El Gobierno estudia la introducción de la semana laboral de cuatro días sin reducción del tiempo de trabajo, lo que permitiría librar un día más pero alargaría las jornadas laborales a nueve horas y media. La propuesta, recibida con poco entusiasmo y muchas dudas por los agentes sociales, ha sido planteada por el partido liberal flamenco Open-VLD dentro de un catálogo de propuestas para la reforma laboral que prepara el Ejecutivo belga y será debatida en las negociaciones del Presupuesto para 2022 en la coalición de siete partidos de la que forman parte también socialistas, democristianos y verdes.
De momento, la propuesta de la formación del primer ministro, Alexander de Croo, no genera consenso ni en el seno del Gobierno ni entre la patronal y los sindicatos, con quien tendrán que negociar. Sus defensores, entre los que figuran los liberales francófonos del Movimiento Reformador, argumentan que permitiría una mejor conciliación de la vida profesional y laboral al dejar un día más libre, reduciría el riesgo de problemas mentales asociados al trabajo —como el llamado “síndrome de agotamiento”— y sería positiva para el medio ambiente por la reducción de los desplazamientos que llevaría aparejada.
Las voces críticas, mayoritarias, se dirigen sobre todo al hecho de que aumentaría la carga de trabajo diaria al alargar la jornada, de las siete horas y 36 minutos actuales a las nueve horas y media, lo que no sería necesariamente mejor para el bienestar del trabajador, la conciliación —sobre todo para los padres con hijos escolarizados― o la productividad.
Bélgica se suma así a un debate que lleva tiempo sobre la mesa, pero ha ganado terreno en Europa con la pandemia, que ha mostrado las posibilidades de organizar el trabajo de modo diferente. En España, la multinacional de moda Desigual decidió la semana pasada introducir la semana de cuatro días con reducción de salario para sus trabajadores, una tendencia que ya exploran otras grandes empresas, como Telefónica, y aplican algunas más pequeñas.
El caso más relevante es, quizá, el de Islandia, que entre 2015 y 2017 experimentó en el sector público una reducción del tiempo de trabajo de 40 a unas 35 horas semanales, repartidas en cuatro días y sin reducción de sueldo. La medida iba acompañada por medidas para mejorar la productividad, como suprimir tareas inútiles o reuniones más cortas. El resultado fue una mejora del bienestar y la conciliación de vida profesional y familiar para los empleados, y la productividad se mantuvo o aumentó, según un análisis del centro de estudios Anatomy. Ese “éxito” ha llevado a los sindicatos a negociar la reducción de jornada para el 86% de la fuerza laboral islandesa, según sus cálculos.
Los sindicatos rechazan una redistribución de las horas
Partidos y sindicatos belgas piden ahora que la propuesta siga allí esas mismas líneas fundamentales. El ministro de Empleo, el socialista Pierre-Yves Dermagne, se muestra favorable a la semana de cuatro días, pero con reducción del tiempo de trabajo y sin perder salario. Y aboga por acompañarla de un “derecho a la desconexión” para asegurar que se respetan los periodos de descanso. En el lado contrario están las críticas de la ministra de medio ambiente, Zakia Kathabbi: “Siempre he defendido la reducción del tiempo de trabajo, pero aquí se trata de una redistribución. El día de descanso, tal y como está propuesto en esta fórmula, sería necesario para recuperarse de las horas prestadas los días anteriores”, dijo en la radio Bel RTL.
Su partido, los verdes francófonos de Ecolo, no apoyarán la iniciativa, mientras que los ecologistas flamencos de Groen están dispuestos a respaldarla siempre que sea voluntaria. Los sindicatos también critican que suponga un aumento de la carga de trabajo diaria. Para la FGTB, el mayor sindicato del país, esto reduciría la productividad, aumentaría el riesgo en ciertos oficios peligrosos y alargaría hasta once horas el tiempo fuera de casa si se tiene en cuenta el trayecto hasta el lugar de trabajo, algo que complicaría la conciliación, sobre todo a los que tengan hijos escolarizados. No obstante, se abren a negociar la semana de cuatro días si se recorta el tiempo de trabajo para tender hacia las 32 horas. “Hemos hecho enormes ganancias de productividad en los últimos 20 años, pero seguimos bloqueados en el mismo tiempo de trabajo. ¿Dónde van esas ganancias?”, dijo a la cadena LN24 su presidente, Thierry Bodson.
La Federación de Empresas de Bélgica, sin embargo, rechaza de plano reducir el tiempo de trabajo manteniendo el salario, pero se muestra dispuesta a dar mayor flexibilidad en ciertos casos si esta se aplica tanto al trabajador como a la empresa. “Repartir un tiempo completo en cuatro días podría ser una solución para las mujeres, que con frecuencia tiene que coger medias jornadas para compaginar vida profesional y familiar”, apunta su directora, Monica De Jonghe.
Source link