El chavismo ha recibido el golpe más duro de los últimos años. El Gobierno de Nicolás Maduro había puesto todo su empeño en evitar la extradición de Alex Saab, el presunto testaferro del presidente de Venezuela, a quien en los últimos meses había tratado de erigir en una especie de mártir. El fracaso ha sido rotundo. Saab, un empresario colombiano que se hizo de oro a través de contratos gubernamentales y de quien las autoridades de Estados Unidos sospechan que esconde la fortuna de Maduro y gente de su entorno, se encuentra ya en Miami, donde a partir de este lunes le espera un juicio por lavado de dinero por más de 350 millones de dólares. Con Saab ante la justicia estadounidense, las consecuencias son impredecibles.
La extradición de Saab ha puesto en barbecho las negociaciones que mantiene el chavismo con la oposición en México. Por lo pronto, no asistirán a las reuniones previstas para este domingo. La tensión entre el Gobierno y sus críticos ha ido en aumento en las últimas semanas. Los roces con la comunidad internacional han sido notorios, especialmente con Estados Unidos, por la extradición de Saab y con la Unión Europea, a cuenta de la misión electoral que pretenden enviar para las elecciones regionales y locales de dentro de un mes. Los pasos que dará Maduro en los próximos días serán determinantes para calibrar el nivel de confrontación al que está dispuesto.
El hábil operador político que se coló en los despachos del palacio de Miraflores en un momento crítico de su vida, cuando se encontraba al borde de la ruina económica en Barranquilla, Colombia, conoce mejor que nadie las interioridades del régimen. Era un hombre de la corte, que empezó construyendo unas viviendas sociales y acabó como negociador estatal venezolano por todo el mundo. Era lo que todo Gobierno cercado por las sanciones internacionales necesita, un conseguidor. Desde su detención en Cabo Verde en junio de 2020, donde había parado a repostar en el avión privado en el que viajaba, su futuro se tornó negro.
No siempre fue alguien conocido. Su rostro empapela hoy las calles de Caracas, donde el Gobierno lo eleva al rango de mártir, pero hace bien poco casi nadie sabía nada de él. El portal de noticias Armando.info desveló por primera vez su nombre y su influencia en las esferas de poder. Saab había recibido contratos millonarios y su trabajo había sido más que cuestionable. Llenó de comida de mala calidad un programa de alimentos para los más pobres. El empresario se querelló contra los periodistas que lo desvelaron y estos tuvieron que exiliarse. Saab alegó que no tenía tratos con Maduro y que no había participado en la distribución de esos alimentos. Al final, lo publicado resultó ser verdad.
Ahora Saab se ha convertido en alguien fundamental para Venezuela. Tras su detención, el Estado le otorgó el papel de diplomático. El equipo chavista que negocia con la oposición en México quiso incluso incorporarlo a la mesa de diálogo. Rusia insistió en que era necesario que el colombiano estuviera allí sentado para buscar una salida democrática y pactada a la situación venezolana. Los propios negociadores aparecieron un día con unos carteles de apoyo a Saab. Maduro, mientras tanto, callaba. Hasta hace pocas semanas ni siquiera había pronunciado su nombre en público. La maquinaria chavista estaba en marcha en todo su esplendor para rescatar al soldado Saab. La noticia de su extradición inmediata a Estados Unidos ha sido demoledora para sus intereses, los del Gobierno y los del propio empresario. Por el momento, el Gobierno se ha levantado de la mesa negociadora, a la espera del siguiente movimiento.
Cada sanción de Estados Unidos a un funcionario venezolano ha sido tomada por el chavismo como una herida de guerra, al punto incluso de que los señalados han sido premiados con algún ascenso en la burocracia. Así ha ocurrido, uno a uno, con el centenar de venezolanos en la mira del Departamento del Tesoro que han seguido ocupando cargos, presentándose a elecciones y saliendo en televisión sin siquiera ser investigados. Cuando Saab, sus hijos y socios obtuvieron sus lugares en la llamada lista OFAC de la Oficina de Control de Activos en el Extranjero, no hubo condecoraciones, sino un total silencio, un preocupante disimulo que un año después, con la detención del empresario colombiano en Cabo Verde, no pudo ocultarse más.
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Es difícil calcular la penetración de Saab en el Gobierno y en las finanzas personales de los altos cargos del Ejecutivo, una contabilidad que probablemente vaya junta. Pero las trazas de los negocios de este contratista favorito del chavismo han revelado los principales ramales del poder que drenaba. Walter Jacob, Yosser Daniel y Yoswel Alexander Gavidia Flores, hijos de la primera dama, Cilia Flores, figuran en la misma nota de prensa en la que el Tesoro anunció que Saab estaba siendo sancionado y también en varios de sus negocios y compañías relacionadas con el Gobierno, según las revelaciones de Armando.info, que ha seguido la pista de esta red financiera. El entorno directo de Maduro es el más vinculado con los negocios del empresario.
La exfiscal venezolana en el exilio, Luisa Ortega Díaz, ha asegurado que se trata del testaferro del entorno de Maduro y su principal negociador. Pero más allá de un prestanombres, Saab ha sido el gran jefe de operaciones de un Gobierno amarrado de manos por las sanciones, con más funciones que cualquier ministro, como ha dicho de él el periodista Gerardo Reyes.
La extradición de Saab es un porrazo para el chavismo. Su enérgica defensa, como nunca antes con ningún funcionario, muestra el peso que tiene. Su valor está en haber estructurado una compleja red internacional de empresas fantasmales constituidas en México, Rusia y Emiratos Árabes Unidos para mover y vender el poco petróleo que produce Venezuela, cuando Estados Unidos prohibió a terceros hacer transacciones con el país. También logró los intercambios de oro venezolano con Turquía para llevar dinero fresco al Gobierno. Compró comida barata y absorbió cadenas de supermercados expropiadas por el Gobierno.
El último año, justo antes de ser detenido, coordinó el auxilio iraní de gasolina cuando la destartalada industria petrolera no pudo suplir ni siquiera la demanda interna y Venezuela quedó totalmente sin combustible durante casi tres meses, al comienzo de la pandemia. Sus hilos cruzaron al otro lado de la política y lograron quebrar la mayoría opositora en el Parlamento a finales de 2019, al cooptar a un puñado de diputados que hicieron gestiones para lavar la reputación de sus socios en países donde se les investiga.
Más allá de los cargos por lavado dinero que enfrentará en los tribunales de Florida, Saab es una pieza clave de un rompecabezas mayor, señala el abogado Alejandro Rebolledo, especialista en delincuencia organizada internacional y blanqueo de capitales. Si decide cooperar con la justicia estadounidense, que Rebolledo asegura que lo hará, la información que pueda aportar sobre sus nexos con países como Irán, Siria y Turquía pueden ser fundamentales para el desmantelamiento de redes del crimen organizado surgidas en la economía subterránea de la evasión de sanciones internacionales.
En enero de este año se difundió una carta que envió el entonces canciller Jorge Arreaza a Saab, apenas dos semanas después de su detención en Cabo Verde. En la comunicación le advierte que posee información clasificada del Gobierno venezolano y que si cede a la presión de Estados Unidos, en caso de ser extraditado, estaba sujeto a las leyes venezolanas. Como enviado especial del Gobierno, le dice, debe preservar “el secreto, la confidencialidad y lealtad” sobre la información que conoce. “Me ha requerido el presidente de la República, Nicolás Maduro Moros, informarle que aceptar voluntariamente la extradición a Estados Unidos supone una vulneración a la seguridad y defensa nacional”, dice la carta consignada por la defensa en una moción ante el tribunal de Florida que sigue su caso. Arreaza lo exhortaba también a utilizar todos los medios legales para evitar el procedimiento.
A esta extradición le preceden otras recientes como la acordada contra el jefe de inteligencia de Chávez, Hugo Carvajal, aún en suspenso en la justicia española, y la de la enfermera Claudia Díaz, extesorera de la Nación a la que esta semana la Audiencia Nacional decidió finalmente entregar a Estados Unidos. Varios casos avanzan en Estados Unidos, donde se han refugiado exfuncionarios del chavismo y empresarios para cooperar y librarse del congelamiento de cuentas y bienes. Uno de los casos más recientes es el de Christopher Figuera, que desertó como jefe de inteligencia de Maduro en 2019 en apoyo a Juan Guaidó, cuando este se autoproclamó presidente.
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