Wembanyama, el nuevo prodigio de la Euroliga

Sin Vassilis Spanoulis ni Felipe Reyes en el cartel por primera vez en tres lustros, la Euroliga se ha descapitalizado en solemnidad —715 partidos, 32 temporadas y 80 años sumaban entre ambos—, pero la competición continental no deja de alimentar el futuro del baloncesto. En la parrilla de salida del curso que arranca hoy destaca sobremanera la imponente figura de Victor Wembanyama. El pívot francés, de 17 años y 2,20m, fichó este verano por el Asvel Villeurbanne y, tras un recorrido tan medido como fulgurante por las categorías de formación, llega a la élite con la divisa indeleble de la NBA marcada antes de empezar. “Victor es un jugador único en el mundo, es el mejor talento joven del baloncesto francés en los últimos veinte años”, afirmó sin titubeos Tony Parker, cuatro veces campeón de la NBA y presidente del club francés. “Tiene todo para realizar una gran carrera y la oportunidad de ser un futuro número uno en el draft de la NBA. Haremos todo lo posible para consolidar su desarrollo, impulsarle en su progreso y ayudarle a lograr sus objetivos”, remató Parker en la presentación de la joven promesa, destinada a hacer las Américas en un santiamén, en 2023 según los plazos marcados.

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En el momento en el que pise la pista con la camiseta del Asvel, Wembanyama se convertirá en el menor de edad número 101 que se estrena en la Euroliga este siglo. Una lista que encabeza el escolta montenegrino Fedor Zugic —que en 2019 con el Buducnost se convirtió, con 15 años, cinco meses y seis días, en el debutante más joven en la historia de la competición (ahora juega en la Bundesliga alemana)—, y en la que están talentos precoces como Ricky Rubio, Marco Belinelli, Luka Doncic, Luigi Datome, Danilo Gallinari, Domantas Sabonis, Georgios Printezis, Ersan Ilyasova y Mario Hezonja. Todos debutaron en la élite continental entre los 16 y los 17 años. Una nómina de jugadores reconocidos y desconocidos, consolidados y perdidos. Un recorrido que pasa de las alternativas circunstanciales e improvisadas por la necesidad, a las estructuras planificadas de canteras organizadas por generaciones y posiciones. Ese es el camino tutelado que ha seguido Wembanyama desde que fue descubierto por los ojeadores del Nanterre en un partido de alevines en Versalles. Con apenas 10 años recién cumplidos, la criatura ya medía 1,80m. Tras haber probado como portero de fútbol y judoca su estirón rompió todos los percentiles y le dejó con el biotipo perfecto para jugar al baloncesto. Los gemólogos de este deporte le radiografían como una mezcla entre Kristaps Porzingis y Rudy Gobert, por polivalencia e intimidación; con trazos de Kevin Durant y de Arvydas Sabonis, por sutileza y conocimiento del juego. Palabras mayores para un talento incontenible. “Todos ellos me gustan porque demuestran que el tamaño no te impide saber jugar al baloncesto. No tienen un juego estereotipado”, explica Wembanyama para resolver con modestia las comparaciones antes de desatar su ambición. “Mi objetivo es ir a la NBA, llegar lo más alto posible. No quiero demostrar nada, pero tampoco quiero decepcionarme. Esa es mi mentalidad”.

Victor Wembanyama, en un partido de pretemporada con el Asvel. cordon
Victor Wembanyama, en un partido de pretemporada con el Asvel. cordon

Hijo de una exjugadora internacional de baloncesto francesa y de un especialista en salto de longitud congoleño, Wembanyama fue invitado por el Barcelona para disputar la Minicopa de 2018 en Las Palmas. Por aquel entonces tenía 14 años recién cumplidos y medía 2,05m. “En aquel torneo vi un extraterrestre. Ver a alguien de su tamaño con esa capacidad de movimiento y recursos es impresionante. Siendo tan joven y tan grande, estabas ante un jugador ágil, con tacto, con una genética de tiro buenísima… Era alucinante. No hay ninguna promesa en el mundo más interesante que él, en cualquier edad y continente”, repasa José Luis Pichel, el técnico de formación que recibió a Doncic en edad infantil en el Madrid. “Si no lo ficharon los grandes de Europa fue porque no quiso salir de su entorno”, prosigue Pichel. La estructura del Barça, con Juan Llaneza como director de scouting y Pere Capdevila como responsable de cantera, intentó sin éxito que se incorporara a la Masia y al programa de formación del baloncesto de base azulgrana. La familia prefirió que creciera en su ecosistema natural y la federación francesa apostó por mantener a su joya en casa como una cuestión de estado. “No creo que hayamos visto nunca un talento así en Francia. Y francamente, rara vez lo he visto en el mundo. A su edad y con esa altura puede tirar y hacer muchas cosas. Y sobre todo, es muy inteligente”, certifica Rudy Gobert.

En el verano de 2019, Wembanyama fue el último muro que tuvo que superar la selección española de Juan Núñez y Rubén Domínguez para lograr el oro en el Europeo sub-16. Ese curso, el niño prodigio francés debutó en un partido de la Eurocup con 15 años, nueve meses y 25 días. Aunque su estreno en la liga francesa no llegó hasta casi un año después, en septiembre de 2020. Respondió a las expectativas y fue elegido mejor joven de la temporada en la liga francesa. Cuentan sus mentores que el conocimiento del juego y el oficio proviene de su interés por la historia del baloncesto y los jugadores de referencia. Explican los entrenadores que su buen tacto y sorprendente muñeca la demuestra con el balón y también con su destreza para el dibujo. Puede driblar, asociarse con sus compañeros, construir el juego del equipo… Juega casi como un exterior y su habilidad es increíble para un hombre alto. Aprende muy rápido”, detalla Pascal Donnadieu, su entrenador en el Nanterre. En julio, Wembanyama se midió a todas las jóvenes promesas de Estados Unidos, dos años mayores que él, en la final del Mundial sub-19. Francia cayó derrotada, pero su joya se ganó la admiración definitiva de la NBA con 22 puntos, 8 rebotes y 8 tapones en 27 minutos en pista. Enfrente tenía a la mayoría de talentos que coparán el próximo draft. A Wembanyama le tocará en 2023, donde ya vaticinan que emulará a Andrea Bargnani, primer europeo en alcanzar el número 1 y sexto jugador no estadounidense en lograrlo. De momento, el siguiente reto de Wembanyama es competir en la Euroliga con el número uno en la camiseta del Asvel Villeurbanne.

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