Sobre los escombros de un equipo en derrumbe las dos últimas temporadas, José Bordalás (Alicante, 57 años) está levantado un armazón que recuerda al de otros tiempos. La primera vez que visitó ese cráter ya lo advirtió. “Vengo a recuperar el ADN del Valencia”. La frase, copiada inmediatamente por las redes del club e incorporada por el presidente, Anil Murthy, a su discurso, sonó artificiosa, pero con el tiempo se está demostrando certera.
Bordalás, que este domingo se cruza con el Madrid (21.00, Movistar), manufactura en Paterna un equipo que presiona en defensa y vuela en ataque con los mismos activos de Javi Gracia. El once tipo de las primeras jornadas presenta solo dos novedades respecto a cualquier formación de la 2020-21: Mamardashvili, el hallazgo georgiano para la portería que encontraron los técnicos del filial, y Omar Alderete, el agresivo central paraguayo cedido por el Hertha de Berlín. La participación del resto de novedades ha sido testimonial. La plantilla depresiva del curso pasado, pasto de cualquier oponente con un mínimo de colmillo, se ha transformado en un conjunto de acero. Ahí radica el efecto Bordalás, que aprovecha los recursos que tiene. También en su temperamento. “Apretamos o volvemos a la rampa”, atronó el miércoles dentro de Paterna.
El preparador alicantino ha puesto orden en el caos de Meriton, la empresa de Peter Lim. La propiedad del club ha vuelto a confiar en un entrenador, bien por instinto de supervivencia ante el temor al aficionado, o por pura improvisación. Y en esa calma, Bordalás aprovecha para esculpir un equipo de autor.
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El proyecto sigue siendo de mínimos pero, al menos, el Valencia ha comprado a dos jugadores 722 días después. Escuchando a Bordalás, el presidente Murthy y el director de fútbol, Miguel Ángel Corona, cerraron la compra de Marcos André (8,5 millones) y Dimitri Foulquier (2,6), y la cesión de otros tres, Alderete, Hugo Duro y Helder Costa. Excepto este último, que llegó vía Jorge Mendes, el resto son fichajes del entrenador. El Valencia ha gastado este verano 11,1 millones. La primera decisión fue la de ejecutar la opción de compra de Giorgi Mamardashvili (850.000 euros), el meta que ha desplazado a Cillessen.
El objetivo al que la dirección deportiva no pudo acceder por cuestiones económicas fue un mediocentro defensivo. Mauro Arambarri era el deseado. El verano que viene, si se libera una plaza de extracomunitario, Bordalás volverá a la carga. Mientras, el técnico modela como seis al joven Hugo Guillamón, un central ambidiestro con salida de balón y sentido táctico, internacional sub-21.
En este arranque despuntan dos futbolistas, Carlos Soler y Gonçalo Guedes. El canterano, siempre llegador pero hoy con un poso de madurez, parece otro con el 10 a la espalda. El portugués, melancólico como un fado, suena ahora a rocanrol. Bordalás ha fortificado el eje de la defensa con Alderete y Gabriel. El capitán Gayà rompe por la izquierda con su calidad y pundonor habitual, y Correia, tierno e inocente en el arranque del curso pasado, ha musculado su cuerpo y su fútbol en el lateral derecho. El danés Wass, que estuvo cerca de salir este verano, cumple con su rol de mediocentro, y hasta el irregular Cheryshev, baja por lesión esta semana, está más afilado. Si el combativo Maxi Gómez recupera su olfato, el once del Valencia batirá sus alas. La mejora coral es responsabilidad del entrenador, que, como si fuera un coach, inspira a sus futbolistas, aumentando la motivación, la responsabilidad y el compromiso.
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