitan la deforestación mejor que las áreas protegidas sin población autóctona. Por ejemplo, entre 2006 y 2011, los territorios indígenas de la Amazonía de Perú lograron reducir la deforestación 2 veces más que las áreas protegidas sin población indígena en lugares con condiciones ecológicas y de acceso parecidas.
A pesar de ser un evento privado al que solo se podía acceder pagando una entrada que llegaba a costar hasta 780 euros a los miembros, la presencia en la cumbre de los pueblos indígenas también ha tenido repercusión fuera del recinto del congreso.
Este importante hito supone un nuevo paradigma de modelo de gobernanza de las áreas protegidas por los pueblos indígenas y comunidades locales
Antes de la inauguración, en Marsella se celebró un congreso alternativo que buscaba descolonizar las políticas de conservación de la naturaleza incluyendo a los pueblos indígenas. Asimismo, durante esta semana se ha realizado una protesta frente a un almacén de una cadena de supermercados para alertar sobre la responsabilidad de las empresas francesas en la deforestación y acaparamiento de tierras en Brasil y Colombia y que esas tierras se destinen a la ganadería intensiva o a la producción agrícola de monocultivos como la soja o el aceite de palma.
Fany Kuiru, líder indígena y miembro de la Organización Nacional de los Pueblos Indígenas de la Amazonía Colombia (OPIAC), lideraba la protesta y justificaba la acción diciendo que “como pueblos originarios dueños de los territorios amazónicos, exigimos mayor responsabilidad a las empresas que están detrás del expendio de carne a los supermercados y a estos sepan de dónde procede la carne que venden. Deben tener responsabilidades. Nosotros como líderes al frente de los pueblos indígenas de la Amazonía denunciamos que la deforestación está afectando a nuestra pervivencia porque nos están dejando sin territorio, sin biodiversidad y sin recursos naturales. Dependemos de la selva para los frutos, de los ríos para la pesca…la fuente de vida para nosotros está en la selva.”
Minoritaria pero con un mensaje muy claro, la presencia de los pueblos indígenas con plenos derechos en esta cumbre ha supuesto un avance en el ámbito de la conservación de la naturaleza. A través de un proceso lento y madurado, las iniciativas se habían tomado de manera consensuada por asambleas donde participaron todas las comunidades. Por ello las propuestas que se han traído al congreso estaban muy claras y trabajadas por los pueblos indígenas y comunidades locales, que llevaban años preparándose para este momento.
Nadino Calapuche, un joven indígena kichwa y coordinador técnico de COICA lo explicaba al decir que “no hemos venido con las manos vacías, hemos venido con propuestas basadas en nuestros conocimientos y con datos reales y científicos. La ciencia confirma lo que nuestros abuelos decían de hace mucho tiempo: que hay que cuidar la vida, que hay que cuidar la biodiversidad, que estamos conectados. No estamos hablando de salvar el planeta, estamos hablando de salvar nuestras vidas.”
Una lucha de largo recorrido
La IUCN es una organización internacional que se dedica a la conservación de la naturaleza. Fundada en 1948, en sus 70 años de existencia ha trabajado una amplitud de temas como el impacto de las acciones humanas sobre la naturaleza o la desaparición de especies animales y vegetales, creando la llamada lista roja de especies amenazadas. También se ha centrado en desarrollar una estrategia que implicara al sector privado, sobre todo de empresas extractivas de recursos como el petróleo, la minería o el gas. Asimismo, ha formado parte de convenciones internacionales, trabajando asociada a Naciones Unidas y al Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF). En los últimos años, se ha centrado en impulsar soluciones basadas en la naturaleza como parte de la aplicación de la Agenda 2030 o los Acuerdos de Paris.
A la inauguración del Congreso acudieron políticos, empresarios y diferentes personalidades como Emmanuel Macron, la presidenta del Banco Central Europeo y antigua directora del Fondo Monetario Internacional Christine Lagarde, el fotógrafo Sebastião Salgado o el actor Harrison Ford, vicepresidente desde 1991 de Conservation International, una oenegé conservacionista. En su discurso de bienvenida, el presidente francés acentuó la importancia del evento en un momento de crisis sanitaria, climática y medioambiental a nivel mundial. “La mala noticia es que no hay vacuna para un planeta enfermo”, destacó.
La IUCN es considerada una autoridad mundial en el ámbito de la conservación, un campo un tanto controvertido por las diferentes corrientes que buscan proteger y conservar al máximo la naturaleza. Cada cuatro años se realiza un congreso global en el que sus miembros tienen la posibilidad de votar sobre los temas y acciones a seguir a nivel internacional en los próximos años. El último se celebró en 2016 en Hawai, y en él se adoptaron entre otras, medidas relacionadas con la protección de la biodiversidad en océanos y bosques primigenios, la lucha contra el tráfico ilegal de vida silvestre o la creación de una nueva categoría de membresía para organizaciones de pueblos indígenas.
La presencia en este espacio es fundamental, porque muchas decisiones globales y estrategias con repercusión mundial se plantean y discuten en este congreso, que se divide en la asamblea de miembros, donde se votan temas urgentes de conservación y desarrollo sostenible, un foro donde se comparten conocimientos sobre ciencia e innovación y una parte de exposición con stands y eventos. Hay también numerosas actividades dirigidas a todos los públicos y a diario se reciben visitas de escolares centradas en la sensibilización y concienciación medioambiental. Para ser miembro de la IUCN, los estados, empresas y entidades deben pagar una cuota, que en el caso de las organizaciones no gubernamentales y las organizaciones de pueblos indígenas, puede llegar a ser de casi 20.000 euros.
Toda iniciativa tiene que tener la base fundamental del respeto a los derechos humanos de los pueblos indígenas
Jose Francisco Cali Tzay, relator especial de los derechos de los pueblos indígenas para Naciones Unidas
Jose Francisco Cali Tzay, relator especial de los derechos de los pueblos indígenas para Naciones Unidas es un tanto crítico con la presencia de representantes indígenas en el congreso: “La IUCN tiene que pensar en las formas de dar participación a los pueblos indígenas, principalmente en asambleas como esta, porque hay participación, pero no tanta como debería de haber” insistía. Explicaba también que había propuesto a la IUCN que esta participación no fuera igualitaria, sino equitativa. “La diferencia es que somos iguales supuestamente, pero no lo somos porque no tenemos los mismos recursos económicos, las mismas facilidades, y hay muchas diferencias en los idiomas (…) A partir de ahí hay necesidad de que nos abran las puertas, pero no como una cuestión de colorismo, sino que tomemos parte en la toma de decisiones a alto nivel. Toda iniciativa tiene que tener la base fundamental del respeto a los derechos humanos de los pueblos indígenas”, concluía.
Situaciones como la pandemia o eventos climáticos extremos piden una actuación conjunta y consensuada de todos los actores a la hora de tomar decisiones. Las empresas sufren también la presión de demostrar que no están contribuyendo al cambio climático, por lo que el interés de alcanzar soluciones es compartido. Los pueblos indígenas son los mejores guardianes del mundo natural y aunque no han sido tenidos en cuenta hasta ahora, su participación en estos eventos puede ser la pieza clave para avanzar hacia el futuro. La próxima parada será la COP26 de Glasgow en el mes de noviembre y la Convención sobre la Diversidad Biológica en 2022 donde se seguirá debatiendo sobre la crisis climática.
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